5 de julio de 2021
Sin abandonar su discurso antiimperialista, el cantante panameño aborda las páginas clásicas del cancionero estadounidense desde una perspectiva jazzera.
Vocalista. En su nuevo trabajo, el reconocido compositor se calza el traje de crooner. (Kevin Winters/AFP/Getty
Antes de ser uno de los compositores más inspirados de América Latina –con auténticas catedrales de la canción como «Pedro Navaja», «Desapariciones», «Buscando guayaba», «Pablo Pueblo» y «Ligia Elena»–, Rubén Blades destacó como cantante. Todavía no había escrito nada trascendente y ya era estrella de la escudería de Fania, el célebre sello discográfico que tapizó de salsa las calles de Nueva York. Después se transformó en lo que sabemos: un artista total, un extraordinario contador de historias con apuntes sociales. Ahora vuelve a su faceta de vocalista, y lo hace al frente de una big band y recorriendo algunas joyas del songbook estadounidense.
La orquesta de jazz está dirigida por el músico panameño Roberto Delgado, uno de los directores más prestigiosos de su país, y constituye una maravillosa celebración del swing. Blades se calza el traje de crooner y canta con una voz lozana, fresca y entonada piezas como «Pennies From Heaven», « Wacht What Happens» y « The Way You Look Tonight». El disco se titula Swing! y resulta sorprendente la naturalidad con la que se apropia de los estilos. «La gente cree que si eres un salsero, eso es lo que vas a hacer toda tu vida. Es como si fueras un caballo, que anda con anteojeras para solo ver un camino, y yo no las uso. Para mí, la música es subversiva, porque el arte es subversivo. Tú cambias las cosas», dijo recientemente a The New York Times.
Puentes sonoros
La curiosidad, uno de los motores de la vida de Blades, lo conduce a una notable diversificación. Así como es actor de Hollywood, como se recibió de abogado con honores y como fue fundador de un partido político y candidato a presidente de Panamá, a fin de milenio con el grupo costarricense Editus estuvo coqueteando con una música que remitía directamente a Astor Piazzolla. Y en el Festival de Tango de Buenos Aires de 2010, por caso, tocó sus composiciones en clave tanguera con arreglos de Carlos Franzetti y la orquesta de Leopoldo Federico. Esa participación se transformó en disco. Algunas adaptaciones resultaron algo forzadas, tal vez porque la interpretación tanguística tiene yeites y sutilezas complicados de resolver para alguien nacido lejos del Río de la Plata. Nada que no supiera Blades de antemano, pero ocurre que la audacia es otra de sus características.
Swing! se inscribe en esa línea, pero el riesgo corrido es menor y el resultado, estupendo. Blades se mueve cómodo dentro del concepto de big band. Creció con ese sonido, con esas canciones y, ya de adulto, residió más en los Estados Unidos que en Panamá. Si se escuchan bien, ciertos arreglos orquestales de sus temas remiten al jazz. El origen del proyecto fue una actuación junto con la orquesta de Wynton Marsalis, en 2014 en el Lincoln Center. Blades interpretó «They Can’t Take That Away From Me», de George Gershwin y «El cantante» de Héctor Lavoe, como desplegando un puente entre los dos universos.
Esa es la operación que viene haciendo desde hace décadas, y es por eso que en este disco también incluye algunas salsas jazzeadas, como la enorme «Paula C.», de su autoría. El cierre del álbum es otro hallazgo: un cover de «Cobarde», un tema del español Ray Heredia, uno de los secretos mejor guardados de lo que se llamó el Nuevo Flamenco, que en la década del 90 proyectó a Ketama y a Pata Negra. Resulta, al fin, otra evidencia de su voracidad musical.
Pese a vivir en los Estados Unidos, estar casado con una norteamericana, filmar en Hollywood, actuar en Broadway y grabar este fantástico Swing!, Blades no abandona su discurso antiimperialista. Su mirada sigue siendo la de un panameño que anda caminando por la calle. Se para, siempre, como un latino. «En muchos sentidos, seguimos segregados en lo que se refiere a la música», dice. A los 72 años, exhibe una libertad que se parece mucho, como él mismo dice, a la subversión.