23 de febrero de 2016
Después de la oleada de ficciones extranjeras que coparon la pantalla chica en los últimos tiempos, «La Leona» y «Los ricos no piden permiso» se disputan el rating en el horario central.
Luego de la avalancha de ficciones importadas que ocuparon con éxito la pantalla chica en los últimos años, Telefe y El Trece parecen dispuestos a cruzar golpes de efecto y de sentido en el prime time, con dos telenovelas nacionales que compiten cabeza a cabeza. El objetivo, como siempre, es el rating, ese número que determina la torta publicitaria. Telefe lanzó La Leona, encabezada por Nancy Dupláa y Pablo Echarri, y realizada por la productora El Árbol, del propio Echarri. Los ricos no piden permiso es la nueva tira producida por Pol-ka para El Trece, protagonizada por Luciano Castro y Araceli González, entre otros.
Luego de mucho tiempo, en el horario central de la TV abierta se vuelven a enfrentar los canales más vistos, basados en la fórmula del éxito de la ficción: lugares comunes y estereotipos del melodrama, grandes producciones, elencos nutridos de estrellas, difusión amplificada a través de las redes sociales y algún que otro condimento. Todo esto en medio de una Argentina que, luego de 12 años de kirchnerismo y con Mauricio Macri como nuevo presidente, parecería no poder librarse de lo que llaman «la grieta», ni siquiera en el terreno de los culebrones.
¿Cambió el gusto del televidente argentino? ¿La ficción local podrá dejar de lados los estereotipos que sostuvieron su desarrollo a través de la historia del género o, por el contrario, son indefectiblemente los personajes dibujados con trazo grueso los que busca el público? ¿Los guionistas se ven «obligados» a repetir la fórmula una y otra vez? Estas son solo algunas de las preguntas que actúan como disparadores de esta nota, en la que toman la palabra dos destacados autores de telenovelas y el encargado del área de audiovisuales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. «Como autora de TV me resulta muy gratificante que hoy se trate de la competencia entre ficciones nacionales», destaca Cecilia Guerty, autora de ficciones como Malparida, Soy gitano y Señores papis. «Los ricos no piden permiso y La Leona articulan sobre el género del melodrama, es decir, la telenovela. Allí hay elementos propios del género que son insoslayables como el contrapunto ricos/pobres. Esta dicotomía la encontraremos en cualquier producto que aborde la telenovela o el melodrama en general. Los autores buscamos siempre no traicionar el género en el que escribimos, al menos en su esencia», resume la guionista.
En la misma sintonía, su colega Marcelo Camaño (Montecristo, Vidas robadas, La dueña) sostiene que «más allá de que te gusten o no las producciones extranjeras que tuvieron tanto éxito en 2015, mostraban una necesidad del público de conectarse con historias que por lo menos tuvieran en claro el género. Quiero ver un melodrama, denme un melodrama, punto», subraya. «Lo interesante es que la ficción nacional ha recuperado el prime time», resalta.
Por su parte, Luciano Zito, coordinador del área de Artes Audiovisuales del CCC, considera que «indefectiblemente el público local quiere ver historias con las que se pueda identificar. Si las historias locales logran calidad técnica y artística y son interesantes, pueden generar ese feedback». El ida y vuelta entre la audiencia y la trama, que se había diluido un tanto en medio de la oleada de ficciones de diversas procedencias (desde Turquía hasta Brasil) que tomó por asalto la pantalla chica, parece haber recuperado su potencial en lo que va de 2016.
Los números
La batalla televisiva 2016 comenzó en la segunda quincena de enero, pasaditas las 22 horas. Pol-ka se adelantó una semana con su propuesta estereotipada de ricos y pobres, para lograr el «enganche» de un público fiel acostumbrado a las historias costumbristas. Pero el día que se lanzó al ruedo, La Leona marcó 15.5 puntos contra 12.7 de su competencia. Según los datos de Ibope, el promedio de la primera semana de ambas ficciones fue de 14.5 para la de Telefe y 13.2 puntos para la producción del Trece. Una pulseada pareja.
«No hay que olvidar que el rating condiciona no solo la rentabilidad del producto, sino también la trama misma, y genera una considerable baja en la calidad de la serie», considera Zito. «En la Argentina los productores tienen grandes problemas de hibridez: no saben qué tipo de género quieren y confunden permanentemente a los autores y al público, en ese afán de conseguir un punto más de rating», arremete Camaño, titular de la agrupación de guionistas La Migré.
«Mientras prime lo obvio, mientras el contenido vaya en pos del rating, los productores y los canales seguirán regodeándose sobre el estereotipo», considera Zito a la hora de pensar la materia prima que nutre a las historias que ocupan el horario central en la televisión.
Detrás de escena
La disputa trasciende la lucha por el rating y, de hecho, generó un debate que luego fue amplificado por las redes sociales. Hubo de todo: desde un llamado al boicot contra La Leona por la militancia kirchnerista de sus protagonistas, hasta un tuit del presidente Macri: «No creo en boicots a ninguna expresión cultural». En fin, demasiada controversia para dos ficciones que se proponen como entretenimiento a la hora de la cena.
Cuesta encontrar en la TV antecedentes de una puja de estas características. Si bien las dos ficciones están unidas por el formato del melodrama, resulta imposible abstraer las propuestas del contexto social. Con el sugestivo título de Los ricos no piden permiso, la del Trece recorre la tradición de la telenovela a través de sus prototípicos personajes. La Leona, en tanto, cuenta la vida de María Leone, una costurera que recoge y reproduce todos los símbolos y arquetipos de lo «nac and pop». ¿Estas historias pueden escapar del contexto social actual o es el contexto el que las convierte en éxito?
«Si pensamos los contenidos como una muestra de la realidad, está claro que debe impregnarlos. Sin embargo, la inteligencia y el desafío de los guionistas es generar historias donde el contexto y la realidad aparezcan pero no condicionen o encasillen los argumentos y los personajes», afirma Zito. «La riqueza de una obra audiovisual es presentarnos la complejidad del mundo de una forma sencilla. Creo que la grieta existe y parece ser cada vez más grande, pero sobre todo porque el trabajo de los medios es simplificarla y no complejizarla, que es lo que necesitamos para poder entender y pensar el mundo que nos rodea», concluye Zito.
A modo de conclusión, Cecilia Guerty considera que «es interesante que se den estas historias en este momento, aunque entiendo que La Leona fue escrita el año pasado, es decir, en un contexto distinto. De todas formas, lo que realmente importa es la solidez de la historia, la pericia narrativa para llevarla adelante y, por supuesto, una historia de amor memorable».
—Mariano Ugarte