25 de septiembre de 2021
Alan Taylor
Michael Gandolfini y Alessandro Nivola.
La marca dejada por Los Soprano en la ficción televisiva de los últimos 20 años es incontestable: se le acredita haber abierto las puertas a la llamada «era dorada» de las series. Pero toda posibilidad de continuar aquel hito quedó cancelada en 2013 cuando murió su protagonista, el inmenso James Gandolfini. Sin embargo, David Chase, su creador, se decidió finalmente a regresar a ese mundo con una precuela ambientada a fines de los 60. La idea es interesante: narrar la historia de Dickie Moltisanti, el tío de Chris, con el enfrentamiento de fondo entre la mafia ítaloamericana y una banda afroamericana en las calles de Newark. Para los incondicionales de la serie las vueltas argumentales probablemente serán un pretexto menor y se abocarán al juego de identificar las versiones jóvenes de los inolvidables personajes y a asombrarse ante el parecido de Michael Gandolfini con su padre James (parte genética, parte actuación). La aparición de Ray Liotta reconfirma cierto vínculo histórico con los Buenos muchachos, de Scorsese, de la serie que hizo un recorrido absolutamente original y moderno sobre un terreno muy trajinado.