13 de agosto de 2021
Maximiliano Gutiérrez
Posca, Peña y la fauna televisiva.
En tiempos de una crisis profunda de la televisión tradicional, Maximiliano Gutiérrez propone una comedia negra ambientada en los estudios de un canal abierto; un escenario vigente pero que por momentos parece pertenecer a otra época, el resabio de un mundo en vías de extinción. La panelista del título es una segunda figura con ambiciones en Imprudentes, programa de farándula modelado sobre varios exponentes reconocidos del género (que supo abusar del prefijo «in»). Opacada por el conductor estrella Chiqui Marconi, de pronto la panelista se ve envuelta en una situación trágica que al mismo tiempo se le presenta como la oportunidad para un ascenso meteórico. Por un momento asoma como referencia una combinación de películas como la ya lejana Malos pensamientos y la más reciente Una noche fuera de control, que a partir de un evento inesperado construyen un escenario progresivamente demencial en el que la moral de los personajes queda expuesta de manera brutal. Pero aunque comparte el punto de partida narrativo con aquellas, La panelista muestra sus limitaciones: a la vez que parece una buena idea haber alimentado su relato con un reparto esencialmente televisivo (Florencia Peña, Favio Posca, Soledad Silveyra, Campi, Gioia, Diego Reinhold), se queda a mitad de camino con una puesta en escena restringida, más propia de la pantalla chica que de las posibilidades del cine, y una serie de comentarios remanidos sobre la decadencia y el carácter caníbal del medio.
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