13 de noviembre de 2021
Leila Guerriero
Anagrama
96 páginas
Guerriero y un relato coral e imprescindible sobre la identificación de los caídos.
Los hechos son de público conocimiento: el inmenso poderío de la Royal Navy británica; los Pucará librando un combate aéreo con proyectiles averiados y radares defectuosos. El último manotazo de ahogado de una dictadura en decadencia. Malvinas no solo fue una guerra. Fue un cúmulo de historias que se entrelazan entre el oprobio y la gesta, la exaltación y el silencio. En este libro, la periodista Leila Guerriero reconstruye un relato poco explorado: la identificación de los caídos en combate. «Soldado argentino solo conocido por Dios» es la leyenda que rezan las tumbas de los soldados enterrados en Malvinas que el oficial Geoffrey Cardozo, a quien Inglaterra le encomendó la tarea, no pudo identificar. Guerriero reconstruye su historia y el encuentro casi fortuito con un excombatiente argentino, Julio Aro, que lo llevaría a un descubrimiento que lo dejaría perplejo: el informe minucioso que había elaborado jamás había llegado a manos de los familiares argentinos. El conflicto venía de larga data. Los ingleses exigían a los argentinos que «repatriaran» a los fallecidos. La respuesta era que no había nada que repatriar: eso era suelo argentino. «Así fue como el destino de cientos de cadáveres quedó reducido a un asunto semántico: no se repatria lo que está en el suelo propio», escribe la cronista. De este modo, Guerriero elabora un relato coral entre integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense, familiares de fallecidos y demás protagonistas. Narra enredos y contradicciones que se leen como un thriller: familiares que se niegan a brindar muestras de ADN o militares que intentan ocultar torturas cometidas en la guerra. Esta crónica muestra la necesidad imperiosa de cerrar una historia. En palabras de la autora: «Mientras, desde un cementerio casi siempre solo, los muertos irradiaban muertes que ya eran mucho más largas que sus vidas». Mediante una dosificación precisa y una estética notable en su lenguaje, Guerriero demuestra una vez más por qué es una de las voces más interesantes del periodismo narrativo de habla hispana.