7 de octubre de 2015
raíces de la música negra rioplatense.
Tango negro,/ te fuiste sin avisar/ Los gringos fueron cambiando/ tu manera de bailar/ Tango negro, tango negro,/ el amo se fue por mar/ se acabaron los candombes/ en el barrio de Monserrat», empieza cantando Juan Carlos Cáceres en su «Tango negro». Fallecido en abril de este año, Cáceres se pasó media vida ocupado en la recuperación de esa herencia en los libros que escribió y en los tangos que compuso. Hoy en día, músicos jóvenes incorporan esa línea junto con otras que habían sido ignoradas o poco transitadas dentro del género.
A finales del siglo XIX, se dieron simultáneamente la disminución de la población negra en Buenos Aires en números absolutos y relativos, y la llegada masiva de inmigrantes europeos. Sergio Pujol, historiador e investigador de la música, considera que la «desafricanización del tango» responde en gran manera al «impacto social y cultural de la inmigración masiva de origen europeo». Para Pujol, lo que termina ocurriendo es que «lo europeo/popular tapa o desplaza lo africano/popular».
A lo largo del siglo XX, explica Pujol, «de lo africano quedó una figuración rítmica característica, subsumida en una marcación rítmica enfática. Por otra parte, con los cantores, el tango se volvió lírico, y por lo tanto, más cercano a melodías de Puccini que al tangó de los tamboriles». Además, Pujol resalta «la autopercepción que los argentinos tenemos de “europeos llegados de los barcos”».
Pablo Bernaba integra el Quinteto Negro La Boca, que recupera la influencia negra en sentido amplio, mixturando en algún caso incluso con hip hop. El músico considera que «la música negra fue explorada bastante en la primera mitad del siglo XX, lo que pasa es que se disemina con otras influencias. El sexteto de Julio de Caro, del cual descienden la mayoría de las orquestas de la época dorada, tiene muchísima influencia de la música negra. El problema es vincular la negritud en la música solo con la milonga y el candombe».
Ya en el siglo XXI, además del Quinteto Negro La Boca, formaciones como La Chicana o Amores Tangos han hecho una marca del hecho de combinar estilos musicales antes considerados irreconciliables, entre los cuales aparece el retorno de lo afro. José Teixidó, guitarrista y director de Amores Tangos, explica que a través de la experimentación «lo más lindo que encontramos fue romper nuestros propios prejuicios». Así es como a través del ensayo y error comenzaron a probar, por ejemplo, «cómo se llevan un candombe, una milonga, un chorinho y una cumbia». Para su segundo disco, Altamar, incluso convocaron una cuerda de tambores.
En el caso de los nuevos sonidos, lo que todavía cuesta es que se cuelen en las selecciones de los disc jockeys de las milongas. Para Teixidó, es cuestión de paciencia: «Mi abuelo Pocho tiene 85 años y vio a las orquestas más grandes en vivo y bailó con todas. Él dice que las orquestas antes tocaban más pensando en el baile. Hoy, esa relación entre orquestas y bailarines está retomándose después de varias décadas. Por suerte ya hay muchas milongas que pasan tandas de orquestas nuevas, pero lleva su tiempo».
—Diego Braude