6 de agosto de 2014
En los últimos años, y gracias al paulatino abaratamiento de la tecnología, lentamente se van multiplicando las acciones trashumantes de individuos o colectivos que utilizan el cine para conectarse con otros. Los motivos, los objetivos y las modalidades son diversos, pero el común denominador es el hecho de tomar al séptimo arte como una herramienta capaz de unir a la gente.
Conocidos son los ejemplos de Cine con Vecinos o de Daniel Burmeister. El primer caso parte de Saladillo, donde los realizadores Fabio Junco y Julio Midú instalaron la producción cinematográfica comunitaria hace más de diez años, una iniciativa que los llevó a ser objeto de estudio a nivel internacional. Burmeister, por su parte, recorre los pueblos filmando películas con los habitantes de cada lugar, lo cual fue registrado en El ambulante, documental dirigido por Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano y Adriana Yurcovich.
Los mencionados no son los únicos emprendimientos en la materia. Hacia 2008, las cineastas Vivian García y Verónica Rocha decidieron combinar sus dos pasiones: el cine y los viajes. La idea, a la que se sumó la periodista y fotógrafa Griselda Moreno, consistía en viajar proyectando películas argentinas en particular y latinoamericanas en general. La gira, que finalmente llevaron adelante García y Moreno, tomó dos años y medio y las 143 proyecciones las llevaron a recorrer 52 mil kilómetros.
«Desde mi situación de latinoamericana, apuntaba a difundir y registrar, a través del cine y la fotografía, las problemáticas que nos acercan como una gran región, a pesar del aislamiento que los condicionantes históricos impusieron a nuestros pueblos», explica García. El proyecto las llevó a escuchar frases como: «Lo que están haciendo nos va a servir para que identifiquemos mejor nuestra cultura, nuestra identidad». Y dio como resultado derivado un documental y un libro. Asimismo, la movida motivó que en 2011 naciera la Red de Cines Itinerantes de América Latina.
Cine en Movimiento, por su parte, surgió hace más de una década como una serie de talleres encabezados por un grupo de cineastas. Sus estudiantes –de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano, pero también del resto del país– son chicos de distintas edades provenientes de sectores populares, adultos mayores de PAMI, veteranos de Malvinas e incluso internos de la Unidad Penitenciaria 47, de José León Suarez, o jóvenes en situación de calle. Como parte del proceso, la idea es que además los participantes se puedan convertir, ellos mismos, en talleristas.
Nahuel García es uno de los veteranos de Cine en Movimiento y fue co-director, junto a su hermano Ramiro y Sheila Pérez (también miembros de CEM) de Tren blanco, un premiado documental sobre el tren que transportaba a los cartoneros desde y hacia el Gran Buenos Aires. El denominador común de todos los proyectos es, como señala García, que el «cine tiene que estar en los barrios, en cualquier casa. Cualquiera puede hacer una película».
—Diego Braude