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Luego de la camada de bandas que dio que hablar en el amanecer del nuevo milenio, Un Planeta, Peces Raros y Güacho encabezan el recambio sonoro en la ciudad de las diagonales.

Exponentes. Güacho (izquierda) y Peces Raros (derecha) surgieron en la misma escena que dio origen a El mató a un policía motorizado y otras bandas ya instaladas en el rock local. (Ariel Valeri/gentileza Peces Raros)

El foco permanente de la prensa especializada y del público de rock de la ciudad de La Plata ya cuenta con varias generaciones de argumentos artísticos, desde la fundación de La Cofradía de la Flor Solar hasta el desarrollo estético y metodológico de Los Redondos y sonoro en el caso de Virus. Con el denominado «Nuevo rock argentino», también hubo aporte con Los Peligrosos Gorriones y luego, con la canción pop y arrabalera en las radios, Estelares se ganó su lugar. A su vez, Guasones construyó un camino paralelo a través del rock clásico, stone y elegante, y también pasó a formar parte de rankings y festivales.
Superado los primeros años del siglo XXI y basados en una escena delimitada por la tragedia de República Cromañón, los paradigmas se redefinieron. La época estaría signada por un sonido lo-fi y, a la vez, redefinida gracias a los avances tecnológicos y los alcances de Internet. Los abanderados fueron los El mató a un policía motorizado, junto con una camada de bandas integrada por 107 faunos, Valentín y los Volcanes, Thes Siniestros, Sr. Tomate, Norma, Mostruo!, La Patrulla Espacial y Shaman y los hombres en llamas. Ellos son los antecesores de la oleada más reciente, en la que aparecen exponentes destacados, como Un Planeta, Peces Raros, Güacho, Tototomás y, en menor medida, Reales Kimonos que acaba de llamar la atención con su disco debut Superhéroe.
«En la ciudad de La Plata se está dando un proceso de reformulación y recambio, sobre todo en una cuestión estética, de sonido, que se circunscribe dentro de una realidad más global», explica el periodista Juan Barberis, exdirector de la revista De garage y actual colaborador de Página/12 y Rolling Stone. «La propuesta guitarrera, algo desaliñada y minimalista que dominó la escena durante la década pasada fue mutando hacia un sonido mucho más complejo, atravesado por la tecnología y nuevas búsquedas rítmicas. Hoy las bandas están más enfocadas en dar buenos shows, en tratar de sonar bien ajustadas. Esa exigencia para tocar y sonar bien en vivo es mucho más rigurosa que hace diez años», agrega Barberis. «La generación post-El Mató, con grupos como Peces Raros y sobre todo Un Planeta, están marcando la diferencia», concluye.
«Al principio estudiaba la música que me gustaba, que eran cosas más bien experimentales. Y pensaba que iba a tocar en ese estilo, hasta que aparecieron las canciones», explica Gastón Lé, de Un Planeta. «En ese momento, por ejemplo, salió In Rainbows, de Radiohead y la cosa fue derivando. Ahí resurgió mi gusto por la canción. Obviamente, de pendejo escuché gente que hacía canciones, como Soda Stereo, David Bowie y Björk, pero lo había dejado un poco de lado. Después también empecé a escuchar que, en el plano local, salían canciones de El mató o Ático que me gustaban. Hacían canciones en castellano de otra manera y me di cuenta de que yo también podía cantar», cierra. «No me siento dándole inicio a ninguna génesis, sino más bien formando parte de una continuidad», advierte a su turno Lucio Consolo, de Peces Raros. «A La Plata se le ha puesto el ojo y eso generó un relato. Y bueno, nuestra banda, a la vez, también está metida en este contexto», explica. Para Lisandro López De Castilla, el nacimiento de Güacho fue a partir de otras búsquedas. «Puede ser que hayamos sido parte de una renovación. Cuando grabamos Vol. I no estuvimos muy influenciados con el sonido que más suena en la ciudad. Hacía mucho tiempo que escuchábamos otro tipo de música», afirma. Y apunta que los estadounidenses Tool y los locales Los Redondos fueron, por metodología y estética, una guía en ese primer momento.
Peces Raros editó su debut No gracias en 2014. Un Planeta volvió a fundamentar su rótulo de «revelación» con Refugio, su segundo larga duración. Güacho ya está trabajando en su Vol. III, concebido como una obra conceptual que muta en relación con su propio contexto. Durante los últimos meses, también se dieron dos debuts destacables: el LP mencionado de Reales Kimonos y Jau jau de Tototomás.
«La atmósfera universitaria nutre a diestra y siniestra a toda la maldita ciudad», explica Consolo. «La Plata tiene momentos en los que muere, no es como Capital y su quilombo permanente. Por eso pienso que su música no es tan histérica ni tan ciudadana», destaca Lé. Y López De Castilla cierra: «Es la ciudad a la que le cantamos y le escribimos. Somos de acá, siempre dijimos que no podríamos estar en otro lado».
Cada uno de estos ejemplos diversifica su propuesta sonora por caminos totalmente diferentes. «Si alguna vez existió el sonido platense, cosa que podría pensarse a fines de los 80 o principios de los 90 quizás, ya es algo imposible, por esta apertura hacia el mundo que facilitó la web», analiza el periodista Juan Barberis. Lo que permanece como certeza es que la capital de la provincia de Buenos Aires sigue siendo el origen de muchas de las mejores bandas de rock del país.

Facundo Arroyo

 

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