La actriz protagoniza una película sobre el caso de abuso sexual que estalló en la cadena de noticias Fox, que le valió una nueva nominación al Oscar. Fascinada por la realización cinematográfica, disfruta más su rol detrás de cámara. Empoderamiento femenino y cambio social.
12 de febrero de 2020
(Valerie Macon/AFP)
Los que la vean en El escándalo en Argentina probablemente no podrán apreciar su trabajo como quienes en Estados Unidos siguieron durante años a la presentadora televisiva de la cadena Fox a la que interpreta, Megan Kelly. Aún así, no les costará entender por qué su interpretación la condujo a su sexta nominación al Globo de Oro y le valió su tercera candidatura al Oscar como mejor actriz. Sin embargo, para poder valorar cabalmente su labor, hay que entender que la actriz sudafricana fue, además, la productora de la película y, en ese rol, la responsable de que el proyecto de narrar los abusos producidos dentro del canal de noticias haya llegado a buen puerto. Obsesionada por contar buenas historias, Theron compartió con Acción su mirada sobre su propia carrera y la transformación del lugar de la mujer en la sociedad actual.
–Muchos directores dicen que sos la persona más práctica del mundo y que sabés cómo encontrar soluciones a todo. ¿A qué atribuís esa cualidad?
–Creo que tiene que ver con mi pasión por querer hacer películas, que hace que un «no» sea simplemente un obstáculo pequeño y que trate de superarlo. En mi vida cotidiana soy bastante pragmática y optimista. Siempre me recuerdo a mí misma que, si fuera fácil, no tendría el mismo valor. Por eso, cuando me embarco en una aventura que no necesariamente sale como quiero, en donde hay problemas constantes, como fue el caso de El escándalo, sé muy bien que si no los hubiera no me importaría tanto. Y, por cierto, cuando logro terminar la película y es bien recibida por la audiencia, la sensación de triunfo es más fuerte.
–¿Cuál fue el problema más grande que hubo que superar en este caso?
–El financiero. El proyecto llegó a nuestra productora con el dinero para ser filmado, por eso sentimos que estaba todo listo. Cuando estábamos cerca de la fecha de rodaje, el financista nos pidió que buscáramos un socio para que lo ayudara con algunos de los costos. Lo hicimos y no pensamos demasiado en eso, porque es algo que suele ocurrir cuando hacés una película de esta magnitud. Pero dos semanas antes de empezar, el estudio se echó atrás. Simplemente, nos dijeron que se iban de la película. Teníamos a todo el elenco contratado y todos los jefes de departamentos estaban listos para empezar. Fue un golpe tremendo. Con gente del calibre de Nicole Kidman, Margot Robbie y John Lithgow, no es fácil reprogramar los horarios, porque son figuras que suelen estar muy ocupadas. Sabíamos que si no empezábamos a filmar el día previsto, no se iba a poder hacer la película con esos actores. Y cuando de repente estás en una situación así, hacés todo lo que sea necesario para mantener el proyecto a flote. Así que primero recurrí a Aaron Gilbert, director de la compañía Bron, con quien ya había hecho otras dos películas, y él aceptó rescatarnos. Luego llegó Lionsgate, que tomó la distribución en Estados Unidos y se convirtió en nuestro socio. Pero hubo una semana en la que entramos en pánico y en la que debo haber envejecido cinco años. Tuve que llamar a Nicole y a Margot para explicarles lo que estaba pasando. Las dos me apoyaron y me dijeron que se mantenían en sus puestos. Todos los jefes de departamento hicieron lo mismo, a pesar de que no teníamos ni un centavo. No había con qué pagarles, pero nos esperaron. Cuando tu director de fotografía te dice que no se va a volver a Londres hasta que se haga la película, te empecinás más en que el dinero aparezca de una manera u otra.
–La película trata sobre el acoso y la discriminación sexual. ¿Cómo fue tu experiencia personal con estos temas?
–Escuché hablar sobre acoso sexual durante toda mi vida, pero ahora las cosas cambiaron en relación a cómo eran hace diez años. Recuerdo muy vividamente cuando hice Tierra fría, que es una película que se hizo en 2005 sobre un caso que ocurrió en 1989. Y aún así decían que era una película de época. Eso dice mucho sobre aquel momento: se dejaba entrever que el acoso era algo que había ocurrido en el pasado, que había sido resuelto y que ya no seguía pasando. Sin embargo, las mujeres siempre tuvimos en claro que no era así, pero no nos permitían ser parte de la conversación. No nos creían. En cambio, gracias a tantas mujeres que con mucha valentía contaron su historia, el debate cambió y surgieron movimientos como Timeʼs Up y MeToo, que nos permitieron darnos cuenta de que es un problema de la sociedad en general y que tenemos que revisarlo entre todos. Por eso hacer una película como El escándalo es importante. No es que hayamos planificado hacer una película sobre el tema aprovechando el clima que se vive hoy en Hollywood, fue pura casualidad. Empezamos con este proyecto antes de que pasara lo de Harvey Weinstein, Charlie Rose o Matt Lauer. De todos modos, creo que no la podríamos haber hecho en un mejor momento, porque es el debate el que va a generar los grandes cambios.
–En muchas entrevistas contaste lo dura que fue tu experiencia como modelo en París cuando eras una adolescente. ¿Tuvo que ver con el acoso sexual o con cómo te trataban los agentes como mujer?
–Fue una combinación de varias cosas. Por empezar, no era lo que quería hacer con mi vida. No era algo que hiciera con pasión. Pero soy consciente de que hay mucha gente que lo vive de otra manera. No quiero hablar mal de una industria que funciona muy bien para mucha gente. Mirando hacia atrás, había una dosis de abuso en ese mundo. Recuerdo haber estado en sesiones fotográficas en las que sentía que no había nada que pudiera hacer para contentarlos. Y esa es una situación muy difícil para una adolescente. Una de las razones por las que quise hacer esta película fue porque sentía que no es algo que solamente ocurra en una industria: es algo que también afecta a las mujeres que cosechan paltas en el norte de Estados Unidos y a las que trabajan en un banco. El primer caso de acoso sexual en el que se estableció que el derecho a no ser acosado sexualmente es un derecho humano, de hecho, fue el de una mujer que trabajaba en un banco. Por lo tanto, la idea de que es algo que solo ocurre en Hollywood es equivocada.
–¿Te parece que los hombres hoy se están comportando de manera más responsable porque están advertidos?
–Es posible. Lo que le ocurrió a Roger Ailes, que fue despedido de una organización que básicamente él mismo construyó, es un buen ejemplo de las consecuencias que puede tener este tipo de comportamiento. En la película, él dice: «Es el dinero y el tiempo de Rupert Murdoch, pero yo hice que fuera exitoso». Ailes tenía un poder inmenso y, sin embargo, cayó de una manera estrepitosa. Lo mismo ocurrió con Harvey Weinstein, con Matt Lauer y con Charlie Rose. A partir de esos casos queda claro que ya no nos tomamos estas cosas a la ligera y que las grandes compañías ya no se pueden dar el lujo de mirar para otro lado en este tipo de situaciones. Las corporaciones que no eliminen de cuajo este tipo de comportamiento van a ser rechazadas por la sociedad. Pero yo creo que en este momento no solo estamos hablando sobre acoso sexual, sino también del hecho de que las mujeres nunca han tenido el mismo acceso al poder que los hombres. Hace poco vi un documental muy interesante, en el que se muestra que las mujeres que se reciben en la universidad comienzan al mismo nivel que los hombres y que los trabajos se dividen equitativamente, pero cuando una mujer decide tener una familia, empieza a perder posiciones porque se espera de ella que se quede en su casa criando a su hijo, mientras que la gran mayoría de los hombres no pasa por esa situación. Además, hay un estigma en nuestra cultura, según el cual si tenés un bebé no vas a estar tan dedicada a tu trabajo porque vas a estar más concentrada en la crianza. Esos son algunos de los problemas que tenemos como sociedad: nos va a resultar mucho mas difícil cambiar, pero no es imposible. Hay países como Ruanda, en donde a partir del genocidio, en el que fueron asesinados 800.000 hombres, las mujeres tuvieron que asumir los roles que antes tenían ellos. Y hoy Ruanda tiene una de las economías más florecientes de África, lo cual es un buen ejemplo de lo que ocurre cuando las mujeres tienen posiciones de poder.
–¿Por qué creés que, además de ser una actriz exitosa, te pudiste convertir en una productora eficiente?
–Pensar que lo hice todo sola sería un enorme error de concepto. Hubo mucha gente que creyó en mí, que me apoyó, me estimuló y me tuvo bajo su ala. Pero cuento con una cualidad que tienen todos los sudafricanos, que es la resistencia. Y eso jugó un papel importante para que me haya ido bien, porque nunca estuve dispuesta a rendirme. Estoy agradecida de tener esa cualidad, que le atribuyo a haber crecido en mi pais, porque allí aprendí a ser tenaz y a no acobardarme frente a los obstáculos. Pero por sobre todas las cosas, tengo que acordarme de la gente que creyó en mí, porque eso me recuerda que no puedo fallar, que tengo que trabajar cada vez más duro porque siento una responsabilidad hacia ellos, que dedicaron su tiempo y su energía en darme una oportunidad.
(Jean Baptiste Lacroix/AFP)
–¿Te gusta más producir que actuar?
–Sí, totalmente. Hay muchas películas en las que soy tanto productora como actriz. Son dos trabajos que en cierta forma se suman. Incluso cuando no estoy produciendo, me interesa todo el proceso de la realización cinematográfica: me fascina. Esa mirada que tengo sobre el cine viene de un profundo amor por la realización cinematográfica, que va mucho más allá de pararme frente a una cámara y repetir parlamentos. Hay toda una parte del cine que tiene que ver con la industria y el negocio, con tratar de entender la logística y lograr que un proyecto sea posible. Eso es algo que me atrae mucho.
–Con apenas 44, ya tenés un Oscar y una estrella en el Paseo de la Fama. ¿Hay algo que te falte demostrar en tu carrera?
–Estoy muy agradecida por todo lo que me tocó, y me resultaría muy difícil hablar de esto con una actitud sarcástica. Me han dado muchísimas oportunidades. Yo no podría tener una carrera tan amplia y con tantos géneros si no me hubiera topado con gente que creyó en mí. Yo necesitaba de George Miller para que me diera la oportunidad de participar en Mad Max: furia en el camino. También necesitaba de Jason Reitman para poder filmar Adultos jóvenes primero y luego Tully. Tengo en claro que tuve mucha suerte de poder contar con tantas oportunidades, por lo que el mayor desafío para mí en este momento es cómo hacer para no arruinarlo todo. Constantemente, estoy tratando de aprovechar al máximo mi capacidad como actriz. Y ese va a ser siempre el mayor desafío para mí, mientras quiera seguir actuando.