De cerca

Perspectiva de género

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Después de saltar a la fama con Mad Men, alcanzó su consagración como actriz con El cuento de la criada, la serie basada en la novela de Margaret Atwood que va por su tercera temporada. El feminismo leído en clave distópica y el movimiento #MeToo en Hollywood.


(Ralston / AFP / Dachary)

Alos 36 años, las cosas no podrían marchar mejor para esta mujer nacida en Los Ángeles que frecuenta los sets desde que era muy chica. No solo ha ganado su segundo Globo de Oro por su trabajo en El cuento de la criada, la serie que regresó con una tercera temporada, sino que hoy es una de las actrices más solicitadas de la industria del cine. Tuvo uno de los papeles principales en Nosotros, la película de terror de Jordan Peele, y espera el estreno de varias otras, como Luz de mi vida, dirigida por Casey Affleck; Las reinas del crimen, en la que aparece junto a Melissa McCarthy; y Shirley, en la que su compañero de reparto es Logan Lerman. Pero aunque la consagración le llegó gracias al personaje de June Osborne, Elisabeth Moss trabaja sin descanso desde hace años, tal como atestiguan sus siete temporadas encarnando a Peggy Olsen en Mad Men. Y ahora se destaca en su papel de June en El cuento de la criada, esa distopía que transcurre en el territorio imaginario de Gilead, una república que se caracteriza por su sociedad de castas y su totalitarismo religioso.
–¿Qué novedades trae la serie?
–Para June es el descubrimiento de que debe convertirse en uno de ellos para poder derrotarlos. Tiene que volverse más fuerte, más inteligente y ser más implacable. Ella decide que quiere seguir golpeándolos donde más les duele, y no va a permitir que nadie ni nada se interponga en su camino. Esta temporada trata tanto sobre la persona en la que se terminó convirtiendo June como en la que fue cuando llegó a este mundo y fue capturada. Cambió mucho, es algo inevitable, porque todo lo que le hicieron dejó una fuerte marca en ella.
–¿Te imaginás haciendo la serie por varias temporadas más?
–No tengo idea. Algo de lo que hablamos todo el tiempo entre nosotros es que se llama El cuento de la criada: es la historia de esta mujer, no la de Gilead. No se cuánto puede durar. Para mí es mucho más interesante ahora que al principio, porque conocemos a los personajes, ya no tenemos que establecer cómo funcionan las cosas. Podemos ir mucho más lejos y hacer cosas que son más complicadas. Ahora podemos permitirnos que June crezca, que sea una persona diferente. Para mí en la tercera temporada es cuando las cosas empiezan a ponerse verdaderamente interesantes.
–¿Cómo te preparás para cada episodio de la serie?
–Es distinto a mis otros trabajos, no puedo tener el mismo grado de preparación, porque cuando estás involucrado en la realización de la serie como lo estoy yo, te la pasás leyendo guiones, pensando en el camino que tienen que tomar las cosas, tenés muy presentes los episodios previos y los que van a venir. No me hace falta demasiada preparación en el momento de grabar una toma porque estuve pensando en la serie y en el personaje todo el tiempo. Además, mientras estás grabando, a lo mejor estás haciendo la postproducción de los primeros episodios y, a la vez, estás preparando los siguientes dos. Estoy tan involucrada que no necesito estar lista, porque estoy viviendo la realización de la serie. Es una gran parte de mi vida durante diez meses de cada año, siete de los cuales nos lo pasamos grabando.
–¿Sentís que el enfoque de la serie refleja de alguna manera lo que está pasando en este momento con las mujeres en el mundo?
–En cierta forma sí, pero confío en lo que nos dijo Margaret Atwood, la autora de la novela en la que se basó, cuando le hice esa pregunta mientras hacíamos prensa para la primera temporada. Aquí estamos, dos años después y la situación de las mujeres en Estados Unidos ha empeorado. Las dos cosas que me dijo fueron verdaderamente interesantes. Una es que si te quitan el derecho a protestar es que estás verdaderamente en problemas, algo que ella puso en el libro y nosotros llevamos a la serie. También nos dijo que teníamos que estar atentos a la legislación, que lo más importante no son las grandes elecciones que tienen lugar cada cuatro años, sino las más pequeñas, en las que puede imponerse gente que comience con las medidas restrictivas a nivel municipal o estatal. Porque cuando llegan a cierto lugar, ya no hay forma de lograr que eso cambie.
–¿Qué opinás de lo que está ocurriendo en Estados Unidos con el tema del aborto?
–Creo que estamos viviendo una situación bastante terrorífica en este momento. Es que se parece mucho al período del libro El cuento de la criada anterior a la organización de Gilead, cuando todo el mundo estaba bastante preocupado por lo que estaba pasando. La vida parecía normal, pero había cosas que anticipaban lo que iba a venir. Yo creo que uno tiene que tener la opción de decidir. No se le puede decir a la gente lo que tiene que hacer, lo que debe creer, a quién debe amar o lo que tiene que hacer con su cuerpo.
–¿Cómo analizás lo que ha ocurrido con el movimiento #MeToo en Hollywood?
–Estoy muy feliz de que se haya dado y espero que las cosas cambién definitivamente. Confío en que de aquí a unos años miraremos hacia atrás y lo veremos como el inicio de una nueva era de cambio. Me siento muy orgullosa de todas las mujeres que se han atrevido a hablar y que han tenido la valentía de dar un paso al frente, sobre todo cuando todas tienen algo para perder. Hay algo heroico en todas ellas, por lo que espero que les enseñe a las generaciones más jóvenes de actrices a hablar y a no permitir ciertas cosas. Para que sepan que las vamos a apoyar si es que ocurre.
–Si mirás atrás en tu carrera, ¿cual dirías que fue el momento en el que todo cambió para vos?
–Hice esto durante 30 años. Es mucho tiempo. No hubo un momento en el que todo cambió para mí, porque son todos pequeños pasos los que van construyendo una carrera. Sin embargo, creo que The West Wing marcó el inicio de una etapa importante. Aprendí muchísimo en esa serie, cómo tenía que actuar, ser profesional, lo importante que es ser amable con los demás. Mis compañeros en la serie cumplían con cada una de esas cosas y además eran muy talentosos. Si me preguntás cuál fue la etapa más difícil, te diría que es El cuento de la criada. Es el trabajo más duro que tuve. El hecho de que sea productora le agrega muchas horas, pero a la vez hace que sea el más divertido y satisfactorio de toda mi carrera.
–Trabajaste en muchas series. ¿Con qué autor-productor te llevaste mejor?
–Si te lo digo voy a ofender a alguien, sin dudas. Pero tuve la suerte y el privilegio de trabajar con gente verdaderamente brillante, como Aaron Sorkin, Matt Weiner, Bruce Miller. Todos son muy diferentes entre sí. Mis experiencias también fueron muy distintas, como un personaje recurrente en The West Wing, uno regular en Mad Men y la protagonista de El cuento de la criada, en donde además soy la productora ejecutiva. En esta tengo la posibilidad de ver mucho más lo que pasa detrás de escena, aprendí cómo funciona el proceso de escritura y, lógicamente, mi relación con el guionista y director, Bruce Miller, fue completamente distinta.


(Emma Mcintyre/Getty Images)

–¿Representó una frustración para vos no haber sido bailarina?
–No. Ahora que tengo 36 años me alegro de no haber ido por ese camino, porque es una vida muy difícil. Tengo una enorme admiración por los bailarines profesionales, porque es muy duro. Tienen que cumplir con un entrenamiento intensivo sin saber si les va a ir bien, si se van a lastimar. Son verdaderos atletas. Yo estoy muy feliz con mi vida y con cómo se han dado las cosas.
–¿Ese entrenamiento te dio algo en tu carrera como actriz?
–La disciplina y la comprensión de que las cosas nunca son fáciles, que si uno quiere algo tiene que trabajar duramente para conseguirlo. Cuando me entrenaba como bailarina, entre los 6 y los 11 años, me pasaba seis días por semana, dos o tres veces por día en clase. Así aprendí que nada es fácil, que hay que trabajar y practicar. Que nadie lo puede hacer más que vos misma, y que si querés progresar, ese es el único camino. Es algo que todavía hoy sigo llevando conmigo.
–¿Cómo fue tu formación como actriz?
–Nunca estudié actuación, pero siempre digo que tengo una larga educación en lo que hago. Trabajo como actriz desde que tenía 6 años. Desde entonces me tocó participar en proyectos con directores y guionistas muy diferentes, compartí sets con muchos actores y actrices haciendo papeles muy distintos. Y esa ha sido mi formación. Por eso, aunque no lo he hecho formalmente, suelo decir que recibí mi educación en la práctica.
–¿Qué te llevaste de tu paso por Mad Men?
–Me dio muchísimo en mi carrera y también en un plano artístico. Sin embargo, lo que me llevé fue la experiencia personal de trabajar con Matt, con todos esos actores y los integrantes del equipo técnico. Nos convertimos en una familia mientras la grabábamos.
–¿Es una ventaja que esta era de la televisión te permita tener tiempo para hacer otras cosas?
–Sí, en The West Wing teníamos entre 22 y 24 episodios por año y, afortunadamente, como no participaba todo el tiempo, tenía un ritmo relajado. Ahora disfruto de tener cinco o seis meses de descanso entre temporada y temporada, para poder hacer otros proyectos. Al mismo tiempo, la televisión es excelente en este momento. Llevo tantos años haciendo esto que me acuerdo de las épocas en las que uno grababa programas de televisión para ganar dinero y porque te daba empleo estable y, en los descansos, te ibas a hacer aquello de lo que verdaderamente te sentías orgulloso. Las cosas ya no funcionan así. Ahora te pasás seis meses grabando algo que no podría ponerte más orgullosa y, cuando viene el descanso, buscás cerezas para agregarle a tu torta. Obviamente no soy la primera persona que dice esto, pero es una época increíble para la televisión, particularmente para las actrices. Creo que me ha tocado participar en el momento ideal.
–Seguís trabajando en películas independientes. ¿Buscás que el público no te identifique con un solo papel?
–Honestamente, no tengo una agenda. Siempre busco buen material y buena gente con la que colaborar. Si me ofrecieran un gran guion que se pareciera muchísimo a El cuento de la criada y tuviera que usar un traje azul todo el tiempo, si estuviera muy bien escrito y la gente involucrada me interesase, diría que sí sin dudarlo. Busco proyectos que me inspiren y me desafíen como actriz. Lo único delicado de El cuento de la criada es que tiene un nivel muy alto, por eso cuando busco proyectos para hacer durante mi descanso, intento encontrar guiones que impliquen un desafío aún mayor. Hasta ahora, creo que lo que he hecho en esos descansos no ha estado nada mal.
–¿Qué sentiste cuando representaste a Suecia en el Oscar con The Square?
–Fue algo fabuloso. Mis bisabuelos son de Gotenburgo, Suecia. Viajar allí para filmar The Square fue algo verdaderamente maravilloso, sobre todo porque mientras estaba allá miraba a la gente y siempre encontraba a alguien que se parecía a algún primo. La pasé muy bien. Además valoro mucho las películas extranjeras. Es más, creo que no tendríamos que llamarlas así, sino simplemente películas. Me parece que hay muchos artistas extraordinarios haciendo trabajos asombrosos en muchos países. El hecho de que en la categoría de mejor película en idioma extranjero solamente queden cinco candidatas es algo verdaderamente delirante para mí, con todas las buenas películas que se hacen en el mundo.

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