18 de January de 2025
La reconocida fotógrafa viajó al Círculo Polar Ártico y contó los detalles de la intensa experiencia en un documental, un libro de imágenes y otro de diarios.
Referente. Lestido es una de las figuras más destacadas de la fotografía contemporánea.
Foto: Freddy Heer
Largometraje documental. Fotografías. Diario de viaje. A su modo, la reconocida fotógrafa Adriana Lestido rodeó con esos lenguajes a una de sus últimas obsesiones: el Círculo Polar Ártico, sus auroras boreales, la naturaleza típica de ese lugar. Entre las distintas formas de narrar lo mismo, surge una pregunta: ¿cuán aprehensible es lo salvaje?
Lestido es, sin dudas, uno de los nombres más importantes de la fotografía argentina contemporánea. Logró lo que pocos y pocas: un registro, un estilo de autor. Su serie sobre mujeres presas, madres adolescentes, su labor como fotorreportera son material de referencia. En su rol docente, es formadora y maestra de varias generaciones de profesionales. Y ahí sigue, vale imaginarla: entregándose a una caminata de mediana distancia, nieve arriba, cámaras en mano, en el confín norte del mundo. En soledad, pero de ninguna manera sola.
Entre 2019 y 2020 viajó varias veces por el Círculo Polar Ártico. No era su primera experiencia en un territorio de ese tipo, ya que en 2012 había recorrido la Antártida. Aquel viaje también tuvo su correlato: Antártida Negra fue muestra, libro de fotos y Los diarios (Tusquets). El destino de aquel viaje era Base Esperanza, pero una serie de inconvenientes hicieron que tuvieran que desembarcar en Base Decepción: del blanco absoluto y la nieve al negro y gris de la arena volcánica.
«Aunque no era lo esperado, Decepción es negra y yo anhelaba el blanco, era donde debía estar. También eso fue un aprendizaje: saber abrirme a lo inesperado, honrar la incertidumbre. Me ayudó a comprender que no siempre lo que uno espera es lo mejor», cuenta. «Asimismo, en los viajes al Ártico para nada fue todo decisión y posibilidad. De hecho. estuve un mes en las islas Svalbard porque no me quedó otra. Las islas son un lugar durísimo. Estaba juntando valor para ir una semana, pero por un problema con la visa estuve un mes entero. Sentí que eso era lo que tocaba y ahí fui, muy asustada. Y a pesar de haber sido lo más áspero de todo el viaje, fue buenísimo poder registrar el otoño en ese lugar tan extremo».
Situado en esa zona del Ártico, Errante. La conquista del hogar es un largometraje documental donde solo hay paisaje y naturaleza; nieve, lluvia y viento; montañas, costas, aguas heladas, géiseres; animales y unas pocas construcciones; sonido ambiente. El relato audiovisual apenas se interrumpe con unas pocas citas literarias.
Ese borramiento de la presencia humana estuvo pensado desde el comienzo. «No quería que apareciesen personas, solo rastros», comenta. «El ser humano suele interferir. Los animales en cambio son siempre maestros, están en el presente, que a los humanos tanto nos cuesta. Son las mejores herramientas para conectar con otros planos. Yo quería captar nuestra forma de existir en el mundo a través de los elementos: la tierra, el agua, el aire, el fuego, la distancia ¡y los animales!».
Vuelta a casa
La obra de Lestido pareciera trazar una parábola que en su recorrido va desde las ciudades y las personas hacia la naturaleza, el campo y los cielos abiertos. Para ella todo es parte de lo mismo. «Va cambiando la forma expresiva, pero en el fondo es la misma vibración. Por ejemplo, siento que en las fotos de la Antártida están también las presas, las madres y las hijas, el amor; pero expresados a través de lo más básico, a través de la pureza de los elementos. En el fondo siempre estoy mirando lo mismo: el dolor y la belleza de la existencia», afirma.
Esa suerte de epígrafe del documental, «la conquista del hogar», le ronda desde hace un tiempo. Porque ya en una de las últimas anotaciones de Los diarios de la Antártida estaba en forma de pregunta: ¿la vuelta al hogar? Así, todo el documental se amplía con el libro de fotos y sus diarios (Planta Alta ediciones). Vale pensar, entonces, que en la experiencia resuena una suerte de legado, de testamento quizás.
Cámara en mano. Entre 2019 y 2020 viajó en varias ocasiones al Círculo Polar Ártico.
Foto: Vala Ísleifsdóttir
«Y sí», coincide. «Que se llame La conquista del hogar un poco tiene que ver con eso también: el camino de la vida que se tiene que recorrer para poder llegar al lugar de origen, volver a casa. Es un lugar que se conquista, creo, al final de una vida. Sí, podría decir que los diarios de Errante son mi legado», completa.
El estilo herzogiano de la autora queda de manifiesto. Ella dice que siempre lleva diarios de registro. En lo cotidiano, pero mucho más en los viajes. «Me ayudan a ver», explica. «Vine a estos confines para llegar a los míos», escribe en un pasaje. En otro advierte que «el cielo sabe más que yo lo que toca en estos momentos». También hay relatos triviales y aquellos propios de un viaje de este tipo.
En los diarios hay dos presencias que parecen definir no solo la admiración intelectual sino, sobre todo, la afinidad: Guillermo Saccomanno y Juan Forn. «Son dos amigos que amo tanto. Y aunque Juan haya partido su presencia lo impregna todo. Me encanta que el prólogo de Guille comience nombrándolo. Los diarios de la Antártida los hice con Juan, éstos los trabajé con Guille. Son dos grandes maestros. El mar ayudó a que se forjara nuestra amistad. Y fue Juan, con su muerte, el que me llevó de regreso al mar».
«Cuando murió Juan y fui a ver el amanecer el día de su velorio, sentí tan fuerte que ese es mi lugar», recuerda. «Mientras veía salir el sol desde el mar, limpio, radiante; me cayó como un rayo la certeza: este es mi mar, el de Las Pampas, el de Mar Azul. Esta playa, esta arena, este bosque. A mis casi 70 puedo decir que finalmente habito en mi morada».