6 de noviembre de 2021
Axel Krygier
Los años luz
La indefinible música de Krygier conjuga groove, experimentación y collage.
«No hay mucho que me guste. Hay un chico acá que no es conocido para nada. Se llama Axel. Toca el saxófono en Instrucción Cívica. Pero en su casa hace cosas con teclados y batería electrónica que no son blanditas e insignificantes como Los Encargados. Son cosas con humor, muy buenas». La frase pertenece a una entrevista que le hicieron a Luca Prodan en 1987. Axel Krygier, que por entonces daba sus primeros pasos, después integró La Portuaria y, ocasionalmente, tocó en decenas de bandas, entre ellas Soda Stereo. A partir de Echale semilla!, su debut solista fechado en 1999, desarrolló su sonido tanto en trabajos a pedido (como la música de Okupas) como en álbumes. A fuerza de groove, experimentación y collage, su obra conforma un gran y único trabajo donde lo lúdico y lo vanguardista se funden con lo popular y la ironía. Axelotl transita la huella que él mismo abrió. El título es un juego fonético entre su nombre con el axolotl, un anfibio de México que originó uno lo de los más famosos cuentos de Julio Cortázar. El sentido aparece claro: su música es, como el bicho azteca, indefinible. Ecléctica, se despliega en mundos sonoros diferentes. El comienzo del álbum se posiciona bajo las luces estroboscópicas de una disco, con sonidos procesados y la idea de un mash up que se muerde la cola. Todo es fragmentario, como si fueran suites electrónicas. Las voces –guturales, digitales, en diferentes planos– no suelen decir nada. Cuando dicen, son ideas fuerza angustiantes, poéticas, como «Quemándome al sol», una canción sobre una ruptura amorosa. Sobre la segunda parte, Axelotl se hunde en las raíces, con ritmos que remiten a cierto electro folk impuesto en los 90. Debajo del swing por momentos frenético, tribal y global al mismo tiempo, se agazapa una intensa melancolía. El disco se apaga en fade out con «Mantra raya»: una despedida lenta e inevitable como un atardecer.
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