18 de agosto de 2023
Black Mirror
Creador: Charles Brooker
Protagonistas: Annie Murphy, Salma Hayek, Aaron Paul, Kate Mara, Zazie Beetz, Anjana Vasan
Netflix
Ficción especulativa. Kate Mara y Aaron Paul, protagonistas de uno de los episodios destacados de la sexta temporada.
Desde su aparición en 2011, esta serie de antología especulativa se instaló como uno de los grandes clásicos de la era de las plataformas de streaming. Se denomina series de antología a aquellas que presentan una historia y un grupo de personajes diferente en cada episodio o temporada. Y Black Mirror es una de las más populares en ese formato. A lo largo de cinco temporadas, construyó un imaginario distópico relacionado con los veloces y constantes cambios tecnológicos que capturó eficazmente el interés de una audiencia masiva en todo el mundo.
La sexta temporada de esta creación del británico Charles Brooker, un pesimista que nunca pierde el sentido del humor, arranca con el único capítulo de este año que tiene relación con el futuro (no muy lejano): «Joan Is Awful», una mordaz sátira de la propia plataforma que emite Black Mirror (Netflix, que la sumó a su programación en 2016, después de un comentado debut en el Channel 4 inglés) protagonizada por la canadiense Annie Murphy, que interpreta a un ejecutiva cuyo mundo empieza a desmoronarse cuando descubre que la ficción que está viendo es un reflejo exacto de su propia vida y que su papel lo asume nada menos que la estrella mexicana Salma Hayek. El episodio es atrevido: advierte sobre las dificultades de no leer la letra chica de los contratos que hoy firmamos en el teléfono celular y sin revisar demasiado con empresas como… Netflix. Y también pronostica un sistema de producción donde las animaciones digitales reemplazarán a los actores de carne y hueso, con todas las consecuencias legales que eso implicará.
Pero en el resto de los capítulos de este Black Mirror renovado hay elementos sobrenaturales, una historia de true crime (un subgénero muy en boga), ciencia ficción ominosa, persecuciones de paparazzis tan agresivas como la que terminó con la vida de Lady Di y amenazas racistas. Si bien Brooker no abandona del todo el recurso de jugar intermitentemente con el sarcasmo, el clima general es denso y cargado de paranoias. Black Mirror siempre ha sido una ficción agorera, pero quizás nunca tan variada: en entregas que van de los 45 minutos a la hora y media, las historias de esta sexta temporada saltan del presente al Verano del Amor y de la comedia al drama retro y el horror gótico. Y les suman los desatinos de una sociedad que coquetea demasiado con la autodestrucción a los daños concretos y visibles que vienen provocando las adicciones y el aumento de las violaciones a la privacidad de esta época.
Está claro que fenómenos impredecibles como la pandemia de Covid-19, la prolongada guerra entre Rusia y Ucrania, el accidentado final del ciclo de Donald Trump –que de todos modos no parece agotado– y la aparición de líderes políticos tan estrafalarios e irresponsables como el magnate estadounidense en distintas partes del globo nos han llevado a pensar de nuevo en el viejo axioma de la realidad que supera a la ficción. En ese contexto, Black Mirror se acomodó a la naturaleza de nuevos relatos que, sin perder singularidad, se han vuelto un poquito más convencionales.
La velocidad con la que se vienen desplegando acontecimientos impactantes para toda la humanidad ha puesto en aprietos a los guionistas dedicados a fabricar distopías, toda una marca registrada de los últimos años. «Soy un neurótico y un pesimista patológico. Así que a mí no me sorprenden tanto las catástrofes que nos acechan», declaró hace poco Brooker. En su opinión, en los próximos años el público masivo demandará mayores dosis de escapismo y humor. Pero el inventor de Black Mirror también sabe que otras ficciones que se han revitalizado últimamente son aquellas cuyo epicentro es el terror. ¿Qué será lo que vendrá? Es evidente que el futuro es tan incierto que ni un Nostradamus contemporáneo como él puede anticiparlo.