9 de abril de 2022
Mike Mills
Phoenix y Norman, el tío y el sobrino.
Joaquin Phoenix recupera buena parte del peso que perdió para protagonizar Joker, y hace de persona «más o menos normal». Un productor radial algo solitario queda de pronto a cargo del hijo de 9 años de su hermana, mientras ella lidia con los problemas clínicos de su exmarido. El chico (Woody Norman) es maduro, sensible y tiene algún toque de excentricidad. El tío descubre que tener que ocuparse de sus demandas y a la vez trabajar puede ser de verdad complicado, pero esta no es una historia de lecciones y redenciones: en general Mike Mills, también autor del guion, consigue eludir esos lugares comunes y casi toda sensiblería. Lo que hace, con un efecto por momentos conmovedor, es mostrar a un adulto recuperando cierta perspectiva; redescubriendo el punto de vista aún no del todo contaminado de los adolescentes, a través de una investigación que realiza en su trabajo. En una charla que mantiene con su sobrino le dice, con cierta tristeza, reconociendo la pérdida que viene irremediablemente de la mano de la vida adulta: «Un día todo esto va a ser un recuerdo difuso para vos». Y luego: «Yo te lo voy a recordar». Filmada en blanco y negro, pequeña, sincera, C’mon C’mon completa una suerte de trilogía de Mills, que antes se inspiró en la historia de la tardía salida del closet de su padre en la muy buena Beginners, luego en su madre (20th Century Women) y ahora, dice, en su experiencia de paternidad, esa que suele recordarnos que alguna vez fuimos otros.