26 de enero de 2025
Imposible decir adiós
Han Kang
Random House
256 páginas
Nobel. En la obra de Kang la trama dialoga con los fenómenos climáticos, en este caso la nieve.
Foto: Prensa
«¿Dónde comenzó a desmoronarse todo?», se pregunta la narradora de Imposible decir adiós, en plena crisis existencial. Es la novela más reciente de Han Kang, una escritora que, si bien había recibido premios importantes como el Médicis Étranger o el Booker Internacional, hasta hace muy poco tiempo, al menos en Argentina, circulaba bajo el discreto radar de los lectores sofisticados. Pero, hace unos meses, todo cambió: galardonada con el Premio Nobel de Literatura por «su intensa prosa poética, que confronta los traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana», Han Kang fue la primera autora surcoreana en recibir este popular reconocimiento.
Si bien había sido publicada originalmente en nuestro país en una pequeña editorial de poesía, Bajo La Luna, el gigante Random House acabó por reeditar aquel primer libro, La vegetariana, y se convirtió además en su casa editorial, que termina el año con un lanzamiento doble tras la gran noticia: Actos humanos se suma a Imposible decir adiós y por estos días los dos ocupan las vitrinas de todas las librerías. Las portadas llevan, además, la firma de Sunme Yoon, una traductora coreana criada en Buenos Aires que comenzó a trabajar la obra de Kang hace más de una década, cuando nadie imaginaba un desenlace como este.
Nacida en Gwangju, Corea del Sur, en 1970, los suecos destacaron de la escritura de Han Kang una afilada sensibilidad para decodificar los puentes entre cuerpo y alma. Y es cierto que Imposible decir adiós comparte con el resto de sus libros un detallismo extraordinario a la hora de narrar la materia viva y sus accidentes, entre ellos la muerte. En sus páginas podemos encontrarnos con minuciosas descripciones de cadáveres, heridas, amputaciones, enfermedades, hospitalizaciones y cicatrices, sangre, pus y lágrimas, pero expuestos sobre la página con una prosa tan delicada, regada de tan profundas reflexiones, que cuesta creer se nos están mostrando escenas truculentas como las que volverán en oleadas a nuestro pensamiento cuando ya no tengamos el libro entre las manos.
Otra de las variables que aprovechan los libros de Kang es el diálogo subterráneo de las tramas con los fenómenos climáticos. La lluvia, el calor extremo o las tormentas pueden funcionar como un sutil latido de fondo en sus historias, y en Imposible decir adiós nos encontraremos con una intensa nevada que se cuela en las peripecias de su protagonista, en sus conversaciones e incluso en sus sueños. Y es este un tercer mundo que aprovecha Kang para contar: la dimensión onírica y sus proyecciones en la vida diurna, en un cuestionamiento, al fin, del paredón que las separa. Es así que en largos párrafos dedicados a narrar sueños, se juegan y se resuelven puntos clave de las tramas que se proponen.
Imposible decir adiós es una buena puerta de entrada a la literatura de esta autora, un artefacto extraño y envolvente en el que se tratan grandes temas como la lealtad, la maternidad y la memoria de un pueblo desde un abordaje intenso e imaginativo, a partir de una pequeña historia. Su protagonista, Gyeongha, recibe un llamado de su amiga Inseon, quien acaba de sufrir un terrible accidente y necesita pedirle un favor: que cuide de su cotorra, abandonada en la casa desde que ha sido hospitalizada. Así comenzará para Gyeongha una travesía extrema que la paseará por las habitaciones más privadas de la familia de su amiga, una privacidad que se abrirá, como un portón, a la historia de las peores masacres de Corea.
«¡Qué extraña es la nieve! ¿Cómo puede caer algo así del cielo?»: la literatura de Han Kang nos pone contra las cuerdas del entendimiento con latigazos entre signos de pregunta.
