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Mujeres del fin del mundo

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Ulises Rodríguez

En medio de la pandemia, un grupo de jefas de hogar fundó una cooperativa textil que hoy trabaja a pleno y se ha expandido a otras áreas productivas.

Progresar juntas. Salazar, Ruggiero y Díaz en el invernadero de la cooperativa.

NICOLAS FOGOLINI

Durante 2020 muchos hogares que tenían a mujeres jefas de hogar se vieron profundamente sacudidos por el contexto de aislamiento. Ante la adversidad y con un invierno que nunca da tregua, un grupo de madres trabajadoras de Ushuaia, en la provincia de Tierra del Fuego, decidió aunar fuerzas y fundó Mujeres Cooperativistas. Como varias de ellas habían realizado cursos de costura, el rubro elegido para aquel primer movimiento fue el textil y, la primera tarea, la confección de barbijos.
«Empezamos a juntar unos mangos para comprar las telas, el auge en ese momento eran los barbijos. Como hacemos hincapié en el cuidado del medioambiente y buscábamos la forma de no contagiarnos, y ver cómo cuidar a la sociedad, comenzamos a pensar en un producto reutilizable, que se pudiera lavar y volver a usar y que cumpliera con las normas de seguridad», cuenta a Acción Ivana Salazar, fundadora y secretaria de la cooperativa. A la producción de esos barbijos no tardó en sumarse la confección de kits sanitarios para las y los trabajadores de la salud.
Ante la imposibilidad de circular y reunirse, el hogar de cada una de esas mujeres se transformó en un nodo de producción. Terminada la producción, quien tenía el permiso de circulación pasaba a retirarlos por cada casa y los distribuía.
Dos años más tarde de aquel momento fundacional, Mujeres Cooperativistas ya cuenta con 30 mujeres asociadas y sigue en constante crecimiento. A la faceta textil –hoy se confeccionan toallitas femeninas ecológicas– se le sumó la producción de plantines de flores (caléndulas, conejitos), de plantas (retamas), de frutales y de aromáticas, todo posibilitado por la construcción de un invernadero en un espacio que les prestó la cooperativa de Vivienda en las calles Bahía Packewaia y Río Remolino, de Ushuaia.

Agroecológico y sustentable
Otro aspecto fundamental de la cooperativa es su orientación agroecológica y de desarrollo sustentable. En ese sentido forman parte de un programa del INTA, que fomenta la cría de gallinas y la producción de huevos caseros. «Tenemos 8 gallinas que ponen aproximadamente un huevo por día cada una. Son huevos de una calidad distinta a los que se venden en los supermercados y la gente nos encarga porque valora ese sabor», dice Maru Ruggiero, asociada y encargada del gallinero.
En acción permanente, las Mujeres Cooperativistas han incursionando en el rubro gastronomía con menús saludables y también en la construcción. «Siempre se dice que los hombres son los únicos que pueden laburar en la albañilería así que nosotras decidimos romper con ese mito», relata Salazar.

Mujeres Cooperativistas de Ushuaia. En medio de la pandemia un grupo de jefas de hogar de Tierra del Fuego fundó una cooperativa textil que hoy trabaja a pleno y se ha expandido a otras áreas productivas.

Marcela Díaz es mamá soltera, sostén de hogar y ocupa el cargo de tesorera de la cooperativa. «Estamos convencidas de que el cooperativismo es compartir, ayudar y dar, porque eso nos fortaleció en momentos complicados». Por eso son frecuentes los trabajos de capacitación o que se acerquen colegios al vivero para interiorizarse en el proyecto agroecológico.
«Formar parte de una cooperativa y ser mujer significó derribar barreras y una responsabilidad importante. Nos demostramos que podíamos ser parte de un proyecto productivo en el que tenemos voz y voto expresando nuestras ideas sin que nadie nos diga cómo debemos pensar», afirma la secretaria de la entidad.

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