2 de julio de 2023
Entre las novedades económicas y financieras de la semana se cerró un nuevo capítulo relacionado con la deuda que el país mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI), atadura que persiste desde que el expresidente Mauricio Macri tomó un super crédito en condiciones de imposible repago.
El viernes, concretamente, se abonaron 2.700 millones de dólares de capital adeudado con el organismo, utilizando Derechos Especiales de Giro (la moneda del FMI) y yuanes del swap que se acaba de renovar con el Banco Popular de China.
De todos modos, queda a la vista el limitado margen de acción que supone la deuda para las políticas públicas en este contexto de Estado deudor. No cabe duda de que sería deseable dejar de tener la supervisión del FMI que se reitera trimestralmente.
El ministro de Economía, Sergio Massa, precandidato presidencial de Unión por la Patria (UxP), manifestó claramente que lo ideal sería poder sacar al FMI lo más pronto posible del país. Desde luego, para ello, como hizo Néstor Kirchner en enero de 2006, debería cancelarse la deuda gigantesca asumida durante la gestión de Cambiemos. «Es necesario pensar en un programa exportador, para poder conseguir las divisas, pagarle al Fondo y volver a sacarlo de la Argentina», resumió al hablar en la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción.
El problema es que, si antes se saldaron compromisos por algo más de 9.500 millones de dólares, hoy hacen falta unos 45.000 millones.
Aun cuando se quintuplicó el tamaño del desafío, no es impensable hacerle frente. La condición básica es conseguir los recursos necesarios, lo cual está al alcance del potencial productivo (agrícola, industrial, energético, minero) y de la capacidad exportadora que presenta la Argentina.
Aquí, sin embargo, es donde aparecen diferencias sustanciales entre el modelo que procurarán desplegar Massa y su compañero de fórmula, el jefe de Gabinete Agustín Rossi, si triunfan en los próximos comicios, y las propuestas de profundización neo o ultraliberal de las opciones opositoras.
Para Unión por la Patria se trata de ganar autonomía financiera con un Estado presente, con inclusión social y con redistribución del ingreso para fortalecer el consumo y el mercado interno, lo que permitirá muchos años de crecimiento. Un rumbo, por supuesto, en consonancia con un manejo soberano de los recursos naturales, con el cuidado del ambiente, los derechos territoriales y de las poblaciones que habitan las distintas geografías.
La deuda representa un nudo para el desarrollo y es notable que la cuestión no figure en las plataformas de los precandidatos que antes integraron la coalición gubernamental endeudadora.
Frente a ese vacío, Massa detalló qué significa estar endeudados con el FMI: «Es ceder en parte tu autonomía (…), asumiendo metas, compromisos y obligaciones que actúan como un ancla contra el desarrollo».
Hasta que llegue el momento de deshacerse de la deuda con el FMI habrá que acumular la mayor fortaleza para mantener las pulseadas que serán inevitables, ya que el actual programa quedó muy desactualizado como consecuencia de la sequía, que recortó la oferta exportable de granos en unos 20.000 millones de dólares y redujo en un 40% el cobro de retenciones.
Salir del «cepo» del Fondo Monetario será uno de los principales retos de los próximos años y la cuestión central, como dijo Massa, será saber «si la Argentina tiene distribución del ingreso o no tiene. Si tiene inversión pública o no. Si tiene autonomía y soberanía o es un país dependiente. Si elige tener salarios de miseria y destruir sus pymes para concentrar la economía, o si apuesta a un país con desarrollo igualitario».
Deuda. El crédito tomado por el Gobierno anterior con la entidad con sede en Washington condiciona el desarrollo del país.
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