Los cambios en las pautas de consumo favorecieron la producción a baja escala y con alto valor agregado. Un centenar de pequeñas empresas compite con grandes marcas internacionales que aún detentan una importante participación en el mercado.
15 de junio de 2016
En crecimiento. El sector cuenta en la actualidad con más de 4.000 fabricantes. (Kala Moreno Parra)
La mejora en el poder adquisitivo de los últimos años modificó las pautas de consumo, entre las que se encuentra la mayor preferencia por bebidas alcohólicas de elaboración artesanal. La actual variedad y calidad en la oferta de cervezas en nuestro país es el resultado del desarrollo de un mercado altamente competitivo, tanto en el ámbito nacional como internacional, caracterizado por una gran innovación tecnológica y masivas inversiones en promoción y publicidad. En este segmento operan más de 100 firmas cerveceras de origen familiar. No obstante, las grandes marcas del sector mantienen aún –aunque en decadencia– una alta participación en el mercado. En un escenario de menor consumo por restricciones legislativas para su venta, el mismo se trasladó a marcas consideradas premium.
La cadena productiva comienza en agosto con el arribo de los últimos lotes sembrados en el sudeste de Buenos Aires, la cuenca del Salado y el sur de La Pampa. Se implantan más de un millón de hectáreas de cebada en todo el país. La cerveza es la bebida alcohólica que más creció entre los consumidores argentinos en los últimos 20 años, a tal punto que hoy es la más consumida con 43,6 litros per cápita, según datos de la consultora Abeceb. Dentro de esta mejora se destaca el crecimiento de la cerveza artesanal, cuya participación, según estimaciones privadas, alcanza un dígito.
Poca espuma
El control de la comercialización de cervezas en el país está repartido entre Quilmes, de la belgo-brasileña InBev, con el 75% del mercado; la chilena CCU, que en el país comercializa Heineken, entre otras, con el 22%; e Isenbeck, de SABMiller, con el 3%. Sin embargo, existen más de 100 pequeñas empresas productoras de cerveza en el país y miles de cerveceros individuales, algunas de las cuales lograron colocar sus sabores artesanales en el exterior, principalmente en Paraguay y Brasil.
La primera «microcervecería» nació en la Patagonia en 1985, pero en los últimos años el fenómeno se intensificó. Existen ya más de 4.000 fabricantes de cerveza artesanal si se suman los microemprendimientos o individuales.
«Es la principal bebida alcohólica consumida por los argentinos. Su participación en el total de bebidas alcohólicas creció de 53,5% en 2004 a 62,4% en 2014», grafica un trabajo de Alimentos Argentinos del Ministerio de Agroindustria de la Nación. Durante ese tiempo, las cervezas pasaron de 35,6 litros per cápita a los actuales 43,6. Según datos de la Cámara Argentina de la Industria Cervecera, en la República Checa el consumo llega a 160 litros. En el segundo lugar de los tomadores de cerveza se ubica Groenlandia, con 128, e Irlanda, con 127 litros. En el cuarto puesto, Alemania con 120 litros.
La Argentina compra actualmente en el exterior apenas el 20% de la cerveza que importaba en 1998. El desafío que enfrenta el sector artesanal del negocio es el ingreso de nuevos productos importados, ya sea de manera directa o mediante las grandes marcas que monopolizan el mercado local y aumentan su oferta con versiones compradas en el exterior. Las importaciones vienen en recuperación. Hace una década el 98% de la cerveza se destinaba a cuatro países limítrofes. Brasil era el principal comprador, prácticamente acaparaba la mitad de las importaciones; le seguían Paraguay (23%), Chile (20%) y Uruguay (6%). En la actualidad estos cuatro destinos explican menos del 60% de las exportaciones y se sumaron países como Angola (12%) y Canadá (7%). En esta carrera se posicionan bien los productos del centenar de empresas que elaboran cervezas artesanalmente en el país –como Antares o El Bolsón–, así como otras marcas argentinas, como Imperial (de CCU), Otro Mundo (producida y distribuida asimismo por el grupo chileno) y Patagonia, que convivían en los últimos años con una oferta mucho más amplia de importados.