13 de abril de 2016
A poco más de un mes del fallecimiento de Aldo Ferrer, el Centro Cultural de la Cooperación organizó un encuentro a «micrófono abierto» para conmemorar la trayectoria académica y el paso por la función pública del gran especialista argentino.
Un referente. Porta, Costa, López y Rougier recordaron al economista en un acto en el CCC. (Horacio Paone)
Sus aportes teóricos, nivel de participación y compromiso con la gestión; y el impacto de sus ideas en la opinión pública y en las políticas económicas, en el marco de una extensa trayectoria –cerca de 70 años–, posicionan a Aldo Ferrer casi por unanimidad como el economista más importante del país. Tres generaciones de economistas, sociólogos e historiadores recordaron al impulsor del «compre nacional» en la Sala Raúl González Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación.
Para el historiador Marcelo Rougier las claves de la obra de Ferrer son, en esencia, «bucear en la historia para comprender los problemas del presente, para obtener así más herramientas para analizarlo, pero en íntima relación con la economía mundial. De allí que su otra gran obra –además de La economía argentina– fuera La historia de la globalización». Rougier además remarcó la personalidad, generosidad y humildad de Ferrer contando una anécdota que fue recogida en el libro de conversaciones entre el economista y el historiador: «Consultado sobre la coherencia de pensamiento en toda su trayectoria, Ferrer dijo: “Desde mi primer artículo de 1950 hasta la actualidad cultivé las mismas ideas en contextos cambiantes de la Argentina y el mundo. Algunos dicen que es coherencia –como vos–, yo pienso que no se me ocurrió otra cosa. Y que ahora resulta que fue una buena elección, ratificado por la experiencia histórica».
El Director del Doctorado en Desarrollo Económico de la Universidad Nacional de Quilmes, Fernando Porta, afirmó que «sin dudas, todos en esta mesa, tres generaciones juntas, reconocemos a Aldo como a un maestro. A veces se abusa de la palabra maestro, pero en este caso es absolutamente imprescindible definirlo de esta manera, por varias cuestiones: por la intensidad de su pensamiento y de su acción, y por la honestidad intelectual con que las llevó adelante; por la humildad y generosidad con que compartió sus conocimientos; por las puertas que abrió a distintas generaciones. Y por otro lado, por su firmeza, su concisión al decir, con énfasis, con firmeza, pero sobre todo con muchísima convicción. Por estas razones creo que todos estamos hoy un poco más huérfanos». «Por supuesto hay discípulos, seguidores, continuadores y probablemente tengamos un diagnóstico sobre la situación actual, pero nos está haciendo falta ese carisma, esa convicción, esa terquedad para dar en cualquier circunstancia la batalla cultural», aclaró Porta.
Por su parte, Rodrigo López y Augusto Costa –los más jóvenes de la mesa– destacaron el rol de Ferrer como profesor y referente teórico y personal. «A Aldo lo viví como un contemporáneo», señaló López. «Lo podíamos vivir, escuchar en sus clases, en sus charlas, podía hacer el prólogo de un libro, podía estar en un jurado, lo podíamos ir a ver en el Plan Fénix, incluso participaba activamente en los debates de la coyuntura cotidiana, lo que ponía en evidencia su compromiso –a diferencia de otros académicos– con la realidad nacional hasta sus últimos días de vida», agregó. Mientras que Augusto Costa, alumno de Política Económica Argentina (pea), que dictaba Ferrer en la uba en 1999 –plena etapa neoliberal–, destacó el «aire fresco» que en esos tiempos la cátedra de Ferrer insuflaba a la carrera de economía. «Inspiración es lo que define mi relación con Aldo». Y de tal modo lo inspiró, que Costa proyectó en el cierre de la charla- homenaje el trabajo final de la materia. El video «La música de pea. El boulevard de una ilusión. Reggae industrialista para niños», que dio paso a la segunda parte de la actividad a micrófono abierto, donde el público compartió experiencias personales y de lectura sobre el «maestro».
—Mirta Quiles
