23 de febrero de 2016
La alfarería y la talabartería son las principales actividades con mano de obra artesanal. Con una oferta diversificada, logra insertarse en algunos mercados externos.
No siempre la producción manufacturera fue mecanizada e independiente de la destreza del trabajador. El oficio se aprendía, no se heredaba. La elaboración de productos artesanales, ya sea joyería, textiles, cestería, alfarería y talabartería, entre otros, requiere de un aprendizaje que está lejos de la inmediatez de los negocios actuales. Es por eso que todavía se mantiene –continúa en crecimiento– el interés por las piezas tradicionales y también contemporáneas, artículos que se venden en el país y se exportan a distintos mercados. Si bien, salvo excepciones, no hay registros en cuentas nacionales, los principales mercados a los que se venden piezas tradicionales y otras contemporáneas son el Mercosur ampliado y la Unión Europea.
Las rutas turísticas argentinas son ricas en productos artesanales que atraen las miradas de los visitantes extranjeros. A lo largo de todo el territorio hay desde artesanías aborígenes hasta clásicos vinos de etiqueta nacional, productos alimenticios, indumentaria de diseño y cueros originales. Así, según datos de las asociaciones de trabajo artesanal y microemprendimientos, existen miles de talleres por provincia que se dedican a producir distintos objetos utilitarios, estéticos y artísticos vinculados con la cultura, decorativos, funcionales, tradicionales y hasta simbólicos. Lograron convertirse en bienes de mercado con oferta interna y externa.
Su impacto en el volumen total exportable es insignificante. Según cálculos del Consejo Federal de Inversiones, el Mercado Nacional de Artesanías Tradicionales Argentinas y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, se venden al exterior por un valor estimado entre uno y dos millones de dólares anuales. El trabajo de los artesanos es muy sensible a los vaivenes económicos y a las oportunidades del mercado. La actividad busca conservar la cultura que les sirve de pasaporte a este nuevo mundo global y evitar a los oportunistas que impulsan comercios en los centros urbanos y venden estos productos sin respetar el origen y el nombre de su creador.
Tradición
Con una demanda proveniente del consumidor urbano, el visitante, el turista o el coleccionista, la oferta varía de acuerdo con la tradición de cada provincia. En los pueblos bonaerenses existen muchos artesanos que trabajan la platería, cuchillería, orfebrería y talabartería. En la región Centro, se destacan las artesanías en cuero, dulces caseros, ahumados, viñedos y bodegas artesanales, según un informe realizado por Flacso. En el Norte se ofrecen trabajos en alfarería, entre los que se destacan vasijas con formas de animales y rostros humanos; en orfebrería, como mates y utensilios de plata que poseen una filigrana de características únicas en el país. En cuanto a los tejidos, ofrecen ponchos, mantas y chales de lana de oveja o llama, así como también en lunchado que combina ambos productos. Una de las zonas más destacadas por la presencia de trabajos artesanales es la ciudad de Tafí del Valle y sus alrededores, donde existen más de 800 hornos para cocinar arcilla.
La alfarería reúne un conjunto de procedimientos por los cuales, a partir de un mineral denominado arcilla, combinado con agua, se modelan piezas directamente con las manos o con la ayuda de herramientas simples. Esta puede ser tradicional, de rescate o utilitaria. El modelado en ocasiones puede hacerse con el auxilio del torno de pie o moldes para la producción de piezas que en general son terminadas a mano. Lo que más se producen son ollas, candeleros, cazuelas, tinajas, platos, vasijas, macetones, juguetes, vasos, jarras, cucharas, cucharones, materas, bandejas, figuras zoomorfas, floreros, figuras antropomorfas, citomorfas y costumbristas, tiestos, cofres, cajillas, mollos, hebillas, collares, pailas, otros.
El segundo rubro de mayor demanda, por calidad y tradición, es el cuero. La curtiembre implica técnicas de descarnado, dividido, teñido, aceitado, secado y estirado. Esto sirve de materia prima para la confección de productos para el arreo, donde se utiliza la técnica del trenzado redondo con variable cantidad de tientos. En la marroquinería y talabartería se aplican las técnicas de cortado por molde, devastado, hormado, guarnecido armado, pegado y cocido. La oferta incluye piezas de arreos, cinturones, bridas, botas de potro, lazos, bozales, guardamontes, pellones, monturas, llaveros, vainas de cuchillo, botas, ojotas, petacas, muebles, baúles o arcones, alforjas, morrales, parches de cajas y bombos, chalecos, revestimiento de cabos de cuchillo y mates. Con la apertura de la exportación de caballos de polo, creció la venta de estos productos accesorios, dijo a esta revista el exsecretario de Relaciones Económicas, Carlos Bianco.
También existe oferta en tejidos, cestería, productos de caña, madera y metales e instrumentos musicales, trabajos en piedra, asta, piel y papel o fibras vegetales.
Exportaciones
De acuerdo con un trabajo del Ministerio de Agricultura, los rubros de exportación más importantes son cueros y tejidos y los principales destinos son el Mercosur ampliado y la Unión Europea. Los mayores compradores son Uruguay, Chile y Brasil, siendo España, Italia y Reino Unido los países europeos que más demandan artesanías argentinas. Los tejidos, la alfarería y las artesanías en metal son principalmente demandados por los países del Mercosur y de la Unión Europea. Las artesanías en cuero tienen como primeros destinos a los países del resto de América, principalmente Perú, México y Bolivia, seguidos por la Unión Europea. De los países del Nafta proviene la demanda de productos en asta, hueso y cuerno.
Por su parte, las importaciones de artesanías presentaron una tendencia decreciente, representando la mitad del volumen exportado. Los rubros de importación más importantes fueron tejidos y cueros aunque las artesanías ingresadas como alfarería son las que registraron una sostenida y creciente expansión. Las artesanías importadas provienen principalmente de la Unión Europea y Asia, liderados por China, Italia, España, Francia, India y Alemania. Dentro del Mercosur ampliado, Bolivia es el mayor vendedor.
La vinculación de las políticas de turismo y de artesanías aparece como una estrategia exitosa para la venta de estos productos en los propios territorios a los consumidores externos.
—Cristian Carrillo