16 de diciembre de 2022
Argentina registra una abrupta escalada de casos. Para prevenir los contagios la clave es volver a adoptar medidas de cuidado: vacunas, ventilación y barbijos.
Protección. Aplicarse las vacunas indicadas es una de las mejores formas de cuidarse y cuidar a los demás.
Foto: NA
Como un déja vu, en forma sostenida vuelven a crecer los casos de COVID-19 en el país. En la última semana se duplicaron los contagios y los especialistas advierten que los datos reflejan solo la punta del iceberg. Hay menos testeos, circulan en forma extemporánea el Virus Sincicial Respiratorio (VSR) y la Influenza, con síntomas similares y, después de casi tres años, las medidas preventivas se relajaron casi por completo.
«Estamos ante una nueva ola», advierte la médica infectóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, Leda Guzzi que señala que si bien el número de casos predomina en la región metropolitana (Ciudad de Buenos Aires y Conurbano bonaerense), de a poco las provincias están comenzando a registrar un incremento, producto de la circulación de la variante dominante Omicron y sus sublinajes, especialmente contagiosos.
«Hay que ser flexibles y tener inteligencia para manejarnos en este contexto epidemiológico», dice Guzzi y sostiene que, así como durante muchos meses se dispuso levantar el uso del barbijo en prácticamente todas las actividades, hoy el escenario impone tener la misma flexibilidad para ir hacia atrás. «En este momento hay que volver a cuidarse», sentencia la especialista.
Trípode de cuidados
Vacunas, ventilación y barbijo. Tres medidas que vuelven a tener vigencia. Completar el calendario de vacunación y aplicar un refuerzo si pasaron cuatro meses de la última vacuna es una de las primeras indicaciones. «Un nuevo refuerzo estimula la inmunidad celular de las personas, que es la que nos protege frente a las formas graves y también la inmunidad humoral, los anticuerpos, que son los que reducen la probabilidad de infectarse», explica Guzzi. La segunda clave de la protección es la ventilación en espacios cerrados, que representan el máximo riesgo teniendo en cuenta que el virus se transmite fundamentalmente por aerosoles a través del aire. «La ventilación cruzada y permanente reduce el riesgo, ya que al ingresar aire nuevo constantemente al lugar, la concentración de partículas infectantes, si es que las hubiera, se reduce», grafica la médica infectóloga. El tercer aspecto es el barbijo, una medida que ya recomiendan desde los Ministerios de Salud y Transporte a la hora de viajar en subte, tren y colectivo y también en establecimientos de atención sanitaria. «Es una herramienta útil de protección tanto individual como colectiva, porque reduce nuestra probabilidad de infectarnos, pero también protege a otros de nuestras emisiones de partículas al respirar, hablar, toser, estornudar o cantar», explica Guzzi.
Si hoy la suba de casos de COVID-19 se puede tomar con algo más de tranquilidad es porque las vacunas y las infecciones previas han logrado lo que se denomina «inmunidad híbrida». Argentina tiene uno de los índices de vacunación más altos y esto se refleja en la baja de internaciones y fallecimientos. «Sin embargo, el virus sigue siendo pandémico y lo demuestra con cada oleada, en cada marea como se dice ahora», insiste Guzzi.
Lejos de ser endémico o estacional, el COVID-19 vuelve a sorprender y con cada nuevo brote aumentan los riesgos de hospitalizaciones. «Por más que el impacto no sea el que tuvimos en la primera y en la segunda ola –dice la médica infectóloga–, cada vez que aumentan mucho los casos se termina reflejando sobre las poblaciones más frágiles».
Por otro lado, el tema de los testeos no es menor. Mientras el verano pasado se hisopaba en forma masiva a toda persona que presentara síntomas, hoy solo se hace en «grupos priorizados»: mayores de 50 años y personas con factores de riesgo. «Tenemos un número de casos significativamente inferior, pero eso no significa que tengamos menos casos; la realidad es que no lo sabemos, estamos viendo la punta del iceberg».
Al no contar con el testeo masivo, cuidarse y cuidar al entorno sigue siendo la recomendación. «La cuarta pata es preservarse», profundiza Leda Guzzi y hace un llamado a encender las propias alarmas para evitar los contagios.
Para Guzzi, «una medida inteligente es decir “estamos en una ola, ahora nos cuidamos, cuando haya pasado la ola volvemos a relajar los cuidados”, pero en este momento hay que cuidarse porque nunca es gratuito infectarse por Covid».
Lejos de ser un virus más el COVID-19 puede ocasionar síntomas persistentes y de diverso orden, en lo neurológico, lo cardiológico, lo psiquiátrico y también en la capacidad funcional y respiratoria. «No solo está el riesgo de tener una forma más severa, sino también el de padecer post-covid», advierte la profesional y subraya que las secuelas alteran sustancialmente la calidad de vida.
Tripledemia
«La pandemia no terminó y circulan en forma simultánea en el país los virus de la influenza A y B, el Virus Sincicial Respiratorio y el COVID-19, lo que en el Hemisferio Norte, donde está comenzando el invierno, denominan Tripledemia», explica la médica infectóloga y jefa del Servicio de Enfermedades Transmisibles y Emergentes de San Isidro, Elena Obieta. La especialista advierte que el VSR afecta a la población pediátrica –bebés y menores de dos años en general–, «pero también hay un aumento en los grupos de más de 45 años». Obieta explica que, si bien pueden atacar los tres virus al mismo tiempo «no es la situación más habitual». «Lo más frecuente es que uno adquiera Covid o Influenza A o B y en el caso de los más chicos, el Sincicial», sostiene y recomienda que frente a la suba de casos de Covid «hay que volver a usar barbijos en lugares cerrados».
En tanto Guzzi resalta que «este año hubo un comportamiento totalmente extemporáneo de los virus» y señala que «de alguna manera la pandemia por Covid generó un desacomodo en la cinética y en la dinámica del virus de la influenza que es bien estacional». Así, se registró un primer pico de influenza el verano pasado, con un invierno inusual y un ascenso de casos en primavera. Con un «proceso de reacomodamiento de los virus» los síntomas no son distinguibles, aunque, señala Guzzi, «toda vez que arranca el Covid desplaza a los demás» por su comportamiento pandémico.
La inmunidad de rebaño, que podría comenzar a recortar la posibilidad de expansión, aún está lejos.