Máxima tensión

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La oposición acelera con acciones violentas su estrategia de desestabilización política, mientras se profundiza la crisis económica y social derivada de la caída del precio internacional del petróleo. El referendo revocatorio contra Maduro: especulaciones y desafíos.


En la calle. Frente al Palacio del Miraflores, en Caracas, manifestantes
chavistas repudian un proyecto de la oposición en el Parlamento. (Federico Parra)

 

La Revolución Bolivariana vive uno de los momentos más dramáticos y políticamente complejos en sus 18 años de existencia. Enfrenta a una oposición volcada hacia la violencia callejera y al bloqueo institucional desde el Parlamento, que proclama su objetivo de derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro. Padece una grave crisis económica derivada de la caída del precio internacional del petróleo, que la despojó del 75% de sus ingresos de dólares, y que se agrava por operaciones de especulación, sabotajes, fuga de divisas, contrabando, desabastecimiento, inflación y desempleo. Como si fuera poco, una sequía sin precedentes afectó los embalses de centrales hidroeléctricas y dejó al país al borde del colapso energético. Ante esto, el gobierno impuso cortes programados de energía eléctrica y redujo a dos días semanales la actividad de la administración pública.
Venezuela atraviesa la tormenta perfecta, donde las fuerzas conjuntas de la oposición, agrupadas en la Mesa de Unidad Democrática (mud) que congrega desde grupos de la izquierda trotskista hasta formaciones de ultraderecha, socialdemócratas y neoliberales, han puesto en marcha un proceso de referendo revocatorio contra el mandato de Maduro, que será el centro del conflicto social, político, económico, comunicacional y hasta diplomático que vivirá el país, al menos en lo que resta del año. Y es poco probable que ese tránsito ocurra en paz.
«El país es una bomba, y esa bomba puede explotar en cualquier momento». Lejos de convocar a la paz que declama, el excandidato presidencial opositor y gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles, confirmó así que la violencia seguirá como un herramienta principal de la política de la mud.
En eso coincide el politólogo y analista internacional Juan Manuel Karg: «La mud tiene en sus genes un camino no pacífico, para decirlo de forma elegante. Las guarimbas (barricadas) luego de la elección de Maduro en abril de 2013, y el caos generalizado de 2014, con 43 muertos, muestran que más allá de que tenga algunas rutas institucionales, mantiene las vías de la desestabilización callejera de forma aceitada».
Esa estrategia se verificó en las protestas por los cortes eléctricos, por ejemplo, que culminaron en saqueos a comercios y ataques contra medios de transporte y oficinas públicas. Un caso notorio sucedió  en el estado de Zulia donde, pese a estar exceptuado de los cortes, sufrió un apagón prolongado el día previo a que la oposición comenzara a juntar firmas para el revocatorio. Hubo protestas que derivaron en saqueos y el asesinato de dos policías de tránsito que custodiaban un estacionamiento de colectivos. El mismo Maduro, luego, condicionó la realización del referendo al mantenimiento de la paz en las calles.
La violencia se apoya en las innegables penurias que padece la mayoría de los venezolanos. Con precios internacionales del petróleo a menos de un tercio de su valor promedio de este siglo, los ingresos del país se despeñaron. Eso redujo la importación de productos básicos en un país que vive de la renta hidrocarburífera. Aunque la primera semana de abril registró un leve incremento a 35 dólares el barril, el promedio anual está en torno de los 26 dólares cuando en 2015 se ubicó por los 50 dólares, por debajo de los entre 80 y 110 que alcanzó en la última década y media. De persistir en ese promedio, a Venezuela ingresarán 20.000 millones de dólares cuando en igual período jamás fueron inferiores a los 80.000 millones.
Ello resulta devastador para un importador neto de alimentos, medicamentos, insumos industriales y de la mayoría de los productos que consume. La crisis derivó en desabastecimiento, racionamiento, auge del mercado negro, desempleo y caía de salarios, lo que abrió paso a un malestar social inocultable contra el gobierno.

 

Sinuoso camino
«La etapa que atraviesa actualmente Venezuela es de complejidades crecientes dentro de un intento de desarrollo autónomo. Se puede asemejar a lo que fue el “período especial” cubano en algunos aspectos, bajo la forma de “emergencia económica” que planteó el gobierno de Nicolás Maduro. La caída en los precios internacionales del petróleo modificó el escenario de forma impactante», precisa Karg.
En ese marco se desarrollará el camino hacia el referendo revocatorio, al que se llegará tras cumplir pasos legales. La mud superó el primero al entregar días atrás las 197.000 firmas (1% del padrón) necesarias para poner en marcha el proceso. Dijeron haber entregado 1,85 millones. Tras verificar las firmas, se abre un plazo de 30 días corridos durante el cual deberán juntar firma y huella digital del 20% del padrón (3,95 millones) para convocar al referendo en el que, para desplazar al gobierno, deberán superar los 7,6 millones de votos alcanzados por Maduro en 2013.
El punto central del conflicto es cuándo se realizará el referendo y esa fecha, aún por determinar, será la clave para entender el nivel de tensión y violencia en el país caribeño. Para la oposición es fundamental realizarlo durante 2016 porque, de ganarlo, caerá el gobierno en pleno y habrá que llamar a nuevas elecciones, mientras que si lo mismo sucede en 2017, solo será destituido Maduro, mientras que el gobierno quedará en manos del vicepresidente hasta la finalización del mandato, en 2019.
La mud apuesta a profundizar la crisis económica con una política de cerco y asfixia en la que ellos garantizan el bloqueo institucional desde el Parlamento, donde controlan dos tercios del pleno. Se apoyan en el sector empresario y financiero para ahondar las consecuencias y reciben el respaldo de las grandes empresas de comunicación que justifican esas políticas avaladas por Estados Unidos, que considera a Venezuela una amenaza para su seguridad nacional.
El gobierno, por su parte, buscará movilizar a la sociedad beneficiada por la Revolución Bolivariana, pero principalmente a  unos dos millones de simpatizantes alejados en la última elección de diciembre cuando se impuso la oposición.
«Un eventual referendo deberá contemplar qué sucede con ese “voto chavista desencantado”. No parece correcto creer que ese sector votará por la salida de Maduro. Dependerá de la resolución parcial de algunos problemas, como el desabastecimiento y también de alguna recuperación en los precios del petróleo. Aún así, la situación económica es muy compleja para una elección tan decisiva», prevé Karg, sobre la tormenta perfecta de Venezuela.

 

 

 

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