Mundo | DEMOGRAFÍA Y POBREZA

Planeta de hambre

Tiempo de lectura: ...
Ricardo Gotta

La Tierra sobrepasó los 8 mil millones de habitantes, pero al mismo tiempo, más de 828 millones de personas están al borde de la inanición. Panorama complicado.

Intemperie. Mujeres hacen fila para buscar agua en Mukury Kwa Njenga, Nairobi. Hacinamiento y pobreza golpean a África.

Foto: Maina/AFP/Dachary

No fue un deseo sino una predicción con fundamentos geopolíticos: las Naciones Unidas celebró en 2015 que la extrema pobreza podría erradicarse de la Tierra en el 2030. Pero hace unos días, el Banco Mundial anunció del modo más aséptico que no solo no se cumplirá sino que la tendencia, a solo siete años de la meta, es que crece una cifra lacerante: 828 millones de personas en el mundo «están al borde de la inanición», con 50 millones (en 45 países) en condición de hambruna. Las cifras son rubricadas por el Programa Mundial de Alimentos de la ONU. 
Esa organización viene anunciando con cierto tono festivo que el mundo pasó la cifra simbólica de los 8.000 millones de habitantes. Intentó activar el aplausómetro cuando informó torpemente que en la ciudad de Santo Domingo había nacido el bebé que llegaba a esa cifra. Patético anuncio si se considera que la extrema pobreza se intensifica con fuerza en el «anillo de fuego»: África Oriental, algunos enclaves de Medio Oriente y el denominado «Corredor seco centroamericano» ciertamente a escasa distancia caribeña de República Dominicana, un área habitada por 10,5 millones con bochornosos niveles de pobreza.
El secretario general de la ONU, António Guterres, destacó que el hito «da testimonio de los avances científicos y las mejoras que se consiguieron en materia de nutrición, salud pública y saneamiento», y por otro lado, tal vez por pudor, reconoció que «si no superamos el enorme abismo entre ricos y pobres, tendremos un mundo de 8.000 millones de habitantes lleno de tensiones y desconfianza, de crisis y conflictos». El mismo dirigente, en la ciudad costera egipcia de Sharm el-Sheikh, de cara al mar Rojo, advirtió: «Nos estamos acercando al infierno climático, cuando aún tenemos el pie en el acelerador. O establecemos algún canon de solidaridad climática entre países o nos suicidamos en masa».
No son noticias escindidas. Es el estado próximo a la catástrofe que atraviesa el mundo. Si nos acotamos a la Argentina, el censo de este 2022 arrojó una cifra de 45.808.747 habitantes, y contemplando fluctuaciones, al menos 16,8 millones son pobres (de ellos, unos 4 millones indigentes, el 8,8%, medio punto más que en 2021). El propio INDEC señala que el 50,9% de los niños menores de 14 años vive en situación de pobreza. Claramente, la distribución alimentaria no es la deseable. Encima, hace días, entre otros fenómenos, el desastre ambiental regaló heladas a destiempo en la cordillera que quemaron diversas cosechas, al tiempo que se prevé que la de trigo será la mitad de la habitual. Sin intención de contar un chiste de mal gusto, solo un grano de la realidad… También en el centro y oeste de África ocurre: inéditas inundaciones generaron que cinco millones de damnificados quedaran con lo puesto. 

La peor noticia
La pobreza extrema en el planeta venía disminuyendo desde 1990 con una fuerte tendencia que se empezó a desmoronar luego de 2014.
David Robert Malpass, desde su despacho del Banco Mundial, adjudicó el fatal incumplimiento de la meta de pobreza a la pandemia de COVID y la crisis en Ucrania, aunque solo en 2020 –antes de que empezaran los tiros– unas 70 millones de personas cayeron en situación extrema, el 60% de ellos en el África subsahariana. A fines de ese año, 719 millones de personas subsistían con menos de 2,15 dólares al día, la ominosa línea de pobreza extrema fijada por esos organismos internacionales.
No es un tema exclusivo de las «cavernas del mundo». Por caso, el Glasgow Centre for Population Health advirtió que en los últimos tres años, en Gran Bretaña, «los recortes que obligaron a vivir a los británicos en condiciones precarias de salud y a sufrir aislamiento social provocaron la muerte prematura» de unas 300.000 personas. Son «muertes adicionales». En ese 2020, los ingresos del 40% más pobre del mundo se redujeron a la mitad, ganancias que acumuló el 20% más rico. Como ironiza el analista Andrés Gaudín: «Se le quita comida a los hambrientos para darles de comer a los más hambrientos». Los que no ponen ni un dólar de los 100.000 millones que, según la ONU, demandaría un plan serio contra el hambre.
También se requiere decisión política. La conclusión de un trabajo de Ruth Dundas, de la Woodrow Wilson Center de Washington es categórica: «Aunque se producen alimentos suficientes para los 8.000 millones de pobladores, uno de cada diez sufre hambre y desnutrición crónica». Dicho de otro modo: el factor superpoblación tiene una relación condicional con la escasez de recursos y el calentamiento global. La cuestión es el comportamiento del poder real.
Por otra parte, hubo un récord de remesas que los migrantes enviaron a sus países de Latinoamérica y el Caribe (68.000 millones de dólares en el primer semestre de este año), así como a otras regiones de Oriente Medio, sur y centro de Asia, Norte de África y la zona subsahariana y Europa. Claramente apenas disimula las desigualdades.

Amuchados
De los 8.000 millones de habitantes, unos 662 millones viven en América Latina y el Caribe, el 8,2%. La proyección indica que en 2056 la región tendrá su pico poblacional. También hay cambios significativos en la estructura por edades: en 1950 la región tenía un 5,2% de gente de 60 años o más (porcentaje similar a África), y si bien va aumentando progresivamente (se duplicó ese valor), se estima que para 2050 el promedio de la región estará en niveles comparables con Europa. Argentina, EE.UU., Cuba, Puerto Rico y Uruguay son los países con tasas más altas. Honduras, Guatemala y Dominicana (la ONU lo sabe, claro…), las menores.
La tendencia en el planeta es a la desaceleración. «El coche se está frenando», se lee en el informe de Antonio López Gay, investigador de la Universitat Autónoma de Barcelona. El crecimiento más importante se dio en los 60, con un 2,09% anual, el doble que en la actualidad. En 1804 la humanidad habría sobrepasado los primeros 1.000 millones de habitantes. Recién en 1927 se duplicó esa cifra y «rápido»; en 1959 ya eran 3.000 millones. Pasarían 40 años para que se duplicara esa cifra. Pero ese auge de nacimientos tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial se relaciona según la CEPAL con «el aumento de la esperanza de vida al nacer debido a mejoras en la salud pública, nutrición, higiene personal y medicina y la persistencia de altos niveles de fecundidad en algunos países del mundo».
Así, los 4.000 millones se alcanzaron en 1973 (luego de 14 años); los 5.000 en 1986 (tras 13 años) y los 6.000, en 1999. La barrera de los 7 se quebró el 31 de octubre de 2011. Los últimos mil millones demoraron otros 13 años. A los 8.500 se llegaría en 2030 y a los 9.000 en 2037 (15 años). ¿Habrá 10.000 millones en 2058, tras 21 años?
África seguirá creciendo y se espera que llegue a los 2.500 millones en 2050. Otro dato: en 2023, India pasará a China como país más poblado del mundo. Los chinos se acercan a su punto máximo con 1.400 millones y una tasa de fecundidad de 1,16: su población disminuiría a 1.300 millones en 2050 y a 800 millones en 2100. India, que tiene una tasa de fecundidad de 2,0, en 2060 tendrá 1.700 millones, aunque a comienzos del siglo XXII bajaría a 1.500 millones.
Hoy las tasas de fertilidad promedio mundial son la mitad de las establecidas durante las décadas de 1950 y 1960. Se estima que el pico se aproximaría a los 10,4 mil millones de personas en 2080 o 2090. Aunque ello suponga retos sociales y ambientales inéditos. Y suena alocado pensar este mundo en los próximos lustros, sus recursos, su vulnerabilidad, la pobreza, la desigualdad, su entorno, su medio ambiente.
De cualquier modo, los expertos opinan que este mundo de 8.000 millones complejiza el reto original. Jesús Sánchez Barricarte, de la madrileña Universidad Carlos III, advierte que «más población significa mayor agresión ambiental». Javier Raboso, sociólogo y demógrafo de Greenpeace, sostiene: «No hay que hablar de números generales sino también de cuánto consumen el norte y el sur, con recursos per cápita infinitamente diferentes». El profesor Joel Cohen, de la Universidad Rockefeller, apunta que no es que seamos «demasiados» sino que «consumimos mucho más recursos biológicos».
Justamente, en su instituto realizaron un estudio en que se infiere que, teóricamente, se requeriría de un planeta 75% mayor en recursos y superficie para cobijar adecuadamente a la población actual.

Estás leyendo:

Mundo DEMOGRAFÍA Y POBREZA

Planeta de hambre