25 de agosto de 2022
El dirigente, hoy gerente general de Credicoop, analiza la historia y el presente de la entidad en un momento clave para el sector pyme y la economía social.
Si bien sus orígenes están en Buenos Aires, Juan Carlos Rivera, gerente general del Banco Credicoop, pasó las últimas décadas viviendo y trabajando en Mendoza. Por eso, un imponente cuadro con montañas, la imagen de un cosechador de uvas y otros elementos que remiten a la provincia cuyana pueden apreciarse en su despacho, una manera de recordar el lugar que eligió como destino luego de haberse desempeñado en filiales del sur del Gran Buenos Aires. «Entré al Banco en 1983. Acá en Buenos Aires pasé por Contaduría General, un tiempo después fui nombrado contador de la filial Monte Grande, trabajé también en Avellaneda, volví a Monte Grande como gerente y al poco tiempo, en 1989, me fui a Mendoza, a ocupar el cargo de gerente de la filial Mendoza Centro», precisa. En 1993 fue nombrado gerente zonal de Cuyo y en 1999 pasó a ser gerente regional, atendiendo varias provincias del país, desde Jujuy hasta Santa Cruz. De regreso en la Capital Federal luego de ser designado gerente general, cargo ocupado anteriormente por Gerardo Galmés, hoy subgerente general (ver recuadro), Rivera destaca: «Hay una gran diferencia entre un banco y una cooperativa como el Credicoop. Lo que me enamoró de esta organización tiene que ver con los principios, con los fundamentos, con la historia, con los desafíos, con lo social, con las ayudas al sector pyme, a las empresas de la economía social, a las personas. Hay una gran diferencia entre trabajar en un banco privado tradicional y trabajar en esta cooperativa».
–¿Qué otras diferencias marcaría con la banca tradicional?
–Es difícil entender que se puede trabajar en una entidad financiera con objetivos sociales. Trabajar con otros principios, basados en la ayuda mutua. Ya desde su conformación este banco es diferente, no es una sociedad de capitales, es una sociedad de personas. Que hay otros fines, que hay otros objetivos. En este banco pudimos demostrar que eficiencia y democracia no son términos antagónicos. Es la gran diferencia que tenemos con el resto del sistema y que nos llena de orgullo. Hoy somos el séptimo banco del país. Mantuvimos los principios, mantuvimos los valores. Creo que cumplimos los objetivos de nuestros antecesores, no solo de los fundadores del banco sino de los fundadores de las cajas de crédito cooperativas.
–¿Qué momentos críticos de la trayectoria del banco le tocó atravesar?
–El banco atravesó momentos críticos incluso antes de ser banco; la crisis de 1966 tras el golpe de Onganía, la reforma de la ley de Entidades financieras de 1977, que las cajas de crédito tuvieran que transformarse en banco. Después tuvimos, en la década del 80, la hiperinflación de esos años, llegamos a pagar tasas de plazo fijo del 1200%. Luego vino el Gobierno de Menem, el plan Bónex, la convertibilidad, que causó estragos en la economía argentina, sobre todo en las pequeñas y medianas empresas. Hizo muchísimo daño y terminó en la crisis de 2001. Y después el famoso corralito en 2002. Lo padecimos menos que el resto de los bancos, nuestras puertas estaban abiertas, no estaban tapiadas. Las Comisiones de Asociados y el personal jugaron allí un rol sumamente importante. Explicamos que no nos sentíamos culpables, nuestro banco fue crítico de esos diez años de convertibilidad. Y nos recuperamos más rápido que el resto del sistema, hicimos una gran actividad que llamamos «Credicoop y la comunidad», una gran asamblea con dirigentes, empleados, asociados, y salimos a ver a las pymes, que nos entendieron y acompañaron hasta el día de hoy.
–¿Cómo está el banco hoy, después de otra gran crisis como fueron los cuatro años de la administración nacional anterior y luego la pandemia?
–El banco hoy se encuentra en el nivel más alto de la historia, tanto en lo comercial como en lo institucional. Una de las virtudes de nuestra cooperativa es imaginar bien los escenarios futuros. Sabíamos en el 2015 que el Gobierno impondría un modelo basado en el mercado en detrimento del poder del Estado, para favorecer a las grandes corporaciones, nada nuevo en la historia del país; lo vivimos durante la última dictadura y en los momentos con la convertibilidad. Durante la pandemia y con un nuevo Gobierno jugamos un rol importante de ayuda al sector pyme con una cantidad importante de tasas subsidiadas para pelear la pandemia neoliberal y la pandemia de COVID-19.
«Es difícil entender que se puede trabajar en una entidad financiera con objetivos sociales. Trabajar con otros principios, basados en la ayuda mutua.»
–Ahí hay algo clave, el concepto de rentabilidad mínima necesaria y el de valor cooperativo invisibilizado. ¿Podría explayarse más sobre estos dos elementos, centrales para una organización como esta?
–Los bancos privados tienen como objetivo principal maximizar sus ganancias. Nuestra cooperativa, en cambio, entre otros conceptos, tiene como misión dar servicios de calidad al menor costo posible, y esto no quiere decir que no tengamos rentabilidad, pero solo para mantener las relaciones técnicas del Banco Central y poder seguir creciendo para llegar a más pymes, a más hogares. Es por ello que nuestros asociados pagan los servicios por debajo de lo que cobra el mercado. Ese es el valor cooperativo invisibilizado, transformar lo que podría ser mayor rentabilidad en menores costos a nuestros asociados.
«El valor cooperativo invisibilizado consiste en transformar lo que podría ser mayor rentabilidad en menores costos a nuestros asociados.»
–En los últimos tiempos hubo una apuesta grande del banco por generar acuerdos con organismos nacionales para facilitar la transferencia de tecnología a pymes y empresas de la economía social. ¿Cómo evalúa estas iniciativas?
–Junto con la Fundación Banco Credicoop establecemos convenios que favorezcan al crecimiento de las pymes; hay tres convenios que firmamos con el Ministerio de la Producción, con tasas realmente fuera de mercado, líneas de crédito al 25% de tasa de interés anual, y también convenios importantísimos con el INTI y el INTA para llegar a pequeños productores, o a medianos productores, con la tecnología necesaria para poder competir con grandes empresas nacionales y extranjeras en ese rubro. Tenemos gran confianza en el país, en las posibilidades que tiene de desarrollo, de crecimiento, fundamentalmente de las pequeñas y medianas empresas que son las que generan más trabajo y son a su vez las que después reinvierten en el país. A nosotros nos llena de orgullo esto y seguiremos trabajando con los organismos, también con las universidades públicas, en diferentes desarrollos vinculados al conocimiento. Es algo sumamente importante de cara al futuro de Argentina, sumado a la calidad de los recursos humanos y los recursos materiales de los que disponemos en el país.
–¿Qué consideraciones haría sobre el contexto actual del país y qué desafíos representa esa actualidad para esta organización?
–Argentina venía viviendo una situación compleja desde antes de la pandemia, luego de los cuatro años del Gobierno anterior, con una deuda externa sumamente importante e injustificada desde nuestro punto de vista. Arrancó este Gobierno con esa situación y tres meses después estalló la pandemia, con las consecuencias que tuvo a nivel global, lo que agravó las dificultades. Cuando estábamos saliendo de la pandemia, una guerra complicó a todo el planeta. Dificultades tienen todos los países y nosotros no estamos exentos. El crecimiento de los precios de los alimentos y de la inflación a nivel global incluso en países donde se desconocía este fenómeno, un principio de recesión a nivel mundial, genera una situación universal sumamente compleja. Acaba de asumir un nuevo ministro, todos los argentinos tenemos expectativas de que se puedan revertir algunas de las dificultades, que se puedan resolver estas cuestiones y que podamos gradualmente ir bajando la inflación, ganando empleo genuino y bajar el nivel de pobreza, y digo gradual porque una gran devaluación conduciría a una gran recesión. Creo que lo que tenemos que hacer es ir avanzando mes a mes y año a año para revertir esta situación. En este marco, nuestra organización sigue apoyando a las pymes de forma tal que puedan desarrollarse, que mejoren su tecnología, que puedan producir para sustituir importaciones, que pueda incorporar trabajadores. Es de alguna manera acompañar el crecimiento de la economía del país.
–Las pymes fueron muy golpeadas por este contexto. ¿Cómo evalúa la actualidad de este sector tan sensible para el Credicoop y para toda la economía nacional?
–Sin lugar a dudas la situación es difícil, pero la evolución es favorable, los balances del 2021 son mucho mejores que años anteriores, producto de que el PBI está creciendo en torno al 4% anual, el empleo también crece y el consumo acompaña, el primer semestre el sector tuvo récord de exportaciones. También es importante destacar que desde el comienzo de la pandemia el sector pyme recibió del Estado una cantidad importante de subsidios que le permitió enfrentar las consecuencias de la pandemia. A pesar de lo complejo de la situación internacional y nacional el sector seguirá creciendo y aportando al desarrollo del país.
«Nuestro representante en la ACI seguramente llevará las experiencias argentinas y entre esas se encuentra el Banco Credicoop.»
–¿Qué evaluación hace del movimiento cooperativo a nivel mundial, que tiene hoy a un representante argentino, Ariel Guarco, electo por segunda vez como presidente de la ACI?
–A nosotros nos llena de orgullo que el presidente de ACI sea un argentino, y que sea reelecto por una amplia mayoría. Y creo que al igual que nosotros, hay otras cooperativas en el mundo que juegan un rol importante. Nuestro representante en la ACI seguramente llevará las experiencias argentinas y entre esas se encuentra el Banco Credicoop. El cooperativismo es la contracara de la desigualdad del planeta, donde los diez primeros multimillonarios del mundo duplicaron su riqueza durante la pandemia, mientras que millones de personas mueren de hambre, ciudades enteras sin agua, sin energía, un mundo terriblemente injusto. Desde la ACI, Ariel Guarco trabajará para difundir los valores y experiencias del cooperativismo para atemperar el modelo reinante, mejorando la distribución de la riqueza