14 de agosto de 2022
El dirigente cooperativista y diputado nacional sostiene que se debe cortar el círculo vicioso de la especulación y la incertidumbre, que repercute sobre los precios.
Esta semana se conoció la variación de los índices de precios al consumidor, de 7,4%, un número muy alto, pero de ninguna manera sorpresivo porque estaba dentro de las expectativas. Lo que hay que discutir son las causas. Desde hace tiempo venimos señalando que hay una cantidad de indicadores de la economía que muestran una clara recuperación. Por ejemplo, el índice de producción manufacturera que elabora el INDEC en junio alcanzó el valor más alto en 55 meses. El promedio del primer semestre fue el más alto desde que se publica esta serie en el año 2016. Los datos de empleo indican que entre mayo del año pasado y mayo de 2022 se crearon 581.000 puestos de trabajo.
En el frente financiero, la Argentina renegoció su deuda y hoy tiene una ventana de tiempo que aleja las situaciones acuciantes que tuvo en otro momento. No tenemos urgencias en este sentido. Además, se ha podido afrontar el excesivo aumento de precios de la energía, producto de la guerra entre Rusia y Ucrania. Mientras en el mundo entero se dispusieron restricciones, aquí no se aplicaron límites al consumo y se pagaron al contado todas las compras de gas, pese a su gran encarecimiento.
Está claro que la inflación es muy alta y se sigue discutiendo cómo hacer para que los salarios no pierdan terreno, igual que las jubilaciones. En este último caso, el Gobierno acaba de anunciar, además de la actualización que establece la ley, un adicional de refuerzo de los ingresos del sector pasivo.
No se puede eludir que estamos frente a una fenomenal maniobra especulativa. El punto de partida fue cuando empezó a hablarse de que no se iba a poder sostener el proceso de formación de deuda en pesos, que se viene llevando adelante con bastante éxito. Lo demuestra la refinanciación voluntaria, esta semana, de los vencimientos correspondientes a los próximos tres meses. Esos compromisos se difirieron a más de un año de plazo, lo que también implica un alivio de la situación.
Excepto los precios, en el escenario actual no hay situaciones que se vean descontroladas. Y los precios parecen tener una conducta autónoma, vinculada a las expectativas y a la especulación. Entonces aparecen la incertidumbre y las expectativas de cada uno de los eslabones de las cadenas productivas y de distribución, que se tratan de cubrir de «lo que puede pasar».
Hay que cortar ese círculo vicioso y lo político tiene, en ese sentido, un rol trascendente. El nivel de apoyo a las políticas en curso en el interior de las fuerzas que integran el Frente de Todos va a determinar su éxito. Y eso tiene que ver con los recambios en las carteras del área económica: lo que ha variado es el apoyo político, que se expresa en una mayor cohesión alrededor de las propuestas que se están llevando adelante en este momento. Eso hace pensar en un mejor resultado del que se tuvo hasta aquí.
Por otra parte, quienes enfrentan al Gobierno proponen lo que han propuesto siempre, y lo que en parte hicieron durante los cuatro años que gobernaron. Como ellos mismos dicen, en el hipotético caso de que volvieran a ganar harían lo mismo, más rápido y más profundamente. No hay ninguna idea nueva: las reformas laboral y previsional, la recesión como herramienta antiinflacionaria, devaluar la moneda, liberar los mercados. Más allá de los matices, esas ideas principales las comparten todos. En síntesis, ellos dicen que el Gobierno no tiene plan porque no se aplica una propuesta de ajuste sobre los sectores más débiles de la sociedad.