3 de agosto de 2022
Con poder de gol y un estilo ofensivo, el equipo de Germán Portanova estará en el mundial, apuntalado por la renovada estructura del fútbol femenino.
Colombia. Festejo albiceleste tras vencer a Paraguay y asegurar su pasaje a la copa del mundo que se celebrará en Australia y Nueva Zelanda, en 2023.
Foto: Télam
La explosión que generó el disparo teledirigido de Florencia Bonsegundo, su gol de tiro libre en el último minuto del partido contra Paraguay, marcó la felicidad de un objetivo cumplido y estableció a la vez un nuevo camino para la selección argentina femenina de fútbol. Ahora en el horizonte aparece el Mundial del año próximo en la doble sede de Australia y Nueva Zelanda, un paso más en su crecimiento.
No fue necesario un repechaje, como ocurrió para llegar a Francia 2019. El boleto fue directo gracias al tercer puesto en la Copa América. Será para la Argentina, si se cuentan los organizados por FIFA, el cuarto Mundial femenino después de las participaciones en 2003, 2007 y el último, 2019. Aunque la Argentina estuvo en el Mundial 1971, con goleada a Inglaterra por 4-1 en el Azteca. Aquellas jugadoras fueron Las Pioneras. De 2003 para acá, en ninguno pudo pasar la fase de grupos, tampoco pudo llevarse una victoria. Los dos empates en Francia (contra Escocia y Japón), aunque sin clasificación (hubo derrota contra Inglaterra), fueron señales de que se armaba otra cosa.
La estadía en Colombia, además, deja otros signos vitales de esta selección. Germán Portanova, entrenador desde hace un año, intenta armar un equipo protagonista, la contracara de lo que proponía Carlos Borello, su antecesor, actual coordinador y apuntado por muchas futbolistas por su estilo. Portanova adaptó su idea a las jugadoras con las que contaba: salida por abajo, acumulación de pases, un equipo que viaje junto al ataque. Y se encontró, a su vez, con jugadoras que crecieron en este tiempo.
«No tenemos jugadoras de características muy rápidas, pero sí tenemos la técnica de jugar al pie. Le busqué una forma para que jugando al pie pudiéramos ser protagonistas, que es lo que más quiero. Ahí coincidimos con las chicas, ellas pedían a gritos no acoplarse todo el tiempo atrás, no jugar al pelotazo y quedarse cerca del arco. Fuimos como anillo al dedo: ellas, que querían este tipo de juego, y yo, que lo vivo y lo siento de esa manera», le dijo Portanova a Ayelén Pujol, una de las tres periodistas que cubrió la Copa América en territorio colombiano, donde solo estuvieron los medios Relatores y FutFemProf.
Los desafíos que vienen
Esa búsqueda, que se vio en varios pasajes de distintos partidos, contó además con los cimientos de un equipo que sacó a relucir su actitud –y su paciencia– con el resultado adverso frente a Paraguay. Haber dado vuelta el partido fue un premio a esa virtud. Fue el tiro libre de Bonsegundo, pero todo empezó con la corrida, y el gol, de Yamila Rodríguez y se cerró con ella con otra gran definición. La delantera de Boca tuvo una Copa América brillante, con todo su poder de fuego. Fue la goleadora del torneo con seis tantos y fue incluida en el once ideal de la Conmebol, donde también entró otra argentina, Agustina Barroso.
La selección ingresará pronto en una transición generacional necesaria. Lo sabe Portanova, que además tuvo que trabajar en la cohesión grupal, la armonía que requería la vuelta de Estefanía Banini al grupo. Ahí habrá un desafío de lo que viene. Aprovechar la experiencia de las que tienen mundiales encima con las que llegan de abajo. La arquera y capitana, Vanina Correa, con 38 años, jugó los tres mundiales anteriores. Va por su cuarto. Gabriela Chávez estuvo en los últimos dos. Otras doce jugadoras del plantel estuvieron en Francia. Pero Yamila, la figura del equipo, la potencia goleadora de sus 24 años, va por su primera participación mundialista. Y quizá pueda haber nuevos nombres.
A diferencia de años anteriores, la selección femenina está apuntalada. La AFA ya no la tiene en un rincón, es parte de su estructura y organización. Está en el predio de Ezeiza, en la comunicación, en la presentación de camisetas, en los patrocinadores, en las cuentas oficiales de la asociación y de sus dirigentes. Se ve en la organización para cada viaje, en un staff profesionalizado y en la ampliación de derechos, siguiendo las líneas FIFA, respecto a licencias por embarazo y maternidad. Claudio «Chiqui» Tapia anota ahí una de las mejoras de su gestión. Tanto en selecciones masculinas como femeninas. Dirigentes de AFA muestran esos avances como el empuje lógico que también tuvo la selección para llegar al objetivo de la clasificación. Lo mismo que las estructuras formativas que tienen tanto la selección como los clubes, donde se guarda el futuro argentino. Un futuro que ya llegó.