7 de junio de 2022
Parte 1: En qué nos estamos convirtiendo
La Dra. Anita Castelnuovo y el Dr. Atahualpa Roitzman pertenecen al Departamento de Melancolía de la Secretaría de Estadísticas y Nostalgia del Ministerio de Ciencia y Tecnología. La Dra. Anita, entre el lamento y la resignación, comenta:
–Pida usted a alguien por la calle que le preste un libro o una lapicera. Muy poca gente podría hacerlo. Pídale un televisor o una cámara de televisión. Aquí sería al revés: la excepción es la persona que no los tiene. Hay entre 38 y 40 millones de smartphones en uso (o más). Es decir, casi todos andamos con la posibilidad en el bolsillo de mirar o hacer televisión. Roitzman agrega:
–Estamos estudiando casos de gente que empieza a tener la voz de Tinelli y dice «chauuu, chau, chauuu», de la misma manera que hay personas que empiezan a parecerse a Mirtha Legrand, e incluso, a decir sus mismas incoherencias. ¿A qué se debe esto? A que nos estamos convirtiendo en seres televisados. Y así como copiábamos a papá y mamá para empezar a hablar, fuimos copiando a las estrellas de televisión.
–Así es: la pandemia fue como el pan que se encontró con el chorizo de la tecnología e hizo este gran choripán donde empezamos a naturalizar estar frente a una cámara y trasmitirnos. Y así, Roberto pasó a ser Teleroberto y Teresa es TeresaTV. Cada uno empieza a ser su propio canal. Antes, la presencia de una cámara inhibía a las personas. Ahora, todos hemos adquirido la prestancia de hablar, bailar, actuar, hacer gestos y repetir a nuestras estrellas frente a una cámara. Mirábamos televisión: ahora somos la televisión –sostiene la Dra. Castelnuovo, mientras en sus ojos se ve la añoranza de épocas donde solo había cuatro o cinco canales. Ahora hay millones.
Parte 2: Todos somos Romay
–Es lógico: estuvimos años y años viendo televisión. Por eso ahora podemos hacerla. Solo nos faltaban las herramientas y la oportunidad. Pero hay más… –dice Roitzman mientras muestra un mensaje de WhatsApp que le mandó un amigo con un link y un «Imperdible!» que recomienda ver ese video– ¡Somos emisoras y repetidoras de televisión!
–Obvio –se suma Castelnuovo–. Además de ver y transmitir, también estamos intercambiando contenidos. Es decir: ya no contamos un chiste o comentamos algo, sino que compartimos un link. Somos gerentes de programación de nuestros amigos y conocidos. Les seleccionamos y les sugerimos qué mirar. Somos Yanqueleviches, Romays y Suars que reparten entretenimiento.
–Lejos de suponer «el fin de la televisión», deberíamos pensar en que es el fin de una parte de nosotros. La televisión no termina, se amplía. De la misma forma que la fotografía no terminó con la pintura, ni el cine con el teatro, ni la radio ni la televisión terminaron con el cine o con todo lo anterior, solamente se multiplican las formas de entretenernos (veremos esto en otra oportunidad) y, sobre todo, se multiplican las cámaras y las pantallas –dice Roitzman mientras señala en la entrada de un edificio un «teleportero», esos tipos que aparecen en una pantalla y vigilan, y se muestra que vigilan desde ahí, en silencio, solo marcando una existencia–. Nadie sabe si en realidad es un «portero grabado» en video. No habla, no hace nada. Solo muestra que «está» –dice Roitzman–. Castelnuovo concluye:
–La tecnología ya no es una herramienta. La tecnología es una gran pelopincho donde estamos sumergidos. Nos relacionamos y vemos el mundo a través de ella. Es muy probable que la primera experiencia con un objeto (una waflera), un animal (un pato) o un paisaje (playa de San Clemente) sea primero a través de una pantalla, antes que en forma presencial. Amortigua dudas (la foto de la habitación de un hotel, ver una olla que queremos comprar), extrañamientos afectivos (vemos y hablamos con un familiar que está en España) y aniquila aburrimientos (nos entretenemos confortablemente en cualquier lado).
Ahora nos transmitimos y nos entretenemos entre todos. Lo que conocimos como «televisión» era solo un momento de la televisión. No es el fin de la televisión. Es el fin de una etapa. Los programas y los canales clásicos ahora son solo una parte de la televisión. La televisión es cada vez más grande. Porque con el celular, con el Zoom, con las redes, la televisión somos nosotros.