16 de mayo de 2022
Con la ficción relegada a un segundo plano, la entrega de premios de la televisión argentina estuvo dominada por los realities y ciclos de entretenimiento.
Ganadores. El equipo de Masterchef Celebrity, el primer reality que recibe el Martin Fierro de Oro.
TÉLAM
El pasado 15 de mayo volvió a entregarse, luego de dos años de interrupción por la pandemia, el premio Martín Fierro. Más allá de los cuestionamientos y críticas que siempre recibe, resulta ser el galardón más importante para aquellos que integran la «gran familia» de la televisión argentina. Una pantalla chica donde estos últimos años el show de la realidad se comió a la ficción. Síntoma claro de un cambio de época que contrasta con lo ocurrido en las ceremonias anteriores.
Los premios, que llevan el nombre del personaje más famoso de la literatura nacional, se otorgaron por primera vez en el año 1959 en el Teatro Nacional Cervantes. El tiempo pasó y los Martín Fierro se adaptaron a los cambios experimentados por la televisión. Así se sumaron distinciones para la producción federal, el cable y por último el mundo digital, un formato muy amplio que incluye desde medios online hasta influencers.
Hoy, a diferencia de lo que ocurría años atrás, las ficciones nacionales ya no ocupan un lugar de relevancia dentro de la programación de los canales. Por ende, también perdieron protagonismo en la entrega de estatuillas. El eje se trasladó a las plataformas que, en muchos casos, como Paraumont+ y Telefe, están asociadas entre sí para ampliar las ventanas de exhibición, pero siempre privilegiando a los contenidos que circulan vía streaming.
Para la periodista Catalina Dlugi lo interesante es que, pese a que en las plataformas se pueden ver todos los capítulos juntos y por anticipado, las producciones locales también funcionan cuando se las programa en la televisión abierta. «Al público le gusta ver ficción nacional, a sus actores, y la mayoría de las veces responde. El primero de nosotros está en una plataforma y, sin embargo, es el segundo programa más visto de la TV», afirma.
Tampoco es ningún misterio que el rating no es el mismo que hace algunos años atrás. Hablar de los 63 puntos que alcanzó ¡Grande, pa! sería una utopía frente a la diversificación y circulación de contenidos. Según las cifras proporcionadas por Kantar Ibope Media, el cuarto mes del año registró una baja del encendido entre los seis canales de aire respecto a marzo, una tendencia que se acrecienta mes a mes. El encendido acumulado en abril de 2022 fue de 19,8 puntos, un número que, comparado con abril del año anterior, tuvo un descenso de 1,4 puntos. «Las plataformas han bajado los techos de rating, entonces sabiendo que hoy ese techo es de 12 o 14 puntos los canales prefieren invertir en entretenimiento y no en una ficción donde los costos y los riesgos son otros», afirma en diálogo con Acción el periodista Guillermo Courau.
El dilema se vio reflejado en la gran fiesta de la pantalla chica con Masterchef Celebrity, convertido en el primer reality en conquistar el Martin Fierro de Oro después de que producciones como Culpables (2001), Los Simuladores (2002), Resistiré (2003), Padre Coraje (2004), Mujeres Asesinas (2005), Montecristo (2006), Lalola (2007), Vidas Robadas (2008), Trátame bien (2009), Para vestir santos (2010), El puntero (2011), Graduados (2012), Farsantes (2013), Guapas (2014), El marginal (2016), Un gallo para (2017) y 100 días para enamorarse (2018) se quedaran con el premio mayor en lo que va del siglo XXI.
Este año la ficción estuvo relegada a un segundo plano, y los actores y actrices fueron los grandes ausentes de la noche. Solo hubo un puñado de distinciones para la La 1-5/18 (mejor ficción, guion, actriz para Agustina Cherri y actor para Luciano Cáceres), Apache (dirección para Adrián Caetano y actriz de reparto para Sofía Gala Castiglione, también por su rol en El tigre Verón) y Monzón (actor de reparto Diego Cremonesi, que al igual que Castiglione lo recibió compartido por su actuación en El tigre Verón). El resto de los galardones fueron para rubros como entretenimiento, reality y periodístico, con exponentes como La voz argentina, Cocineros argentinos, Intratables o PH, Podemos Hablar.
El lugar secundario que hoy ocupa la ficción en la televisión abierta quedó de manifiesto cuando se dieron a conocer los nominados a los Martín Fierro, que este año destinaron solo seis rubros exclusivos para este formato, mientras que los programas de no ficción, entre periodísticos, magazines y realities, dominaron el listado con casi 30 rubros. ¿Se incluirá a las plataformas en las próximas entregas? Es una pregunta que nadie se atreve a responder todavía.
La ausencia de comedias o dramas locales en la pantalla chica está asociada con una falta de presupuesto y, como consecuencia, hay una migración hacia las plataformas. Courau señala que «si bien el contrato no siempre es beneficioso para el productor, tiene la ventaja de la visibilidad a nivel internacional y no dependen del rating diario». Mientras que para Dlugi «el éxito en las plataformas de ficciones como El reino, Último primer día o Iosi, el espía arrepentido reconfirma que hay un público ávido de ver ficción nacional de calidad».
«Masterchef es un hit, pero con Gran Hermano hablábamos de más de 30 puntos de rating. Ese público se diseminó por las plataformas y las redes», subraya el productor Marcos Gorban. Nadie duda de que el ciclo de cocina se convirtió en un fenómeno que a lo largo de sus sucesivas versiones fue consolidando y dominando el rating, pero con números muy alejados de los 41,5 que en 2009 alcanzó Showmatch o los 36,1 que en 2001 lograron los jóvenes encerrados en la casa del Gran Hermano. «Lo que más rinde hoy es el formato de entretenimiento y esto no es porque sea interesante sino porque son muchos más baratos. Gustan, son pasatistas y salen dos pesos», afirma Courau.
El entretenimiento hoy es la estrella de los Martín Fierro y del rating, pero con números de audiencia que distan mucho de aquellos alcanzados en la primera década del milenio, donde las plataformas y las redes recién comenzaban a vislumbrarse. Cifras que ya no volverán.