14 de mayo de 2022
Santiago Mitre
Hendler es un padre primerizo que pierde su trabajo y queda al cuidado de su beba.
Santiago Mitre (El estudiante, La patota, La cordillera) regresa con esta película rodada en Francia y con un elenco internacional. Se trata de una fábula de humor negro sobre la crisis de una pareja en el período inmediatamente posterior al nacimiento de su primera hija. La escena inicial marca el tono: Lucie (Vimala Pons) maldice las dolorosas contracciones de un parto hogareño. A su lado está José (Daniel Hendler), su pareja y flamante padre que no sabe cómo acompañar la situación. La historia comienza cuando José pierde su trabajo y debe quedarse todo el día al cuidado de su pequeña beba, con su estrés e inexperiencia a cuestas. Parece tomarse la situación con calma hasta que visita a su vecino Jean Claude (Melvil Poupaud) y lo mata de modo truculento. Para sorpresa de todos, el hombre sigue con vida al día siguiente como si nada hubiera sucedido. El actor uruguayo vuelve a interpretar a ese hombre común, dubitativo y errático de las películas de Daniel Burman, en esta producción basada libremente en la novela de Iosi Havilio, con guion escrito por el propio Mitre y su colaborador habitual Mariano Llinás. Pequeña flor tiene ese componente fantástico que, como sucedía en La cordillera, no siempre encuentra el equilibrio justo. Sin embargo, abre el juego a otras posibilidades –algo surrealistas y bizarras– para representar la inestabilidad emocional de los personajes. También reflexiona sobre el encierro y la percepción del otro como una amenaza, sentimientos que sobrevolaron durante la pandemia. Aparece muy bien el español Sergi López como un terapeuta new age que seduce a Lucie con comentarios de prácticas sexuales. De este modo, entre el deseo y la catarsis liberadora, deambula Pequeña flor, que se distancia de los temas sociopolíticos abordados por Mitre en su filmografía, al menos hasta su próximo proyecto sobre el juicio a las juntas militares. En tiempos excepcionales, está comedia oscura y placentera es también una grata excepción en su propia obra.