20 de febrero de 2022
Sabíamos que en algún momento tenía que pasar… y pasó. Del préstamo impagable que nos dejaron con el FMI pasamos a que llegó el día en que tenemos que pagar. Y ahí la cosa se transformó: O pagamos o arreglamos.
Como para pagar no tenemos, porque nosotros podemos producir dulce de leche, pero no fabricar dólares, tenemos que arreglar. Arreglar, acordar, transar, conciliar, reestructurar, aceptar, refinanciar, ceder, aflojar, pelear… como a usted le guste más. Pero lo cierto es que, ya desde hace cuatro años y ahora oficialmente, con el visto bueno de los ancianos, el Fondo pasó a formar parte de la familia. Incluso como invitado permanente a los ravioles de los domingos.
Cosa que, evidentemente a todos no les gusta y así pasan las cosas que pasan, que está bien que pasen y se sepan y no que pasen igual, pero que no se enteren ni los espías de la AFI.
Hoy todos hablan y explican cosas que son muy difíciles de hablar y explicar, porque los términos del entendimiento no se entienden y hasta el mismo Mandrake ha afirmado que está analizando lo que haya que analizar para ver si puede decular (sic) lo que se escribió con letra tan chica que ni un microscopio electrónico, de esos que se usan para espiar a los electrones cuando roscan con los neutrones, puede leer.
Lo que todos saben es que algo, en alguna parte, se dice.
Por si el bolonqui fuera poco aparecen opositores festejando el acuerdo del Gobierno, junto con oficialistas que amenazan con romper todo el juego de platos de porcelana de la nona. Esto nos confunde más. Que un opositor esté a favor nos pone a nosotros en el difícil trance de tener que estar en contra, simplemente para que no nos confundan con ese opositor, que en realidad no se opone.
Es muy complicado. Y aún faltan las explicaciones que explican lo que resulta difícil de explicar. Raúl Scalabrini Ortiz supo decir que en economía, «Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo». Tal cual, si lo embarullan es que lo quieren embocar. Y, lamentablemente, en nuestro querido y sufrido país muchas veces, demasiadas, nos han embocado.
Sería bueno que la pendejada laburante le pida al nono que le cuente qué fueron y para qué se usaron el Peso Ley, el Austral, el Lecop, el Patacón, el Peso Argentino, el desagio, el Empréstito Patriótico, el blindaje, la convertibilidad y el megacanje. Eso sí, que pregunten despacio y con la pastilla para la presión al lado, porque lo que hemos visto y pasado aquí, no es lo que suelen aconsejar los médicos.