10 de febrero de 2022
La actriz israelí saltó a la fama con Poco ortodoxa, la miniserie de Netflix que se convirtió en un éxito global. Origen, trayectoria y proyectos.
Con su participación en Poco ortodoxa, la miniserie de Netflix que le valió nominaciones a los Globo de Oro y a los Emmy, se ganó los corazones de millones de televidentes en todo el mundo. Sin embargo, la israelí Shira Haas llevaba años trabajando en el cine y la televisión de su país. Integra el elenco de otra serie que se hizo famosa en la plataforma, Shtisel. Y además participó de proyectos internacionales como Un refugio inesperado, en la que trabajó de igual a igual con Jessica Chastain, o en el debut como directora de Natalie Portman, Una historia de amor y oscuridad. A fines del año pasado se la pudo ver en los cines argentinos en Asia, la película que representó a Israel en el Oscar y en la que volvió a dar muestras de su talento como una adolescente enferma que quiere conocer el amor antes de morir. Sin embargo, lo mejor está por venir: la actriz ya se ha comprometido a encarnar a Golda Meir en Leonesa, la miniserie producida por la mismísima Barbra Streisand.
–¿De qué manera cambió tu vida el éxito que tuvo Poco ortodoxa?
–Creo que no hubo un gran cambio porque el éxito llegó durante la pandemia. Me encantaría haberme paseado por las alfombras rojas, pero tuve que quedarme en mi casa, y eso me sirvió para que no se me subiera a la cabeza el buen momento que pasé. Me permitió recibir con mucha calma todos los buenos comentarios que tuvieron tanto la serie como mi trabajo. Aún así sentí el amor y recibí muchos correos electrónicos y ofertas, aunque por ahora no puedo contar nada.
–¿Cuáles fueron los mayores desafíos de caracterizar a Esty?
–Probablemente se trata de uno de los personajes más complejos que haya interpretado, por muchas razones, sobre todo porque tiene muchos elementos diversos. Es muy frágil y muy fuerte al mismo tiempo. Y tiene muchísimas dudas. Se siente muy indiferente pero también quiere encajar en la comunidad. Tiene muchos conflictos en su interior, que realmente se expresan en cada escena. Interpretar a Esty en Poco ortodoxa fue un regalo increíble como actriz. Fue muy desafiante e intenté dar lo mejor de mí en cada momento. Otra cosa que fue fantástica y un reto para mí fue todo lo que aprendí mientras me preparaba para el papel. Por ejemplo, el lugar de donde viene y aprender a hablar en idish. También tuve que tomar clases de piano y canto y ensalzarme en muchas otras cosas que eran esenciales para el papel.
–Vemos al personaje en dos situaciones muy distintas, cuando está dentro de la comunidad y luego en Berlín. ¿Cuál de las dos disfrutaste más?
–Es interesante, porque filmamos las escenas del pasado con toda la familia y la comunidad y luego pasamos a las escenas nuevas. Parecía una serie diferente, de algún modo. Recuerdo que luego de pasar tantos días en las escenas del pasado, me encantó tener nuevos compañeros de elenco, nuevos vestuarios y sitios de filmación. Rodamos mucho en las afueras de Berlín y recuerdo que pensaba que eso también era fantástico para el personaje, estar rodeada de tantas cosas nuevas y diferentes, aunque me sentí un poco abrumada con todo eso. No podría decir qué situación me gustó más. En todos los casos es la misma Esty e incluso en Berlín es alguien que debe empezar una vida nueva. Hay que ser muy valiente para abandonar el único lugar que conocés, pero nunca lo hacés del todo, porque siempre lo llevás en tu interior. Es un desafío, un recorrido que nunca termina. Pero no sentí que estuviera interpretando a dos personajes distintos, sino que fue como interpretar distintos aspectos de Esty. En Berlín ella enfrenta desafíos y momentos difíciles, pero también otros que son muy felices. Es un personaje complejo e interesante.
–Al principio, cuando está en la comunidad, podemos ver cómo se esfuerza por intentar encajar y seguir las reglas. ¿Qué opinás sobre ese aspecto del personaje?
–Era muy importante que eso se notara. No es la historia de una joven que desde el principio no quiere estar allí y solo quiere irse. Es más complejo que eso. Ella quiere ser parte de la comunidad. Solo quiere que la amen y sentir que está en casa. Y no analiza otras opciones, esa es su realidad. Ama a su familia y es lo único que conoce. Realmente quiere encajar en esa situación, ser la nieta y la esposa perfecta y tiene muchas ganas de casarse. En verdad siente que cuando se case podrá tener una fantástica vida y un nuevo comienzo, para que la quieran como siempre soñó. Se esfuerza mucho por lograrlo, incluso renuncia a su propia personalidad y a su propio cuerpo, solo para poder encajar. Termina dejando todo esto solo cuando siente que no tiene otra opción. Hablé con una judía ortodoxa y le pregunté por qué quiso irse de la comunidad. Y ella me miró y me dijo que nadie quiere irse. Me dio escalofríos, porque nadie quiere realmente abandonar el lugar al que pertenece, a su cultura, a sus rituales, a las personas que quiere.
Poco ortodoxa. La serie le valió nominaciones a los Globo de Oro y a los Emmy.
–¿Es muy difícil actuar en un idioma que no dominás?
–No es la primera vez que lo hago, ya había interpretado otro papel en un idioma que no conocía. Pero es muy distinto a aprender un acento, algo que también es divertido. Cuando hablás con un acento tenés que cambiar algo que ya conocés, pero cambiar tu sistema es muy difícil. Cuando descubrís un idioma todo es novedoso y me encanta aprender cosas y culturas nuevas, aunque también es muy desafiante. Con este personaje, creo que casi la mitad de mis diálogos son en idish. Pero me encantó, fue un proceso largo y cuando llegaba al set sentía que era mi idioma. No tenía que pensar en eso, tan solo actuaba libremente en la escena. Y eso ocurrió gracias a la cantidad de horas en las que trabajamos con un profesor fantástico, aprendiendo idish. Era muy importante para mí poder hablarlo bien.
–¿Tenías alguna conexión familiar con el idish?
–Sí, mis abuelos hablaban en idish. Es algo que escuchaba en casa y con lo que crecieron mis padres. Pero no le había prestado mucha atención, hasta que me tocó trabajar en la serie y aprendí lo bello que es. Me metí de cabeza a hablarlo y me di cuenta que el hebreo tiene también mucho de idish. Es un idioma hermoso, leo poesía en idish y me encanta. Lo que más disfruté es que Poco ortodoxa fue la primera serie hablada en idish que se pasó en Netflix, y eso hizo que fuera muy rara y especial.
–¿El hecho de haber participado en Shtisel influyó en que te eligieran para esta serie o fue solo una coincidencia?
–No, para nada. Los personajes y las historias son distintos. Y también son comunidades jasídicas diferentes. Para mí no son iguales para nada, pero creo que de algún modo, debido a que interpreté a Rujami, soy de Israel y crecí en mi familia conociendo estos temas, eso hace que entienda más de estos mundos que si no fuera de Israel. De eso no tengo dudas.
–¿Cómo fue la experiencia de interpretar a una chica de 15 años en la primera temporada, cuando en realidad tenías 18?
–Por suerte tengo la posibilidad de interpretar personajes más jóvenes. Siempre me río de que en los últimos dos años interpreté a una chica de 17 años, a una de 16 y a una mujer de 24. Así que en dos años alcancé un rango de edad de 8 años en mis personajes. Parece un súper poder, ¿no?
–Cuando Shtisel llegó a Netflix, se convirtió en un éxito mundial. ¿Eso te sorprendió?
–La verdad es que me sorprendió mucho. Fue unos años después de que se estrenara aquí en Israel, donde fue un gran éxito. Y luego eso pasó y de repente, dos o tres años después, apareció en Netflix y tuvo un éxito enorme otra vez. Fue increíble y recibí muchísimos comentarios y elogios de todo el mundo. Me encanta Shtisel porque es una serie muy particular, que cuenta una historia muy específica, en un lugar determinado y con un idioma muy específico, pero a pesar de todo eso fue muy bien recibida por el público en todo el mundo.
–¿Cómo fue tu experiencia en Princess, tu primera película?
–Princess fue mi primer trabajo y me llegó cuando estaba estudiando teatro. No tenía agente ni nada por el estilo y me llegó la oferta de una buscadora de talentos muy conocida. Ella me contactó y así fue como conseguí el papel. Y luego empecé la experiencia de Princess con Tali Shalom-Ezer, una directora fantástica. Fue mi primera película, tuvimos muchísimos ensayos y me dio muchas películas para que viera. Realmente me abrió los ojos al mundo del cine, fue algo que me encantó y me enseñó mucho. Había tenido algunas experiencias en teatro cuando era adolescente, pero ella me enseñó mucho sobre cómo es actuar en el cine, a transmitir cosas con la mirada y no en voz alta como lo hacemos en la vida real. Fue un primer papel muy difícil, pero yo tenía 16 años y medio, aunque interpreté a un personaje mucho más joven. En realidad con el equipo éramos como una familia. Tuve mucha suerte de trabajar con un grupo de personas tan increíble que me trataron maravillosamente desde el primer día. Incluso en ese momento, a pesar de que era muy joven, ya sentía la necesidad de contar historias que tal vez podían cambiar la vida de quienes las veían.
–Y en tu segunda película te dirigió Natalie Portman.
–Sí, yo tenía un papel muy pequeño, pero siempre fui una gran admiradora suya y el personaje que más me gusta de ella es el de El perfecto asesino. Natalie siempre fue un ejemplo para mí y de pronto terminé trabajando a sus órdenes, lo cual fue una experiencia asombrosa. Verla trabajar me abrió los ojos y además, aunque filmamos la película en Israel, fue mi primer trabajo en inglés. Siento que ese pequeño papel me preparó para todo lo que vendría después. Luego llegó un papel importante en Un refugio inesperado con Jessica Chastain. Siento que he aprendido cosas con cada proyecto que hice y que soy muy afortunada, porque tuve grandes maestras en las actrices con las que me tocó filmar.
–¿Cómo fue trabajar con Jessica Chastain?
–Me pasé mucho tiempo con ella, porque tuvimos muchas escenas juntas y estuvimos filmando en Francia durante dos meses. Yo no sabía qué esperar porque no tenía mucha experiencia en proyectos comerciales y fue mi primer papel en una gran producción internacional. Lo que me preocupaba era no desilusionarla. Tenía grandes expectativas antes de conocerla personalmente y me sorprendió que fuese tan humilde. Nunca me voy a olvidar de cuando filmamos una escena muy delicada, en la que primero la filmaron a ella y luego en las siguientes tomas filmaron la escena desde mi lado. Y ella lo repitió todo, incluyendo el llanto, que no era algo necesario porque no se iba a ver. Aprendí realmente mucho a su lado. Jessica se compromete mucho en sus proyectos y además me apoyó muchísimo en todo el rodaje.
–Aunque Hollywood te convoque, ¿seguirás trabajando en tu país?
–Por supuesto. Yo siempre voy a seguir trabajando en Israel, porque tenemos una industria asombrosa. Pero también voy a hacerlo en Estados Unidos y en todo lugar en el que me convoquen. Quiero hacer cosas distintas y buscar propuestas diferentes a lo que suelo hacer en Israel. Por suerte puedo ir a diferentes partes del mundo a trabajar sin dejar mi base en mi país.