13 de abril de 2015
En los últimos años –según la Cepal–, la ratio de endeudamiento en Latinoamérica no solo se redujo, sino que modificó su composición y plazos. El caso argentino.
De acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de marzo de este año, entre 2003 y 2008 –años de bonanza económica para la región–, el nivel de la deuda pública se redujo considerablemente y además se modificó de manera significativa su composición, ya que puede observarse una extensión de los plazos, una mayor participación de la deuda a tasa fija, un aumento de la proporción de residentes en su tenencia y un creciente peso de las deudas en moneda local. «De manera notable, después de la crisis financiera internacional de 2008-2009, la relación entre deuda pública y PIB se ha mantenido prácticamente estable para el promedio de los 19 países, y se situó en torno al 34,4% del PIB en 2014», señala el trabajo.
«De este modo –sostiene el documento titulado Panorama fiscal de América Latina y el Caribe 2015: Dilemas y espacios de políticas–, en los últimos 25 años la reducción de la deuda pública externa ha sido notable en la región: a comienzos de los años 90 representaba poco más del 70% del PIB, en comparación con el 16% que registró en 2014». Tras señalar que los niveles de endeudamiento son muy disímiles entre países, sostiene que en los últimos 15 años, el conjunto de 19 países de América Latina «disminuyó la proporción de la deuda pública con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) en 11 países, mientras que en 5 se incrementó (Chile, El Salvador, México, República Dominicana y Uruguay) y en 3 se mantuvo prácticamente constante (Costa Rica, Guatemala y Venezuela)».
El trabajo de la Cepal resalta que fueron los países sudamericanos los que más influyeron en la tendencia regional, debido a las significativas reducciones de las ratios de la Argentina (por la reestructuración de su deuda en 2005) y del Uruguay (por canje voluntario de deuda soberana de 2003). «Durante ese quinquenio los gobiernos de la Argentina, el Brasil y el Uruguay cancelaron anticipadamente sus préstamos con el Fondo Monetario Internacional –del que entonces eran los 3 mayores deudores–, que vio así reducida su cartera a la mitad. De ese modo, por primera vez en muchos años, América Latina dejó de ser uno de los principales receptores de los recursos financieros de la institución, ya que redujo su participación al 8,6% del total de créditos otorgados, muy lejos del promedio del 35% que había alcanzado en el período comprendido entre 1984 y 2006», señala.
El país
En el mismo sentido, un informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) de la CTA, de agosto de 2014, señala que la renegociación y el canje de la deuda pública y la cancelación del capital adeudado al FMI «provocaron, en un contexto de crecimiento de la economía, una reducción sistemática del peso de la deuda sobre el producto bruto argentino. La mayor reducción tuvo lugar en 2005, cuando la gravitación de la deuda se redujo al 71% –en 2002 la deuda externa trepó al 147,3% del PIB–, hasta caer al 40,7% del PIB en 2013, con una mayor presencia de la deuda denominada en moneda nacional». Para los economistas de Cifra, el «esfuerzo» que conllevó y conlleva a toda la población nacional revertir el endeudamiento externo exige establecer límites explícitos al volumen y la calidad del endeudamiento externo de cara al futuro, a través de la institucionalización de una «política de Estado», que establezca dichos límites. El informe concluye aseverando que «en caso contrario, el pago de aproximadamente 190 mil millones de dólares, que de acuerdo a las estimaciones oficiales, se pagaron como parte de esta política de desendeudamiento, abre la posibilidad de que se ponga en marcha un nuevo ciclo de endeudamiento externo que afecte seriamente las condiciones de vida de los sectores populares y permita la apropiación de una renta extraordinaria por parte de los sectores de poder».
—Mirta Quiles