8 de diciembre de 2021
El músico catalán anunció que el año próximo se despedirá de los escenarios de América y Europa. Sus temas marcaron a varias generaciones de seguidores.
Memoria emotiva. Serrat va a decir adiós frente a su público con clásicos de su carrera como «Aquellas pequeñas cosas».
PORCIUNCULA / AFP/ DACHARY
Cuando en 2001 Joan Manuel Serrat cantó en Ferrocarril Oeste al cumplirse el 25º aniversario del golpe militar del 76, el estadio repleto coreaba las estrofas de «Cantares», uno de sus hitos musicalizando a Antonio Machado. No era extraño que los jóvenes presentes aquella noche supieran de memoria la letra, cuando seguramente la habían oído desde la cuna. Fue un vivo testimonio de la incidencia del cantautor catalán en el público argentino.
En sus viajes iniciales al país contaba con grabaciones de discos simples, con canciones como «Cançó de matinada» o «Ara que tinc vint anys» (que reformuló al cumplir 40 como «Fa vint anys que tinc vint anys») y trajo en castellano «Tu nombre me sabe a hierba», «Titiritero», «Poema de amor» y otras igualmente entrañables.
Llegó a fines de los 70 a América Latina luego de que el Gobierno de Francisco Franco le prohibiera cantar en catalán en el Festival de Eurovisión. No fue la única vez que la dictadura de El Caudillo lo censuró, ya que Serrat no solo denunciaba a ese Gobierno sino que además cantaba a poetas republicanos y vindicaba el uso del catalán contra la prohibición de que se usaran las lenguas regionales de España.
En los recitales que daba en esta parte del mundo incluía canciones en catalán, que traducía previamente en forma de hermosos poemas «por si alguno tuviera alguna dificultad» con el idioma, según explicaba. O bien cuando cantaba «Fiesta», cambiaba los colores de las «banderas de papel» para entonar «lilas, rojas y amarillas», es decir, los colores de la bandera republicana. Desde muy joven el músico se integró a un grupo de compositores catalanes, Els Setze Jutges. En el disco Banda sonora d’un temps, d’un país reivindicó casi medio siglo después aquella reunión.
El alejamiento de su tierra le permitió llegar a un vasto público con el que iniciaría una ininterrumpida historia de amor. Sus temas anidaron en la memoria y acompañaron un largo tramo de la vida de sus seguidores. A inicios de los 70 dio a conocer Mediterráneo y el primer trabajo dedicado a Miguel Hernández, con canciones que se convirtieron en emblemas: «Menos tu vientre», «Niño yuntero», «Para la libertad».
Volvió a homenajear a Hernández en 2010 con Hijo de la luz y de la sombra, que incluye la bellísima «Canción del esposo soldado». Estuvo a cargo de los arreglos musicales Joan Albert Amargós, quien también lo hizo con Serrat sinfónico. Pero el más famoso de sus colaboradores fue Ricard Miralles. La musicalización de poetas en catalán y castellano suma una larga lista: Josep Carner, León Felipe, Ernesto Cardenal, Joan Salvat Papasseit por mencionar algunos.
En 1976 se dio en España una apertura debido a la muerte de Franco. En contrapartida, las dictaduras del Cono Sur le impidieron la vuelta a América hasta muchos años después. Entre los trabajos de ese tiempo –una enorme e ininterrumpida labor del que se definió a sí mismo como «de profesión cantautor»–, se cuentan Para vivir, Piel de Manzana, 1978, Cada loco con su tema, En tránsito, El sur también existe (con Mario Benedetti) y Bienaventurados. El próximo 27 de diciembre Serrat va a cumplir 78 años. Nunca dejó de evocar su infancia cuando «tenía diez años y un gato, peludo, funámbulo y negro», ni a sus padres, José Serrat, anarquista a quien dedicó «Pare» y su madre, Ángeles Teresa, con «tu olor a tomillo y a cocina» mencionado en «Soneto a mamá».
Entre las últimas actuaciones del cantautor se destacan Dos pájaros de un tiro y La orquesta del Titanic, que protagonizó junto a Joaquín Sabina. Las presentaciones se interrumpieron primero por la hospitalización de Sabina y luego por la pandemia.
Recientemente, contando con la posibilidad de viajar y «porque las cosas llegan», según dijo, decidió hacer en 2022 una enorme gira por América y Europa, «una despedida de la gente y de muchos lugares queridos». Por todos lados ya se lo espera para oírlo, cantar a coro, aplaudirlo y guardar «en un rincón, en un papel o en un cajón» canciones como «Aquellas pequeñas cosas», que indefectiblemente y a lo largo de tantos años «nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve». Y si nos ven, también.