Opinión

Alfredo T. García

ECONOMISTA

2001, marcas de la crisis

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¿Cuáles son las marcas que ha dejado la crisis de 2001 en la sociedad argentina? Una de ellas son los efectos de una dolarización de facto, la Convertibilidad, cuyo desastroso resultado no debemos olvidar.
Esta Convertibilidad impidió que el Estado pudiera realizar política cambiaria, a la vez que encadenó la política monetaria a los ingresos o egresos de divisas. También se le prohibió al Banco Central financiar al Tesoro Nacional. De esa forma, el ajuste del gasto público se impuso, y el «libre mercado» reinó, lo cual llevó a una crisis social y productiva de una magnitud y duración hasta ese entonces desconocida en nuestro país. Pero no podemos analizar la Convertibilidad aislada del resto de las políticas neoliberales. También se impulsó frenéticamente la privatización de las empresas públicas, con la gran cantidad de desempleados que ella generó. «Ramal que para, ramal que cierra» fue la amenaza de aquel entonces.
La Convertibilidad y su derrumbe fueron el resultado de políticas de extrema liberalización financiera y comercial, del endeudamiento sin límites, junto con una feroz reducción del aparato estatal, una brutal flexibilización laboral y la pérdida de ingresos de los sectores de jubilados/as y trabajadores/as, principalmente.
Y si bien el problema financiero fue el desencadenante, solo se sumó a los problemas ya expresados. Los depósitos en dólares (o en pesos convertibles) eran varias veces superiores a los dólares de unas magras reservas internacionales (de allí que fueron llamados «argendólares») y el Corralito fue la salida impuesta, con las terribles consecuencias que ya se conocen.
El sistema financiero no volvió a ser el mismo, y en ese aspecto ganó en solidez y estabilidad, puesto que pasó a operar principalmente en pesos. Los depósitos y préstamos en dólares se redujeron significativamente, mientras que la liquidez de los depósitos en divisas resultó elevada, situación que se ha reforzado en la actualidad. Para finalizar, cabe señalar que los problemas que terminaron en la crisis de 2001 no calaron en forma tan profunda en la sociedad. La llegada de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación lo demuestra: las mismas políticas (y problemas) volvieron a aparecer, salvo en el sistema financiero, que en ningún momento perdió la solidez ganada entre 2003 y 2015. Tener presentes los sucesos de la historia resulta esencial para no tropezarnos una y otra vez con la misma piedra.

TÉLAM

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