25 de febrero de 2015
El rubro óptico comienza a recuperar parte del terreno perdido durante los 90. La actividad está compuesta hoy por unos 40 establecimientos pymes. Mayor regulación para garantizar calidad.
En el imaginario de la población es un sector industrial vinculado con la importación, pese a una importante tradición tanto en el mercado local como internacional. La industria óptica comienza a recuperar parte de ese terreno perdido a manos de manufacturas importadas a precios desleales. Las políticas de sesgo neoliberal aplicadas en los 90 la llevaron casi a su desaparición, pasando de casi 300 establecimientos a apenas unos 25. En la actualidad el número se acerca a 40 fábricas. La administración del comercio por parte del Estado, que los sectores hegemónicos buscan desmantelar en su beneficio, permitió que esta industria –como otras denominadas sensibles– se encuentre en condiciones de reemplazar dos de cada tres lentes que se importan, según datos de la Cámara Argentina de la Industria Óptica y Afines (CADIOA). Todavía resta mucho por hacer. La autorización que permite la venta libre de lentes pregraduados complica el esquema de negocios de este sector compuesto por pequeñas y medianas empresas. Según datos de la entidad, por cada 1.000 pregraduados que se importan, 3 trabajadores pierden su empleo.
La actividad tuvo su momento de madurez entre los 70 y 80, con producciones de gran escala y alta calidad, ya que en el país se fabricaban las marcas de mayor prestigio que se exportaban a todo el mundo. Sin embargo, las políticas aplicadas en los 90 la llevaron a ser una actividad casi exclusivamente abastecida por la importación. «Fue literalmente devastado durante la década de los 90, quedando apenas unas 25 empresas en pie, con una masiva pérdida de fuentes de trabajo, y que hoy están volviendo a generar empleo y divisas para el país», sostiene el titular de CADIOA, Norberto Fermani. Hasta los 90, todos los productos ópticos, incluso los anteojos de sol, se vendían exclusivamente en ópticas, lo cual garantizaba la responsabilidad y el aval profesional de la comercialización. Con la desregulación, hizo su aparición la venta paralela de productos ópticos.
La administración del comercio exterior fue clave para el renacimiento de esta industria, en la que se denunciaron casos de dumping –venta por debajo de su valor de mercado– en varios segmentos. Según datos oficiales, desde 2011 a la actualidad se redujeron en un 80% las importaciones, de las cuales el 99% provenía del mercado del sudeste asiático y, sobre todo, de China. Hoy se producen en el país marcas internacionales y existe un mercado de aproximadamente 15 millones de unidades al año. En 2008, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) dispuso que los anteojos pregraduados fueran de venta libre. Las cámaras empresarias y los consejos oftalmológicos rechazaron la norma anticipándose al riesgo de la apertura de una importación indiscriminada. Para contrarrestar esa normativa, desde el sector se está trabajando en la implementación de normas de certificación de calidad junto a la Secretaría de Comercio, lo que permitirá asegurar un estándar de calidad en el tiempo.
El marco
La industria nacional de lentes de contacto emplea a 150 trabajadores, mientras que el sector de lentes oftálmicos comprende a 15 establecimientos industriales que dan trabajo a alrededor de 600 personas. Por su parte, la fabricación nacional de armazones y anteojos de sol ocupa a 750 personas en 20 establecimientos, de acuerdo con información del Ministerio de Industria. Un subsegmento –de escasa participación– corresponde a la confección de lentes para fotografía digital. «La continua evolución tecnológica mundial en el sector de la imagen digital renueva en más corto lapso sus líneas de productos, incorporando permanentemente nuevas características y funcionalidades», sostiene Rogelio Rozas, titular de la Cámara Argentina de Industrias Ópticas y Afines (CACIEIFE). No obstante, el mercado de lentes profesionales todavía es muy incipiente en el país debido a los rápidos cambios tecnológicos que sufrió la fotografía en los últimos años, con lo que el grueso de los lentes ópticos sigue siendo importado, más allá de los controles oficiales.
La proliferación de lentes importados de baja calidad e imitaciones de marcas reconocidas requiere también de regulación para evitar fraudes comerciales que atenten contra la actividad y los usuarios. En enero de este año, la AFIP realizó un operativo en el que se decomisaron anteojos por un valor de 70 millones de pesos. «Que se hayan encontrado 277.000 anteojos de sol y pregraduados no es casual, da cuenta de que es un problema permanente y de gran dimensión», explica Fermani. La maquinaria encontrada, que utilizaban para fraguar el origen de los anteojos y hacer pasar mercadería oriunda de China como de fabricación nacional, busca dar un golpe certero a la industria local. Estas prácticas no solo afectan a la industria sino que también atentan contra la salud de la población al poner en circulación mercadería sin ningún tipo de control ni seguridad. Pese a estas prácticas fraudulentas, la Secretaría de Comercio logró apuntalar la actividad y algunas pequeñas empresas familiares comienzan a exportar una parte de su producción. El año pasado, un laboratorio óptico santafesino embarcó su primer cargamento de exportación de lentes oftálmicos, un hecho que no se registraba desde la década del 70. «La industria óptica nacional se encuentra festejando su reactivación y crecimiento como sector productivo», celebró Fermani. La empresa Falcone Bodetto, radicada en Rosario con 100 empleados, envió lentes oftálmicos para un distribuidor mayorista extranjero que se encargará de su colocación en diferentes mercados. Este embarque, a diferencia de las manufacturas chinas que llegan al país, se volverá a diferenciar y posicionar en el mundo por calidad y no por costos a precios de dumping.
—Cristian Carrillo