26 de octubre de 2021
Con el avance del feminismo, los personajes que representan el lado del mal en el cine infantil se alejan de los estereotipos y generan empatía en el público.
CARAS. Jolie (Maléfica), Margot Robbie (Aves de presa) y Emma Stone (Cruella).
PRENSA – TÉLAM
No hay grandes heroínas si no hay grandes villanas a las que deban enfrentarse. Atravesadas por las nuevas perspectivas de género, las malas de las películas se reinventan y cobran mayor protagonismo. Luego del estreno de Cruella, buena parte de la crítica estableció una analogía con Guasón, en virtud de que ambos films muestran cómo un personaje en estado de precariedad deviene en trastornado.
La producción dirigida por Craig Gillespie tiene una singularidad: la presencia de dos villanas de peso. Una de ellas, precisamente Cruella, se gana la empatía de los espectadores, mientras que la otra se lleva el rechazo. Y lo que se establece es una
singular bifurcación entre la villana «buena» y la «mala».
Más allá de los nuevos abordajes, el rol adquiere un matiz prototípico si lo pensamos desde la literatura y el cine infantil. Doctor en Ciencias Sociales e investigador de juventudes del CONICET, Marcos Mutuverría observa que «la industria cultural produce sentido constantemente sobre las diferentes modos de ser joven y habitar el mundo. Este fenómeno es muy complejo y diverso, y en ese terreno históricamente había un héroe o heroína y un villano como contrafigura argumentativa de la historia. Eso parece haberse quebrado: ahora la figura del héroe o la heroína muchas veces aparece solapada a la de un villano o villana que, además, explica por qué la vida lo llevó a serlo», reflexiona.
Para la escritora y doctora en Letras Márgara Averbach, «el gran cambio con respecto a los papeles femeninos no tiene que ver con las malvadas sino con las mujeres en general. En Aladín, por ejemplo, Aladino lleva a Jazmín por los techos y en un momento salta de uno a otro y se da vuelta para ponerle un puente de madera a la princesa. Pero ella lo mira como si dijera: “¿Te parece que yo necesito eso?”. Esto evidencia un cambio fundamental en la visión de la mujer y está llegando a la clase media que va a gastar dinero en llevar a los hijos al cine. De pronto, se modifica el mandato de la mujer: de pedirle debilidad se pasa a mostrar que puede hacer cualquier cosa que hacen los hombres», afirma. En cuanto a las villanas más actuales, recupera la figura de Maléfica. «Me interesó mucho porque, en realidad, el relato la convierte en heroína, no en villana. Y percibe su “maldad” desde otro lado, algo así como una diferencia de clase», concluye.
Mujeres empoderadas
La periodista de Página/12 Astrid Riehn considera que en los últimos diez años se comenzaron a perfilar cambios a tono con la nueva ola feminista. «Uno de los ejemplos más claros es el de Aves de presa, una oda a la autonomía femenina que comienza con la separación de Harley Quinn del Guasón. La película trabaja la idea de sororidad, porque Quinn se une a otras mujeres para luchar contra el poder de los hombres», sostiene.
Ya dentro del ámbito del cine para adultos, es cada vez más frecuente encontrar villanas que posicionan al espectador en el ambiguo deseo de anhelar su triunfo, tal como ocurre en Descuida, yo te cuido o la más reciente Fatale. En este último caso, la detective interpretada por Hillary Swank compromete seriamente el bienestar de un hombre de familia con un objetivo que, tal vez, la redima: lograr la tenencia de su hija.
Riehn añora las «villanas de antes» porque cree que, entre otras cosas, el personaje en cuestión debe ser «políticamente incorrecto». «Por supuesto que celebro que se revisen estereotipos caducos y nocivos, pero también creo hay que dejarle cierto margen de juego a la ficción. En los cuentos de hadas, la villana solía dirigir casi siempre su maldad hacia otra mujer, a la que por lo general unía un vínculo familiar. Hoy en día, cuando lo que se busca destacar es la solidaridad entre las mujeres, este tipo de personajes son un problema. Quizá por eso la Maléfica de Angelina Jolie tiene sentimientos maternales, algo ausente en la temible Maléfica de La bella durmiente, de Disney».