10 de agosto de 2021
«In that place», le señala Jorge Sierralta a una señora que entra a su librería de usados preguntando por libros en inglés. Antes, una chica emocionada se llevaba un inhallable de Italo Calvino. Jorge ejerce como médium en una librería (de las pocas de su estilo que quedan en pie) que atrae turistas, buscadores de sueños perdidos o cartoneros que aportan hallazgos. Para todos tiene una frase que funciona como guía. «Seguimos trabajando a la antigua. No tenemos catálogo, ni siquiera una computadora, nos guiamos por nuestra memoria y una particular forma de orden», afirma el librero. Sin embargo, Jorge hace un diagnóstico pesimista acerca del futuro de este reservorio para exploradores: se vende cada vez menos y revistas o libros que antes permanecían días en la vidriera ahora están semanas sin que nadie consulte por ellos. «No somos una librería para coleccionistas especializados, aquí viene un público muy variado, que le gusta disfrutar de los hallazgos».