Cultura | EL RACISMO EN EL CINE Y LAS SERIES

Cuestión de género

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Emiliano Basile

En los últimos años, cada vez más producciones narran el calvario de los afroamericanos desde el terror, el western, el policial, el musical o la fantasía. 

Películas. La pionera Django sin cadenas y las más recientes La madre del blues y 5 Sangres.

Los conflictos raciales en Estados Unidos han sido representados infinidad de veces por dramas históricos hollywoodenses que, con sus discursos, buscan concientizar a la platea. En los últimos años, con la gestión Trump como telón de fondo, se dio a conocer una tendencia diferente: el racismo comenzó a ser abordado a partir de las convenciones de géneros cinematográficos como el terror, el western, el policial y el musical. Se trata, en definitiva, de estructuras narrativas creadas para deslizar mensajes a veces implícitos y otras directos, debajo de una capa del más puro entretenimiento.

El crítico especializado Alejandro Turdo, responsable del canal Hoy Sale Cine que se emite vía YouTube, explica que «el género tiene la habilidad de adoptar las problemáticas contemporáneas e incorporarlas a su narrativa. Movimientos como #BlackLivesMatter o el asesinato de George Floyd son apenas la punta del iceberg que pone en evidencia una larga lista de abusos, desigualdad y violencia que lleva décadas, pero que en el último tiempo encontró una gran resistencia por parte de la sociedad. El género se vuelve un conducto para exponer tanto la problemática como la postura tomada al respecto». 

Entre los estrenos recientes, La madre del blues y Los Estados Unidos versus Billie Holiday se plantean como biopics musicales para narrar los obstáculos que encontraron dos cantantes legendarias a lo largo de sus respectivas carreras. Las series Them (Ellos) y El ferrocarril subterráneo, en tanto, abordan desde el terror y la fantasía el punto de vista de la comunidad afroamericana en el difícil camino del ascenso social. Y estos son solo algunos de los relatos que representan, alegoría mediante, el miedo que despierta el odio racial de la población blanca.

Miedo ancestral. Cada una a su manera, El ferrocarril subterráneo, Huye y Them (Ellos) retrata la violencia ejercida por los blancos.

Múltiples lecturas

En cierta forma, el camino en cuestión lo abrió Quentin Tarantino en 2012 con Django sin cadenas, una versión de la esclavitud en clave de spaghetti western. Spike Lee se mostró disconforme con aquella producción, al decir que ofendía a su pueblo, que había sufrido un holocausto. Sin embargo, el propio director de Haz lo correcto y Malcolm X experimentó un resurgimiento gracias a esta nueva movida cinematográfica. En 2018 filmó desde el policial El infiltrado del Klan, que cuenta con humor la historia de un agente negro que se infiltra en el Ku Klux Klan; mientras que el año pasado estrenó 5 Sangres, donde el género bélico le permite destacar el papel crucial de los soldados afroamericanos en la guerra de Vietnam.
Otra de las películas que marcaron tendencia fue Huye de Jordan Peele, un éxito inesperado que se hizo lugar entre las nominadas al Oscar de 2017. La historia se centra en una chica blanca de familia conservadora que lleva a su novio de color a la casa de sus padres, transformando a la diplomática presentación en una espiral de violencia para el muchacho. 
Crítico especializado en el cine de terror y autor de libros sobre John Carpenter, Matías Orta señala que «Huye le dio impulso a una movida que tiene como principal antecedente a Candyman, de 1992, que presenta al primer ícono de género no proveniente del blaxploitation. Los aportes de Jordan Peele desde el cine de terror nos recuerdan que todavía es posible tocar temas ásperos mediante una historia de corte popular, con personajes potentes. El público disfruta de los estímulos más visibles, pero es lo suficientemente inteligente como para percibir las múltiples lecturas».
Para Rocío González, crítica académica y Licenciada en Artes de la UBA, el «cine clásico, el que construye la narración a partir de fórmulas, tiene la capacidad de absorber los emergentes para convertirlos en parte del relato hegemónico. De algún modo opera a partir de la lógica de que “algo cambie para que nada cambie”. Entonces utiliza los géneros, que son fuertemente normativos, para de algún modo suavizar ese impacto que tiene el emergente, lo “domestica”. Así se sigue manteniendo la estructura de los buenos y los malos, solo que ahora los buenos son los negros y los malos son los blancos. Pero hay algo inverosímil: son malos porque sí, odian sin miramientos, de modo tal que no opere allí ninguna identificación con el espectador blanco, hétero, cis».

Historias simples

La diversidad de propuestas actual es tan amplia, que incluso se adaptó Sin remordimientos, la novela de acción y espionaje de Tom Clancy, desde la óptica afro. En esta película todos los personajes «buenos» son negros, mientras que los villanos son los blancos. Hasta el corto ganador del Oscar, Dos completos desconocidos, sigue esta construcción de personajes bidimensionales para subrayar el ciclo eterno de muertes de afroamericanos en manos de la policía. El protagonista representa el estereotipo del afroamericano estigmatizado y el policía que lo increpa, el del supremacista blanco. El género brinda la posibilidad de poner en palabras de los personajes el discurso del odio, con su carga violenta y regresiva.
Periodista del Diario Hoy de La Plata, Rolando Gallego explica que «al trabajar la problemática desde géneros particulares, la subjetividad, presente siempre en los discursos cinematográficos y televisivos, impulsa relatos que sostienen un discurso basado en estereotipos. Además, en la era Trump se profundizaron ciertas diferencias, buscando la supremacía del blanco a toda costa, subrayando algunas cuestiones, generalizando y evitando, como ya sabemos, la reflexión del espectador».
«Los mejores narradores saben disfrazar cuestiones políticas, sociales, religiosas, psicológicas a través de historias entretenidas, contadas con sencillez. Simples, pero no simplistas. Ahí está la clave», concluye Orta. En la misma línea Turdó apunta que la «narrativa del género envuelve la verdadera problemática y permite que el mensaje llegue a través de una segunda línea de lectura, que suele ser muy efectiva al momento de dejar en claro una postura determinada. Por eso mismo no es ninguna sorpresa que el racismo como temática tenga tanta presencia dentro del cine de género y sea retratada de formas tan diversas e interesantes».

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