21 de octubre de 2014
Un grupo de activistas brinda apoyo e información sobre el uso del misoprostol, la droga avalada por la OMS, a quienes deciden interrumpir un embarazo.
Desde hace 20 años las cifras de mortalidad materna en el país no descienden –en 2011 la tasa fue de 44 por cada 100 mil nacidos vivos y en 1990 era de 52 en la misma escala– y es esta tendencia justamente la que aleja al país de las denominadas Metas del Milenio propuestas por Naciones Unidas para el año 2015: que la mortalidad materna sea de 13 por cada 100 mil nacidos vivos. De acuerdo a los datos difundidos por la Alianza Argentina para la Salud de la Madre, Recién Nacido y el Niño (ASUMEN) en Argentina el 30% de esas muertes maternas se debe a complicaciones por abortos inseguros, es decir que cada año aproximadamente unas 100 mujeres mueren por esta causa.
Más allá de discusiones éticas y religiosas, estas muertes interpelan a todo el sistema sanitario y ponen una y otra vez en la mesa de discusión la despenalización del aborto y la necesidad de facilitar los medios socio-sanitarios a quienes deciden interrumpir su embarazo.
En febrero de este año se cumplió el primer aniversario de la ley que autoriza el aborto en Uruguay y, de acuerdo con los datos de la cartera de Salud Pública de ese país, entre diciembre de 2012 e igual mes de 2013 se practicaron 6.676 interrupciones voluntarias del embarazo sin que se registraran muertes entre las mujeres que abortaron dentro del mecanismo previsto por la ley.
De acuerdo a la Guía Técnica para la Interrupción Voluntaria del Embarazo, IVE, del Ministerio de Salud Pública de Uruguay, entre los métodos recomendados se encuentra «el régimen farmacológico que deberá ser considerado como la alternativa de elección a ofrecer sobre el régimen quirúrgico». En igual sentido se expresó en 2012 la Organización Mundial de la Salud a través de la publicación de Aborto sin riesgos: guía técnica y de políticas para sistemas de salud, en su segunda edición. En la misma guía se señala que «los efectos de los métodos médicos de aborto son similares a aquellos asociados con un aborto espontáneo e incluyen espasmos y hemorragia similar a una menstruación prolongada».
La publicación de la OMS asegura además que quienes se someten a un aborto médico con un régimen de misoprostol (medicamento que tradicionalmente se indica para el tratamiento de úlceras gástricas y duodenales) sólo deben retornar para un seguimiento y confirmación de que el aborto fue completo entre 7 y 14 días después de la administración del fármaco.
En la Argentina este medicamento se vende con receta archivada y su uso es cada vez más popular entre las mujeres que buscan interrumpir un embarazo en forma segura hasta la semana 12. Aún así, y tal como recomiendan tanto las autoridades sanitarias de Uruguay como la OMS, el seguimiento durante el proceso y post aborto resulta importante.
«El acompañamiento permite desmitificar esta cuestión de que “nada mejor que abortar con misoprostol en tu casa”. Esto no es tan así, hay mujeres que no la pasan tan mal, hay mujeres que la pasan muy mal y otras que dicen que no pueden creer haber abortado, porque no sintieron nada. Cada aborto es un mundo, abortar no es fácil, y menos en la clandestinidad», asegura Ruth Zurbriggen, profesora en Ciencias de la Educación, especialista en Estudios de Género y activista de la Colectiva La Revuelta y Socorristas en Red, Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Zurbriggen conforma desde hace casi dos años el colectivo Socorristas en Red http://socorristasenred.blogspot.com.ar/, una organización de mujeres de todas las provincias que no sólo reclaman la legalización del aborto en el país sino que brindan información sobre el misoprostol y acompañan a las mujeres que eligen interrumpir su embarazo.
Guardia activa
«A partir de informarnos sobre el misoprostol decidimos replicar los servicios que existían en la década del 70 en Francia, Italia y Estados Unidos, brindado por mujeres que daban información y acompañaban en la práctica, junto a médicos. Los Socorros Rosas no son una línea de información, nos juntamos con las mujeres que desean abortar y a partir de las llamadas telefónicas que ellas nos hacen, generamos encuentros, en lo posible grupales, las escuchamos y trabajamos el instructivo sobre aborto con pastillas, disponible en el blog y avalado por federaciones latinoamericanas de Obstetricia y Ginecología. Se trata de evacuar dudas vinculadas al uso del misoprostol», explica la activista.
Según señala, se les propone a las mujeres que vayan a utilizar la medicación estar permanentemente comunicadas con las socorristas que realizan una suerte de guardia activa, un acompañamiento en el proceso. «Esto permite definir si ellas tienen que ir al hospital o si no hace falta. En la cita presencial le proponemos hacerse los controles médicos post aborto para que lleguen a lugares amigables, porque si bien es obligación de los médicos y médicas atender a las mujeres que se realizan un aborto, hay que construir la atención desde el respeto y el no juzgamiento. La red de médicos amigables nos posibilita que las mujeres vayan a lugares donde pueden hablar de su aborto», sostiene.
Zurbriggen comenta que el 32% de las mujeres acompañadas por las socorristas llegan derivadas por médicos. «El aborto existe, es una práctica anticonceptiva cultural y las mujeres lo van a seguir haciendo –agrega la activista–. La legalización es responsabilidad del Congreso, es un derecho vinculado a la salud de las mujeres. Ya no discutimos si el aborto es legal o no, decidimos cuidar la salud de las mujeres».
—María Carolina Stegman