21 de mayo de 2021
Alejandra Marino
Una forense (Carruega) busca a su hijo.
La desaparición de chicos por las redes de trata es el tema central de la nueva película de Alejandra Marino (Hacer la vida, El sexo de las madres, Franzie), una directora siempre comprometida con las problemáticas sociales. Este film, que participó del festival de Chicago y La Habana, sigue los pasos de Carla (Paula Carruega), quien junto con su ex Gustavo (Joaquín Ferrucci) busca desesperadamente a su pequeño hijo. Ella es psicóloga forense y sospecha que el secuestro del niño fue un acto de venganza por haber incriminado a una red de trata en una investigación. «Las personas no desaparecen», dice, apuntando a ese entramado mafioso, mientras sigue una pista que la conduce a una casona de campo donde viven Inés (Ana Celentano) y Horacio (Manuel Callau). El sentimiento de culpa por la pérdida del chico tiñe de drama personal a esta historia, que luego se transforma en un policial negro. Este cambio de tono y registro lo acercan al cine testimonial: planta bandera sobre el tema. Marino filma con los vicios de otra época, aunque su trabajo vale por su voluntad de denunciar un crimen siempre vigente en nuestra sociedad. Ojos de arena pone de manifiesto los intereses del poder político, judicial y de las fuerzas de seguridad, que conforman una estructura mafiosa poco retratada en la pantalla grande local.