6 de mayo de 2021
Médicos, infectólogos, biólogos y periodistas especializados ocupan el centro de la escena en la televisión y la radio cuando se abordan las particularidades de la pandemia. La importancia de la solidaridad y la información confiable en el panorama actual.
Voces autorizadas. Obieta entrevistada por Pablo Duggan; Lestelle y Sued en vivo.
Hace algo más de un año nadie imaginaba que la realidad iba a sobrepasar cualquier ficción de H. G. Wells, pero lamentablemente es así y, más que una idea, la guerra de dos mundos está instalada desde que el COVID-19 nos ataca más allá de los barbijos, el distanciamiento social, el alcohol en gel y la higiene casi obsesiva. En este paisaje hiperreal donde la distopía dejó de serlo, hasta las estrellas de la televisión y la radio encontraron brillos inesperados: médicos, infectólogos, científicos, biólogos y periodistas científicos comenzaron a tomar un protagonismo que nunca antes habían alcanzado. Programas específicos sobre el tema, columnas destacadas, consultas permanentes en calidad de invitados: en el panorama mediático actual, las voces autorizadas de la salud suben de volumen.
«Debés estar ganando un montón de guita. Esto para vos es como un mundial de fútbol», cuenta espantada la periodista especializada Valeria Román, sobre la especie de clamor frívolo que muchos de sus colegas le espetan desde que comenzó esta tragedia universal. Fundadora de la Sociedad de Periodistas Científicos de la Argentina y asesora de la OMS y de ONG internacionales, Román asegura que «durante todo este tiempo vengo trabajando 24/7 gratis para asesorar a colegas, escribir notas y difundir sobre este tema que nos preocupa. Nada más alejado de la facturación».
Los temas candentes, explica, fueron cambiando a medida que pasaban los meses. «Se comenzó con la fiebre de los testeos, hoy el tema central es la efectividad de las vacunas, el regreso a la presencialidad escolar», señala. Román comenta que al abrazar su profesión juró «por el bien de la humanidad. Mi objetivo como comunicadora es informar en nombre del bien y de la solidaridad y creo que de esta se sale colectivamente o no se sale».
No hay, por suerte, mucha confrontación entre los especialistas consultados en cuanto a la importancia que adquiere la solidaridad en este contexto. Así lo destaca también la doctora Mariana Lestelle, a la que se suele ver como referente en Los ángeles de la mañana (Canal 13) y en Hay que ver (Canal 9), ambos programas de espectáculos con buenas marcas de audiencia. Lestelle se caracteriza por la sequedad en sus opiniones, no trata de cancherear ante la cámara y tiene una notable claridad en sus explicaciones. «Suelo ver morir pacientes, porque es parte de mi laburo. Y siempre los acompaño muy de cerca, les sostengo la mano. Todo esto me resultó imposible durante esta pandemia, que nos cambió la vida para siempre», describe.
«Soy prácticamente la única médica mujer fija como comentarista en la tele desde hace un tiempo. Y lo menciono porque el tema de género, tan en boca de todos en estos tiempos, también atraviesa a la ciencia», destaca. «La solidaridad de las mujeres y, en general, de toda la ciudadanía, y la toma de conciencia de la catástrofe que estamos viviendo, es el mayor desafío que debemos transmitir como valor. Sin ella, difícilmente salgamos de acá, porque la ciencia no puede hacer magia ni actuar más rápido de lo que lo está haciendo en este momento de emergencia», completa.
La doctora Elena Obieta fue elegida por la Sociedad Argentina de Infectología para ser su vocera ante los medios. Además de recorrer diversos envíos, escribió un paper para la comunidad científica en el que se ocupa de la cuestión de cómo comunicar en tiempos de pandemia. «Me habían hecho entrevistas por otras infecciones o epidemias, pero nunca con tanta frecuencia y exposición. Tengo algunos antecedentes en periodismo comunitario. Fui corresponsal de una ONG internacional y cubrí varios congresos y encuentros sobre el sida. Mi objetivo era trasladar la información técnica científica a un lenguaje que pudiera entender cualquiera que tuviera primaria incompleta. Y eso es lo que también intenté hacer ahora», explica.
Al ser consultada sobre cuál fue la mayor dificultad que atravesó en este viaje que aún no termina, recuerda que «la primera vez que di una entrevista televisiva sobre COVID-19 en un noticiero que yo seguía, me dije: “Me tengo que disociar, no puedo pensar que hay millones de personas del otro lado. Voy a hacer de cuenta de que no me está mirando nadie y que estoy hablando sola”. Después me acostumbré. Pero quizá lo más desafiante ha sido no meterme en cuestiones políticas, en especial cuando según la orientación o ideología del medio, trataban de llevarme a un terreno en el que no estaba dispuesta a entrar. A veces me preguntaban qué opinaba respecto de tal o cual medida. Y yo respondía: «No es materia opinable. Yo puedo hablar de ciencia y de las evidencias que existen hasta el momento».
Noticias falsas
Periodista de Chequeado, medio digital que se dedica a la verificación del discurso público Lucía Gardel escribió una nota en la que puso en evidencia la información peligrosa que circula en torno a la enfermedad. «De la mano de las teorías conspirativas, se hicieron conocidos dos grupos de profesionales negacionistas, “Médicos por la Verdad” y “Epidemiólogos Argentinos Metadisciplinarios”, que cuestionan la especificidad de las pruebas PCR para diagnosticar COVID-19 y promueven el dióxido de cloro como un tratamiento posible para la enfermedad, aunque la ingesta de este producto implica un peligro para la salud», advierte Gardel en diálogo con Acción. «Chequeado verificó varios de sus argumentos. Una de las apariciones más virales fue de una de sus referentes, Chinda Brandolino, una médica que suele viralizar desinformaciones sobre el nuevo coronavirus. Lo hizo en el programa de la periodista Viviana Canosa, quien también ha difundido desinformaciones peligrosas sobre el consumo del dióxido de cloro para tratar el coronavirus. Allí, Brandolino dijo que las vacunas se elaboran con fetos abortados, algo que es falso ya que se elaboran con líneas celulares que sí provinieron alguna vez de un feto. También señaló que las vacunas producen autismo en los niños y niñas, algo que también es falso».
Buena parte del protagonismo del año se lo llevaron también los mensajes de voz de falsos médicos con recomendaciones para evitar el contagio del virus. Fue, por ejemplo, el caso de la «doctora» Carina Martinich. «Pero ni ella era la mujer de los audios, ni tampoco trabajaba para el Malbrán, el único instituto que a principios de año hacía análisis de los estudios PCR. En el audio, la mujer hacía recomendaciones que también resultaron ser falsas, sobre el cuidado frente al coronavirus. Y hacía proyecciones sobre un «pico» de contagios que tampoco ocurrió», completa Gardel.
Según la evidencia reunida, el virus que puso al mundo de rodillas también se propaga gracias al accionar que impera en canales de comunicación poco confiables. Por eso resulta vital el respeto a los cuidados básicos, pero también la búsqueda de las opiniones autorizadas de los médicos, infectólogos, científicos y periodistas especializados que buscan arrojar un poco de luz sobre el escenario complejo e incierto de la pandemia.
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