10 de septiembre de 2014
«A veces me preocupa haber perdido el miedo. Se me hace que lo perdí en el predio porque había que dormir en la carpa, ir a la letrina a la madrugada… Al principio, sabés, cuando nos reuníamos con funcionarios, lloraba. Les rogaba: ayúdennos, nos estamos muriendo. Ahora pienso que los golpes me hicieron madurar, me hicieron más fuerte.»