28 de agosto de 2014
La reunión en Fortaleza, Brasil, del grupo BRICS (el país anfitrión, Rusia, India, China y Sudáfrica) con sus pares de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en julio pasado, constituye una potencial redistribución del poder a escala mundial, capaz de superar la estructura y dinámica unipolar emergente en las postrimerías del siglo pasado.
La implosión del bloque del Este y la disolución de la Unión Soviética allanaron el camino a la imposición del proyecto neoliberal-conservador como el único horizonte posible. El recordado libro de Francis Fukuyama proclamando el «fin de la historia» se convirtió en el símbolo cultural de un pregón y a la vez de un consolidado relato, en el cual las democracias representativas junto con las economías de mercado constituirían la última estación del desarrollo económico, político y social de toda la humanidad.
La hegemonía de este proyecto tuvo como resultado el predominio creciente del sector financiero del capitalismo, la concentración inédita de la riqueza, la expansión cada vez más acentuada de la desigualdad, y niveles de marginación social que han superado todos los índices históricos. Tal vez la difundida relación que muestra que las 85 fortunas más ricas se apropian de una riqueza equivalente a casi la mitad de la población mundial, nos da cuenta de esta perversa distribución. En el plano de las relaciones internacionales a nivel global, la hegemonía neoliberal se ha manifestado de manera trágica en una creciente ola militarista, impulsada y liderada por el poderío bélico de los Estados Unidos. En este gran contexto, que nos pinta un mundo irracional y violento, van emergiendo alternativas de diverso orden.
En Latinoamérica, el triunfo de Hugo Chávez Frías en 1998 abrió una nueva etapa que rehabilitó el proyecto de Patria Grande soñado por nuestros próceres independentistas. Desde esa nueva ola con perfiles emancipatorios, surgieron formatos de integración que desde la diversidad y el pluralismo pretenden avanzar en una estrategia continental que facilite la soberanía y la autonomía colectiva.
En paralelo, la constitución del BRICS –en un proceso muy complejo– ha logrado reunir a países que cuentan, nada menos, con el 45% de la población activa mundial, y con la generación de casi un cuarto del PBI mundial. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica marcan un camino que, con sus tensiones y contradicciones, permiten vislumbrar la emergencia de un verdadero contrapeso mundial con enormes potencialidades demográficas, productivas, políticas, institucionales. Es sin duda una nueva configuración geopolítica que enfrenta al paradigma neoliberal aún dominante, y lo hace con un elevado y creciente nivel de cuestionamiento.
El encuentro de Fortaleza abre un inédito escenario posible de convergencia para construir una nueva perspectiva mundial contrapuesta a las reglas de juego impuestas por las fracciones concentradas del capital financiero y los estados que, desde la constitución de la modernidad, operaron como centro de poder y gendarmes de un orden vetusto y en crisis. La UNASUR ofrece una concepción de integración de gran valía para la conjunción de nuestra región con los BRICS, pues todas sus acciones se dirigen a la construcción de una identidad regional, apoyada en una historia compartida y bajo los principios del multilateralismo, la vigencia del derecho en las relaciones internacionales y el absoluto respeto de los derechos humanos y los procesos democráticos.
El proceso en curso está pletórico de posibilidades, pero no exento de complejidades y tensiones, habida cuenta de la disparidad del poder de sus actores, y por lo tanto reclama que América Latina preserve su unidad regional para integrarse al mundo nuevo que está naciendo. Consolidar esa unidad en el marco de un proyecto de integración Sur-Sur puede no sólo constituir el punto de partida para poner límites a la voracidad del capital especulativo, sino ser también una puerta de entrada a la construcción de sociedades más justas, democráticas, solidarias y equitativas, acorde con los valores y principios que desde su fundación defiende el cooperativismo transformador.