10 de noviembre de 2020
La confusión es clarísima. Y esto no es un oxímoron, es lo que nos pasa a muchos hoy. Y no solo aquí. Pero como estamos aquí y no podemos ir allá, la sufrimos aquí. Aunque tal vez podamos ir allá, dependiendo de dónde sea allá y de cómo hacemos para llegar allá, pero sin salir de aquí.
Este bicho no solo nos puede matar, sino que además nos va a volver locos justo cuando vamos a entrar a la eternidad. Todo es muy confuso. Los medios, incluidas las redes… o al revés, las redes, incluidos los medios, desbordan de especialistas en virus, en estadísticas y en futurología que nos aseguran que la vacuna va a estar ya mismo, pero no está y otros dicen que esa que ya está, aunque no esté, no sirve, porque no cumplió con el protocolo XTRZZXY23 y otras tampoco sirven porque son comunistas, además de haber algunas especiales para blancos y otras para negros. Salvo en los EE.UU. donde en general para los negros lo que hay son balas.
Todo es muy complicado, muy confuso. Hay algunos noticieros que te dicen que en la puerta de una sala de terapia intensiva hay camillas haciendo cola para entrar y la próxima imagen es una festichola descomunal, a diez cuadras de allí, con música, baile, saladitos y mines con poca ropa y menos barbijos.
Los especialistas en lo único que se ponen de acuerdo es que están en desacuerdo. Además, no sabemos cómo hay tantos especialistas en algo que todavía no se sabe muy bien qué es. Más leés, más escuchás, más ves y menos entendés.
Gobernadores, algunos, que se pasan por las glándulas lo que dicen las autoridades nacionales; intendentes, algunos, que se pasan por las glándulas lo que dicen los gobernadores; ciudadanos, bastantes, que se pasan por las glándulas lo que dicen todos.
Supongo que debe haber millones de habitantes con las glándulas sumamente paspadas.
Y con otras cosas pasa lo mismo. El dólar negro –que ese es su verdadero nombre–, desde que yo era chiquito, subió siempre, como un globo con gas, y de pronto hay una semana en que baja. Algo que era más seguro que la tabla del cinco, se desmorona. No importa si ahora vuelve a subir, ya no es como antes, ahora se sabe que puede bajar. ¡Es de locos!
Igual pasa con la economía, que se recupera mucho, poquito o nada. Aquí los especialistas mediáticos opinan de acuerdo con lo que creen, con lo que les dicen sus jefes o directamente con el mejor postor. Y en el medio estamos nosotros, con poca guita, temerosos, orándole a San Expedito porque, si bien estamos muy confundidos, sabemos por experiencia que si llueve y cae piedra los únicos que no tenemos paraguas somos nosotros.
Para aliviar la cosa habilitaron los telos, eso sí, usando barbijo. Falta saber dónde.
Todo muy difícil.