Horacio Rodríguez Larreta sostiene una lucha interna en su alianza política, entre las divergencias con el Ejecutivo sobre las medidas para enfrentar la pandemia y la reversión parcial del extraordinario giro de fondos que había dispuesto Macri.
24 de septiembre de 2020
Conferencia de prense. El jefe de Gobierno junto a Diego Santilli: tensión con Alberto Fernández y disputa con dirigentes de Juntos por el Cambio. (NA)
Los asordinados desacuerdos respecto de la administración de la pandemia entre las autoridades del Gobierno nacional, el de la provincia de Buenos Aires y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se profundizaron cuando el jefe de Gobierno porteño hizo uso de su proverbial astucia al acatar formalmente los consensos logrados mientras en la práctica procedía a flexibilizar las medidas restrictivas.Al mismo tiempo, reforzaba las presiones en pos de que se le autorizara la apertura de actividades que se había acordado vedar para evitar la circulación del virus. A partir de entonces, las discrepancias fueron tomando estado público, al punto de eliminarse el informe tripartito que se había convertido en una costumbre cada vez que se anunciaba la extensión del aislamiento obligatorio.
Otro elemento conflictivo fue la insistencia de los funcionarios educativos de la CABA en habilitar espacios para que aquellos alumnos que no contaran con acceso a Internet recibieran clases presenciales en espacios abiertos, considerada discriminatoria por los gremios del sector ya que, en su opinión, exponía a los niños involucrados al contagio, las inclemencias climáticas, las picaduras de insectos y la precariedad sanitaria de los baños químicos. El Ministerio nacional, a cargo de Nicolás Trotta, había ofrecido la provisión de 6.500 ordenadores para solucionar el problema, pero jamás recibió la lista de quiénes debían ser sus destinatarios.
Así, aunque nunca se interrumpió el diálogo entre el Ejecutivo Nacional y el de la CABA, fueron sumándose dificultades. La situación se tornó tensa en ocasión de la algarada policial bonaerense en reclamo de reivindicaciones laborales. La misma impulsó la decisión del Gobierno de Alberto Fernández de transferirle a la provincia de Buenos Aires un punto de lo asignado a la Ciudad en 2016 para el financiamiento de la policía y, posteriormente, la de enviar al Congreso Nacional un proyecto para establecer por ley el modo en que se calcularán los fondos que recibirá la CABA, que habían sido unilateralmente fijados mediante un simple decreto por el expresidente Mauricio Macri, quien resolvió entregarles a las autoridades del distrito capitalino el 3,75% de coparticipación con ese objetivo. La flamante iniciativa oficial establece, en cambio, que para este año se le destinarán a ese fin 24.500 millones de pesos, que en adelante serán actualizables trimestralmente, lo que implica que se retornará al porcentaje histórico del 1,4%.
La determinación no puede haber tomado por sorpresa a Horacio Rodríguez Larreta, ya que el tema se venía conversando desde el principio de la gestión del Frente de Todos y resultaba evidente que las sumas generosamente otorgadas en los últimos cuatro años excedían largamente las erogaciones que demandaba el financiamiento policial.
Además, la disparidad respecto de la provincia de Buenos Aires –que a mediados de la década del 80 había perdido 8 puntos de coparticipación– resulta abismal, ya que el gasto per cápita en seguridad en CABA asciende actualmente a 16.900 pesos, mientras en la provincia no supera los 6.700.
Ante el hecho consumado, Larreta optó por judicializar la cuestión, a sabiendas de que, si no sucede algo inusual, son escasas las posibilidades que lo asisten, dado que aún se mantiene vigente la Ley de Coparticipación Federal sancionada en 1988, cuando todavía no existía la CABA, por lo cual el distrito nunca ingresó en ese régimen. Por lo tanto, hasta que la norma se modifique, el Gobierno local debe sujetarse a los criterios de porcentajes fijos de distribución que la ley establece, como en su oportunidad lo admitió el propio exjefe de Gabinete, Marcos Peña, en un informe al Congreso.
Precaria unidad
Pero hay una dificultad adicional para Larreta: convencer a los diputados y senadores provinciales de su espacio político de que respalden sus reclamos, habida cuenta de que, de hacerlo, implicará que sus provincias reciban menos fondos y, por lo tanto, los legisladores se enfrentarán inevitablemente con su electorado.
Por otra parte, un análisis económico del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) sostiene que el recorte no pone en riesgo la sostenibilidad de la gestión de Juntos por el Cambio, dado que el Estado nacional destina anualmente a la CABA el equivalente al 4,4% del PIB.
En este contexto, los escollos con los que tropieza el jefe de Gobierno porteño lo ayudan –paradójicamente– a disputar con amplias posibilidades el liderazgo de su espacio político. En primer lugar, porque deja con escasos argumentos a los talibanes de ese variopinto conglomerado, que le reprochan su condescendencia con el presidente Alberto Fernández. En segundo lugar, porque afianza sus posibilidades de hacerse con el timón de la fuerza, ante un devaluado Mauricio Macri que se esfuerza por revalidar sus títulos con una prédica agresiva y destituyente.
«El proyecto de Horacio es claro –dicen sus promotores– y consiste en sumar aliados de cualquier espacio». En un reciente Zoom con dirigentes de JxC, del que da cuenta el periódico Perfil, el aludido reivindica esa concepción: «No todos tenemos que apuntar a los mismos públicos. Y eso tiene que ser una estrategia (…) El valor de la unidad es enorme, es un mérito. Todas las veces que el PJ fue Gobierno se ocupó de dividir a la oposición y ahora no puede. Y eso vale un montón». Otro párrafo de su alocución es transparente: «La prensa nos va a llamar palomas versus halcones, los medios siempre van a buscar la noticia en la fricción, en la pelea, no nos enganchemos».
Quienes conocen la interna cambiemita aseguran que las tensiones y diferencias están a la vista pero no tienen el volumen que algunos analistas les adjudican. Todos los dirigentes con aspiraciones saben que deben hacer esfuerzos por sostener la precaria unidad que los ha mantenido vigentes y no les disgusta la existencia de un ala dura que atraiga a la derecha más extrema –incluidos los libertarios y demás grupúsculos marginales– y otra moderada que avance hacia el centro del espectro, un segmento nada desdeñable del electorado. Una encuesta de la consultora Management & Fit respalda las pretensiones de Larreta de convertirse en el principal referente de la oposición. El sondeo, difundido por el sitio La Política Online le atribuye el 34,1% de apoyos contra apenas el 15,1% que se inclina por Macri.
En lo que hace a sus aspiraciones presidenciales, el tema es más complejo, porque en el mal llamado interior del país su imagen hoy es la de un unitario administrador de la ciudad argentina más rica, mochila pesada que le costará descargar.
Empero, a despecho de la pandemia, la crisis económica y el recorte de los dos puntos en la asignación que recibe del Ejecutivo Nacional, el Gobierno de la CABA ha decidido gastar 411 millones de pesos en el mantenimiento del Ecoparque. Como suele suceder, 320 millones de ese monto les han sido adjudicados a tres empresas vinculadas con el macrismo.