Cultura

Cambio de hábito

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Barbijos y alcohol en gel en el estudio. Panelistas que intervienen desde sus casas. La nueva normalidad llegó a la pantalla chica. Los protocolos y el temor al contagio. Conductores, periodistas y trabajadores de los canales describen sus vivencias.

Detrás de cámara. Los operadores de la TV Pública cumplen en la sala de control con las medidas sanitarias establecidas. (Prensa TV Pública)

Fuera de los noticieros y algunos magazines, la televisión se replegó para aguantar el embate provocado por la pandemia. Hoy luce mustia, de capa caída, sin ficciones nuevas y con muchas latas extranjeras que hacen que los actores pongan el grito en el cielo. A partir de los estándares sanitarios vigentes, los canales cuentan con el 50% de sus trabajadores, que deben rotar para evitar las concentraciones en el estudio. Barbijos y alcohol en gel detrás de cámaras. Panelistas que intervienen desde sus casas. Micrófonos con extensión para mantener la distancia social en el caso de los movileros. La nueva normalidad llegó a la pantalla chica.
Entre las contadas novedades del segundo semestre se anota Cantando 2020, el reality que tuvo que demorar su inicio hasta cumplir con los protocolos. «Yo voy muy tranquilo a trabajar, me siento cuidado por las autoridades del canal, que instalaron unas medidas impresionantes, parece la NASA», describe Pepe Cibrián, uno de los integrantes del jurado del ciclo. «En lo personal no tuve temores ni preocupación, al contrario: cuando me propusieron ser parte del programa no lo dudé por el lado de la pandemia, sino porque estaba con mucho trabajo, ya que sigo dando clases de canto online y presento mis obras vía streaming».
Más allá de las precauciones, Cibrián afirma que «hay una tristeza generalizada y encubierta detrás de un programa que intenta llevar un poco de música y alegría a las familias. Uno es profesional y trata de transmitir lo mejor, pero lo que estamos viviendo es desesperanzador. La televisión es una de las grandes víctimas y hoy se arrastra como puede, intentando sobrevivir. En el Cantando apenas nos miramos, actuamos de manera temerosa y distante, excepto cuando empieza el show. Debo reconocer que es lo que más me cuesta de esta etapa, ya que soy una persona sociable, cariñosa y hoy no me reconozco y no reconozco tampoco a compañeras como Nacha Guevara o Moria Casán, tan metidas para adentro como yo».
El panorama que describe no difiere demasiado del que impera en los noticieros. Daniel López conduce el informativo de la medianoche de la TV Pública. Más allá de los cuidados de rigor, al periodista le cuesta acostumbrarse al vacío que reina en los largos pasillos del canal. «Lo mismo sucede en el estudio, donde hay dos cámaras, un productor, un sonidista y nadie más, cuando en tiempos normales había doce personas. Extraño el día a día con mis compañeros y, puntualmente, las áreas de peinado y maquillaje, que no están habilitados. No es sencillo contemplar este panorama, pero es lo que se debe hacer para que podamos trabajar tranquilos».
Para López, la televisión «fue beneficiada y perjudicada, pero no sé en qué porcentajes. A mi entender, los grandes “ganadores” fueron los noticieros, que multiplicaron sus televidentes por cuestiones obvias: la gente necesita saber, tiene ansias de noticias, en lo posible alentadoras. El noticiero de la medianoche de la TV Pública duplicó su rating, porque la gente cambió sus hábitos, sus horarios y pasamos a ser el resumen más visto del canal. Claramente el perjuicio más importante lo tienen los actores, hoy impedidos de hacer ficción».
Conductora de Nuestra tarde, por TN, Dominique Metzger sostiene que «no solo es complicado el contexto de la televisión en general, sino también producir contenido todos los días sin que resulten monotemáticos. Si bien estoy en un canal de noticias, tratamos de brindarle al espectador un plus con historias de vida. Y tenemos como premisa, cuando se puede, llevar algo de optimismo a casa». Además de las medidas sanitarias adoptadas, cuenta, «lo que hicimos fue tratar de minimizar la cantidad de gente en el estudio, por lo que los que pueden salir desde sus casas, como los columnistas de deportes o espectáculos, lo hacen».
Sobre los nuevos hábitos, Metzger señala que «todo esto es muy nuevo y se fueron tomando decisiones casi encima de los acontecimientos. Seguramente mantengamos este sistema un tiempo más, pero en 2021 quiero creer que todo volverá a la normalidad, porque la mística que se conforma en un set de televisión no la lográs con el Zoom o el Skype. Hoy bienvenidos sean, pero a veces es un parto, te pisás, se corta la señal, el delay es imbancable».
Uno de los canales donde el COVID-19 causó estupor fue Telefe: en el suspendido ciclo El precio justo se contagiaron su conductora Lizy Tagliani y dos invitados. Y poco más tarde dio positivo el test de Andy Kousnetzoff, por lo cual el programa PH corrió la misma suerte. Desde entonces, las autoridades decidieron tomar más recaudos. Los trabajadores «actuamos en el día a día como si estuviéramos contagiados», grafica Cristina Pérez, conductora de Telefe Noticias. La periodista confiesa que «son desgastantes las condiciones de trabajo a que obliga esta pandemia, pero nunca tuve miedo por tener que ir al estudio, más allá de que soy consciente de la vulnerabilidad y que cumplo con todas las medidas sanitarias».

Divididos. El jurado de Cantando 2020, separado por paneles transparentes. (Luengo)

«No me puedo acostumbrar al uso del barbijo, me predispone mal, siento que no se me entiende nada cuando hablo, sobre todo cuando hago móviles en vivo», dice Roberto Funes Ugarte, conductor de Sobredosis de TV y de Minuto a Minuto, en C5N. «Ni hablar del hecho de hacer una entrevista con una “caña” para sostener el micrófono, porque tenés que lograr una buena respuesta a la distancia, pero no te permite empatizar con el otro», agrega. Funes Ugarte dice que el «teletrabajo no me funciona, no me hallo, lo probé pero confirmé que soy muy malo para la tecnología, además de no tener las herramientas adecuadas. Por otra parte, el delay, los silencios eternos resultan insufribles y ensucian el trabajo».

Máximo cuidado
Cara conocida de América TV, Débora Plager acusa cansancio por la forma de hacer «una televisión visualmente poco atractiva, sin matices, monotemática y dependiente de la tecnología». En la emisora hubo dos casos de COVID-19, lo que llevó a los directivos a ajustar los cuidados. «Siempre la preocupación está, porque se trata de un enemigo invisible, que no sabemos dónde está. Pero yo apuesto por seguir yendo a trabajar, aunque también acepto cuando lo tengo que hacer desde mi casa, me parece que es certera la medida de rotación del plantel», expresa la panelista de Intratables y co-conductora de Living, en América.
José María Listorti dice que se fue acostumbrando a las nuevas rutinas. «Alternamos con Denise Dumas una semana cada uno, a fin de preservarnos y de cuidar el programa, cosa que si uno de nosotros tiene la mala suerte de contagiarse, el otro puede salir al ruedo», sostiene el co-conductor de Todo para ver, por Canal 9. Para Listorti, si bien está «la comodidad de trabajar sin salir de casa, también está la incomodidad de hacerlo en un lugar que no está preparado para un programa de televisión, porque no tengo la mejor conexión, ni una iluminación adecuada y debo seguir todo desde la pantalla de mi celular».
Integrante de El show del problema, ciclo de entretenimientos que también emite Canal 9, Jose María Muscari define a este momento como «algo atípico, porque la televisión es conexión, algo que claramente no estamos teniendo: la humana es nula y la tecnológica hace agua. Con mis compañeros parecemos extraños, hay una mezcla de miedo y paranoia». El autor teatral devenido panelista se siente tranquilo en el ámbito laboral, «pero siempre manejándome con mucho respeto hacia la situación que estamos viviendo, sin menospreciar al virus ni pretender sobrepasarlo. Tengo en claro que no me tengo que relajar y que si bien estamos todos fatigados física y emocionalmente, hay que permanecer con la guardia alta porque nunca se sabe por dónde viene el guadañazo».

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