La cantante planeaba presentar un álbum de versiones de Fito Páez cuando irrumpió la pandemia. Al frente del colectivo Músicxs Argentinxs, busca la unión de los trabajadores del sector para capear el temporal. Mientras tanto, escribe un libro y planea un disco dedicado al Martín Fierro.
24 de junio de 2020
Llueve en Buenos Aires, y el otoño muestra su cara más prototípica: las hojas caen de los árboles, hace frío y la pandemia le da a la ciudad un tono aún más melancólico. Liliana Herrero está del otro lado de la pantalla. La videollamada es como una intromisión a su vida privada: se la ve con pelo blanco, por ahí se lo intuye a Horacio González, su pareja. Dice que extraña horrores a un montón de gente. «Pero muy especialmente a mis nietos. Ellos están en Rosario», completa.
–¿No pudiste verlos?
–No, claro que no. Además somos grupo de riesgo. Y Horacio, con todos los achaques que tuvo, aún más. Tenemos que cuidarnos.
Como a tantos, la pandemia de COVID-19 encontró a Herrero llena de proyectos. Todo fue postergado hasta que alcance ese territorio incierto que algunos llaman «el día después». Pensaba presentar el disco que le dedicó a la obra de Fito Páez, Canción sobre canción, y ponerse a planificar lo que vendría. «Tengo ganas de meterme con el Martín Fierro. Es una obra fundamental, compleja, tiene que ver con el territorio, con la argentinidad, con la vibración de la patria. Un poco me inspiré en algo que hizo Edgardo Cardozo en su último disco, que en un tema realizó una reescritura del libro de José Hernández. En fin, yo todo lo que hago es como si me metiera en un laboratorio. Es puro amor a la música y a la memoria musical y poética de este país. Por eso ahora, encerrada, no puedo hacer nada, porque yo además suelo trabajar cara a cara con mis músicos. Voy día a día. Tengo que interactuar con mis compañeros de ensayo, específicamente con Pedro Rossi y Ariel Naón. Nos encontramos virtualmente, pero no es lo mismo. Detesto eso que llaman “el mundo virtual”. Para mí en todo tiene que estar el ser humano», explica.
–¿Y en que quedó Canción sobre canción?
–Y… sigue, de alguna manera. Es un disco que celebró tres décadas de amistad.
Herrero podría estar horas hablando de Páez, de cuando era profesora de filosofía y se juntaba con Chacho Müller y el Cuchi Leguizamón y Fito arrancaba con una curiosidad voraz. De cómo el rosarino le hizo conocer a la flor y nata del rock argentino, empezando por Luis Alberto Spinetta. «Fito tiene una obra que se sostiene sola. Por eso me permití realizar una intervención radicalizada, que es lo que a mí más me gusta», dice.
Pero todo parece pertenecer a un tiempo lejano y feliz. El presente es bien diferente. El momento histórico reclama gestos y ella está replanteando todo. Y peleando por su oficio. En abril motorizó el colectivo de Musicxs Argentinxs, para buscar la unión y la acción en la crisis. Ella tuvo la idea, lo llamó a su amigo Juan Falú y la movida fue creciendo. Derivó en un documento en el que exponen la fragilidad y el desamparo de la actualidad de los músicos.
«Queremos exponer con toda convicción nuestra situación y decir que hay miles de músicxs argentinxs que no pueden afrontar un alquiler o su propia alimentación», advierte el petitorio. Al tiempo que manifiestan el apoyo a las políticas públicas para combatir la pandemia, puntualizan que «hay decenas de miles de trabajadores del sector atravesando esta cuarentena desde una absoluta imposibilidad de generar ingresos, tal cual ocurre con todas las categorías laborales de trabajadorxs autónomxs». Y recomienda al Ministerio de Cultura «una línea de acción que garantice la valoración y difusión de contenidos artísticos emanados del quehacer musical y poético-musical, sin criterios subjetivos para la selección de los mismos».
La adhesión fue masiva e instantánea: Palo Pandolfo, Luciana Jury, Víctor Heredia, Sofía Viola, Leo Sujatovich, Julieta Laso, Diego Bozalla, Verónica Condomí, Cirilo Fernández, Soledad Villamil, Pedro Aznar, Javier Malosetti, el dúo Orozco-Barrientos, León Gieco, Piero, Peteco Carabajal, Hilda Lizarazu, Andrea Álvarez, Javier Calamaro, Mariano Otero, Pablo Grinjot, Carolina Peleritti, Claudia Puyó y Diego Mizrahi figuran en la lista que, calcula Herrero, ya debe andar por los 4.000 firmantes.
–¿En qué situación está Músicxs Argentinxs desde aquella presentación en sociedad?
–Estamos bien. El colectivo se formó casi azarosamente. Lo que primó en el gesto de juntarnos en un chat de unas 50 personas fue la preocupación por la situación que atravesamos ante la caída abrupta de lo que cada uno tenía programado. Y la certeza de que seremos los últimos en volver a nuestras actividades.
–Ese fue el primer paso.
–Sí, fue todo muy rápido. El apoyo fue total. Arrancamos con Juan Falú, Teresa Parodi y Popi Spatocco. En medio de las conversaciones y debates del chat, surgió la necesidad del documento. Queríamos visibilizar la calamitosa situación del sector. Le hablamos a la sociedad para explicar que somos uno de los tantos sectores afectados por esta situación. Para contemplarla ahora y, también, para pensar soluciones cuando se salga de la pandemia.
–¿No existen ya entidades que se deberían encargar de estos temas?
–Sí, claro. Somos conscientes, sabemos que hay instituciones sindicales, estatales que también se ocupan. Las respetamos y esperamos mucho de ellas. Lo nuestro fue un grito, un llamado para que se escuchara por esta única vez, que es a la vez el drama de toda una sociedad y del mundo, con extraordinarios efectos en la precarización de las vidas. Nunca pretendimos sustituir a ninguna organización.
–¿Cómo están ahora?
–Continuamos la tarea. El colectivo Músicxs Argentinxs está vivo y coleando. Las situaciones dramáticas continúan y nosotros en el documento realizamos una serie de propuestas que estamos discutiendo con el Ministerio de Cultura.
–¿Cómo respondieron las instituciones?
–A los pocos días el Ministerio de Cultura, concretamente la Secretaría de Desarrollo Cultural, nos convocó a una reunión. Virtual, por supuesto, como son las que se pueden realizar en estos momentos. Hasta ahora hemos tenido dos reuniones y han sido muy auspiciosas. Nosotros sabemos perfectamente cuáles son las limitaciones económicas y operativas que está atravesando el país con esta peste y el Ministerio conoce perfectamente la dramática situación de los músicos.
–Claramente, es más que una demanda meramente sectorial.
– Nuestras propuestas tienen un signo colectivo, horizontal, federal. Estamos en un estado de excepción; tenemos que buscar soluciones también excepcionales. Nos hemos recostado también en programas ya realizados con Cultura, probados, y que permiten la participación de mucha gente. Hay que reformularlas ahora en términos virtuales y ver cuáles se pueden concretar. En eso estamos. Lo mismo ocurre con las organizaciones de músicos en todo el país.
–El Instituto Nacional de la Música.
–Exacto. El INAMU está reuniendo fondos solidarios y realizando muchísimas tareas más. Lo de un fondo solidario en este momento es fundamental.
–¿Ha habido respuestas claras?
–Sí, las hay. En combinación con otros ministerios, como el de Educación, con el Fondo Nacional de las Artes, con el INAMU, la Televisión Pública, yo creo que lo vamos a lograr. Muchas de estas organizaciones ya tienen un mapa de las situaciones más urgentes y ahí vamos a trabajar intensamente, pues son situaciones que no pueden esperar más. Es necesario comprender que los músicos somos trabajadores y que debemos construir alternativas urgentes para que nuestra tarea sea remunerada, por mínimo que sea.
La cantante va y viene de la pantalla. Dice que está cocinando mucho y que a veces se queda sin ideas. Habla de música: lo suyo. «Tengo tantas cosas para hacer…», se lamenta. «Siempre quise grabar con un cuarteto de cuerdas. Me interesa profundamente. No sé por qué todavía no lo hice. Lo mismo que meter un bandoneón. Por ahora, aprovecho para escribir».
–¿Qué estás escribiendo?
–Un libro sobre música. Es una reflexión sobre la voz. Cómo pensar la voz, qué es la tensión, la rispidez que puede provocar una voz. Todo mechado con recuerdos de la infancia, de mi padre. Voy despacito: terminé el capítulo 2. No me quiero volver loca. Hay como una desesperación por ocupar el tiempo en cuarentena que no me gusta nada. Yo no quiero hacer nada que no tenga muchas ganas de hacer. Vi un documental muy bueno sobre Marlon Brando. Y pienso, pienso mucho. El paso del tiempo, la tristeza que provoca que los seres queridos o admirados que mueren –ya se fue el Negro Fontova, ya se fue Tom Lupo– no puedan ser despedidos. En fin, no es la primera peste que atraviesa la humanidad. Vamos a salir, y vamos a tener que volver a estrechar lazos. Pero hay días que me toma la desesperanza.
–¿Por qué? ¿Qué pensás?
–Tantas cosas. A veces me agarra el pesimismo, y pienso que la humanidad es una causa perdida. Cuando leés que a algunos médicos los agredieron cuando llegaron a sus casas o que les dejaron amenazas anónimas en el ascensor, te preguntás: ¿a dónde ha llegado el hombre? Es el horror. En fin, creo que vamos a salir cambiados, no creo que volvamos del mismo modo. Por ahora, es como que el tiempo se ha detenido.
–¿Estás leyendo?
–Sí, estoy tomada por Vida y destino, de Vasili Grossman, el novelista ruso. Es impactante. El estalinismo, los campos de concentración, la complejidad de las relaciones humanas. Tremenda obra.
Alguna vez Mercedes Sosa le dijo: «Vos te inventaste un modo de cantar sobre algo complicadísimo, algo que no pide el tema». El aporte de Herrero a la música popular tal vez esté en sintonía con esa opinión: la entrerriana inventó algo nuevo. En cada uno de los discos que editó –y son muchos– mostró una incomodidad de artista radical. Desde esa incomodidad trazó un plan estético en el que destaca una vanguardia que va y viene de la raíz. Rompió la forma de interpretar folclore, la idea de qué significa exactamente «cantar bien». Inauguró un canto «fuera de quicio». Por ese quiebre, por ese surco, transitan hoy muchas cantantes, con Luciana Jury a la cabeza.
Muestra preocupación por lo que está ocurriendo con los contagios en los barrios pobres y desliza una crítica al Gobierno nacional. «¿A vos te parece que en la presentación de la oferta a los acreedores estuviera sentado Horacio Rodríguez Larreta? ¡Si él fue cómplice del endeudamiento brutal del Gobierno anterior! Apoyo totalmente a Alberto Fernández, pero creo que a veces se equivoca en cómo comunica algunas cuestiones», plantea.
Se apasiona, pero al rato se sosiega. Son las seis y media, anochece y dice que está cansada. «Estuve todo el día trabajando. Porque es mentira que no se trabaja», aclara.
–¿Cómo imaginás el regreso a la vida, digamos, «normal»?
–Creo que va a ser fundamental el rol de los artistas. Creo que el arte debe arremeter. Es un ámbito de libertad en el que hay que decir las cosas como son. Esperemos estar a la altura.
Fotos: Sebastián Miquel