12 de mayo de 2020
Estamos viviendo un evento de características históricas. En términos económicos, la pandemia del COVID-19 muy posiblemente ocasionará el mayor golpe a la economía mundial desde la Gran Depresión. Se esperan estrepitosas caídas en el PIB de la mayoría de los países, sobre todo en Estados Unidos y la Unión Europea.
Por un plazo aún incierto, la enfermedad alterará las estructuras económicas previas, afectando notoriamente algunas actividades, como las relacionadas con la concentración de personas. De esa forma, la organización de espectáculos culturales y deportivos enfrenta un panorama realmente complicado, que puede dañar a sus actores más allá de lo coyuntural. Lo mismo cabe para el transporte de pasajeros, el turismo y los espacios comerciales de gran dimensión. En otros rubros, como la industria y el transporte de mercancías, los efectos parecen estar más ligados con la fuerte recesión de los próximos meses, en tanto que a más largo plazo sus actividades podrían adaptarse a la situación siguiendo determinados protocolos de seguridad. Asimismo, el comercio minorista de trato personal (tradicional) se verá en desventaja frente a las plataformas de venta digital, acelerando un proceso de transformación ya en curso. Los locadores comerciales sufrirán una reducción de sus rentas por este motivo y se alterará la dinámica urbana, ocasionando el declive de determinadas zonas. Por supuesto, existen sectores que se han visto favorecidos en la coyuntura, como ciertos rubros alimentarios y de elaboración de productos de limpieza e higiene personal. No obstante, aún resulta incierto que tales beneficios perduren más allá del corto plazo, pudiendo también verse luego afectados por la caída de los ingresos de la población.