La actividad, la más perjudicada por la caída del mercado interno, la apertura de importaciones, el incremento de costos de insumos y materias primas y la inaccesibilidad crediticia, debe hoy barajar y dar de nuevo para ponerse otra vez en marcha.
12 de marzo de 2020
Parate. La capacidad instalada utilizada llegó al 43,7%, la más baja en 17 años. (Sebastian Casali)En la actividad textil se destruyeron 17.000 puestos de trabajo formal; y se estima un número mayor de empleos no registrados, principalmente en el área de confección de prendas. El sector pyme de la indumentaria fue el más perjudicado por las políticas del gobierno de Cambiemos, a partir de la fuerte caída del mercado interno, la apertura indiscriminada de importaciones, un acceso al crédito inexistente y un aumento en el costo de las materias primas e insumos. La disminución del poder adquisitivo de la sociedad argentina explicó la fuerte contracción de las ventas minoristas de indumentaria, que al cierre de 2019 registraron una caída del 17,6%, según cifras de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI). Tomando la información del INDEC, en shoppings y supermercados la disminución de las ventas de ropa se ubicó en 6,4% y 12,1%, respectivamente, comparando julio de 2019 contra igual mes del año anterior (último dato disponible).
Resulta importante resaltar que la evolución de los distintos sectores de producción no fue homogénea en el interior de la industria manufacturera. De acuerdo con el Valor Agregado Bruto (VAB), indicador que mide el valor generado por el conjunto de los productores de una rama particular, a la baja en las ventas se sumó la sustitución de productos nacionales por importados, lo que derivó en una caída en su participación en el total de valor agregado industrial. Confección y Productos Textiles redujeron su peso industrial 0,42 y 0,08 puntos porcentuales respectivamente. Esta disminución produjo además un menor uso de la capacidad instalada del sector: 43,9%, la más baja en 17 años a cifras de noviembre pasado.
Dar impulso
«La industria textil está agonizando. Atraviesa una situación muy similar a la crisis sufrida por el país tras la salida de la Convertibilidad. Pero hay una gran diferencia con 2002: esa fue una crisis fuerte pero de corto plazo. En cambio ahora, hace tres años consecutivos que venimos perdiendo de a poco. Es como un cáncer que va matando la industria», afirmó el presidente de la Fundación Pro Tejer, Yeal Kim, a principios de 2019. Si bien la industria textil mejoró su nivel de exportación, desde el sector aseguran que no alcanza a compensar la abultada pérdida en el mercado interno.
De acuerdo con la CIAI, la contracción de la demanda de ropa afectó la producción textil nacional, que se contrajo 6,9% interanual en el acumulado a noviembre, según últimos datos del INDEC, sumando 18 meses consecutivos de caídas. En hilados de algodón se registra una baja acumulada de 3,7% interanual, seguida por tejidos y acabado de productos textiles, con un retroceso de 2,9% respecto de enero-noviembre de 2018. Mientras que «Otros textiles» se desplomó un 17,8% acumulado interanual. Los empresarios sostienen que para volver a desarrollar el sector se requiere de un mercado interno fortalecido para estimular su consumo y producción. Dada sus características de mano de obra intensiva, la actividad textil aporta a sostener un mercado laboral dinámico y robusto, pero necesita fuerte intervención estatal para garantizar su maduración productiva con políticas aduaneras proteccionistas, antes que abrir indiscriminadamente las importaciones y competir con salarios notoriamente menores, como sucedió durante los últimos cuatro años. Para darle impulso, el Estado debería incentivar el desarrollo de los eslabones anteriores a la confección y producción de prendas para avanzar así en la sustitución de exportaciones.