15 de enero de 2020
(Pablo Blasberg)
Hace muy poco tiempo que asumieron FF y si bien estamos mejor que antes, las cosas comienzan a enmarañarse. No les dan tiempo ni a sacar los micrófonos, que seguramente les dejaron en los despachos, que empiezan los movimientos tectónicos. Adentro y afuera del país. Adentro, por ejemplo, reaparece el caso Nisman. Que sí, que no, como la Parrala. Sobre esto yo tengo información verídica que me sopló Jaime, el espía: El fiscal no se suicidó, ni tampoco lo asesinaron. Nisman está vivo. Vive en formato de muñeco y cada tanto los medios –sus verdaderos dueños– lo sacan a tomar aire. Ahora es en forma de documental, mañana puede ser en forma de película con Al Pacino o de comic con el Hombre Araña o de musical. Es como la lluvia: de cuando en cuando llueve, luego para y al tiempo… llueve otra vez. Es evidente que casos como el de la Embajada, el de la AMIA y el del fiscal, que vivía de este tema, no se resuelven, no porque la Justicia no funcione –que no funciona– sino porque alguien o varios alguien no quieren que se sepa lo que realmente sucedió.
Tenemos también la campaña para poner al Alberto contra la Cris, sin resultados, pero jodiendo. La campaña contra Kicillof y el término impuestazo que se volvió de uso obligatorio e inapelable en algunos medios.
Estos de adentro, pero del resto del mundo… ¡para qué! Afuera los movimientos tectónicos ya son de 8 o 9 en la escala Richter y hay un personaje que se roba todas las cámaras y es el inefable Donald Trump. Al hombre no se le mueve un pelo –literalmente– cuando dice que busca evitar la guerra mientras dispara un misil contra Irak, que para los yanquis es territorio propio como Massachusetts, pero para matar a un general iraní que sería Satán personificado. Mientras hace eso con una mano, con la otra hace campaña, porque de eso pensamos que se trata todo este coctel mezcla de bombazos y tuits con un toque, grande, de negocios. Y aún le queda una mano (Trump tiene todas las manos que quiera) para pelearse con China y una más para señalarnos a nosotros, modesto paisito del patio trasero, para que nos dejemos de joder con eso de darle asilo a un morocho con carnet de indio y que de una vez por todas mandemos a la Gendarmería para sacar a Maduro de arriba de los pozos de petróleo. Si no lo hacemos, con la otra mano, nos mandará al FMI, a los fondos buitres y él en persona nos hará chas chas en la cola.
Lo que él quiere son relaciones carnales, como antes, y para eso tiene listos los grupos financieros y los marines, para que así se sepa quién manda en estas pampas chatas. Están avisados.